
Quedamos en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza con Miguel Ángel Lamata, un contador de historias que a veces escribe, dirige o produce o todo a la vez. Su historia de amor por este medio comenzó a través del teatro, los cortos, la televisión y el cine.
En 2003 cerró el Paseo Indepencia de Zaragoza, como si de Pilares se tratase, para rodar su primera peli ‘Una de zombis’; en 2006 escribió y dirigió ‘Isi/Disi: Alto voltaje’ con Segura y Flo como protas y luego se atrevió con ‘Tensión sexual no resuelta’ (2010), el título lo dice todo. En 2016 vivimos la bonita historia de amor entre Jenner y Noriega en la Zaragoza más cuqui en ‘Nuestros amantes’ y el cine familiar llegó a su vida con ‘Los futbolísimos’ (2018). En 2022 se pasó a la producción con el documental que todos los aragoneses estábamos esperando ‘Héroes: Silencio y rock & roll’. Estamos deseando conocer a este director aragonés que dejó Zaragoza para buscar fortuna en la capital de España. ¡Ya lo vemos abrir la puerta del teatro!
Miguel Ángel, ¿cómo empezaste a interesarte por el mundo audiovisual?
Desde muy pequeño me gustó mucho siempre ver películas, así de sencillo. Y, paralelamente, me interesaba mucho escribir historias y fantasear con convertirlas en algo más. Esta especie de pasión me acompaña desde los 7 años, entonces parecía bastante inevitable. Es verdad que el mundo del cine te da miles de razones para no dedicarte a él, pero las he ido desoyendo.
¿Cuando fuiste mayor te empezaste a formar en el audiovisual?
En mis tiempos era terriblemente caro, me hablaban de una escuela que había en Londres, la London International Film School que valía una pasta estudiar ahí y nosotros éramos una familia de clase media, así que me venía un poco a desmano irme a Londres. Pero no quería renunciar al sueño y lo que hice fue ponerme a hacer cortos, obras de teatro… He aprendido un poco a base de hostias (se ríe), autodidacta, por decirlo más finamente.
Y cuando comenzaste a trabajar en esto, ¿qué vino primero?
Primero de todo vino el teatro y los cortos. Una amiga me metió un empujón para dirigir un grupo de teatro, porque si no se iba a disgregar, fue una etapa en Zíngaras Teatro, una grupo universitario, de lo poquísimo que sé como director de actores lo aprendí haciendo teatro. Y después ya vino la televisión y enseguida Santiago Segura me propuso producir mi primera película.
¿En la televisión qué hiciste?
Empecé en Antena Aragón, después salté a Antena 3, luego estuve en Vía Digital con Pepe Navarro, después con Bertín Osborne, trabajé con Juan Ramón Lucas, trabajé en El Informal, y alguna cosa puntual de encargo. En televisión tampoco estuve tanto tiempo. A veces se cree que he estado más tiempo en televisión pero en realidad estuve desde 1997 y en 2002 lo dejé y me dediqué a poner todos mis esfuerzos en que mi primera película, ‘Una de zombis’, fuese una realidad.
«He aprendido un poco a base de hostias, autodidacta, por decirlo más finamente»

Vivías en Zaragoza, ¿por qué te fuiste a Madrid?
Yo trabajaba en Antena Aragón y hubo una oferta de trabajo muy buena de Antena 3, con una cantidad de dinero que me sigue pareciendo astronómica, 3.000 euros, y me apetecía probar un poco como era la supuesta liga mayor. Tenía la novia allí, muchos de mis amigos se habían ido para allá y la verdad es que pensé que en ese momento cambiar a Antena 3 podría enseñarme cosas. Yo siempre he funcionado así, donde veo que hay aprendizaje pues tengo una tendencia a acercarme a eso. Era un programa concurso muy ambicioso, aspiraba a ser el rey de su franja, se llamaba ‘Trato hecho’, y ahí que me fui. Fui solamente guionista, pero tuve la sensación de que aprendí mucho, porque la televisión te enseña mucho a no mirarte el ombligo, a pensar que hay un público al que tiene que gustarle lo que le presentas. Esto te lo enseña mucho la tele.
¿Cómo definirías en una frase el rodaje de cada una de tus películas?
‘Una de zombis’ fue una guerra en positivo para la que no estábamos preparados. Al final se puede decir que triunfó, fue un exitito. ‘Isi & Disi: Alto Voltaje’ me dio la confianza de saber que podía seguir siendo un director. ‘Tensión sexual no resuelta’ es la primera película abierta y totalmente personal que hice. Conjugaba las historias que a mí me interesaban contar, sobre todo en clave de relaciones, con lo que entiendo que puede ser un cine de entretenimiento para el gran público. ‘Nuestros amantes’ es una película quizá incluso demasiado personal, pero que también le tengo un cariño enorme porque fue la primera película que además de escribir y dirigir, produje. Es Lamata cien por cien, para bien o para mal.
Y ‘Los futbolísimos’ es una película totalmente de encargo que me dio un montón de cosas muy bonitas, sobre todo en mi relación con los chicos y las chicas. Además es una película extraordinariamente difícil de hacer y que todos disfrutamos muchísimo.
«La televisión te enseña mucho a no mirarte el ombligo, a pensar que hay un público al que tiene que gustarle lo que le presentas»
También has producido el documental ‘Héroes: Silencio y Rock & Roll’ que estuvo nominado a mejor documental en los Goya 2022.
Sentí una gran responsabilidad haciendo esa película y es quizá una de las cosas de las que más orgulloso me siento porque creo que ha hecho feliz a mucha gente. El alcance de esa película, en la que pusimos mucha ambición bien entendida y mucha ilusión, se ha visto más que recompensada.
¿Ese proyecto cómo nació?
Por Alexis Morante, que es un tipo que yo conocí en Los Ángeles cuando fui a hacer la música de ‘Nuestros amantes’. La hicimos allí porque Roque Baños, el compositor estaba allí, y él conocía a otros españoles afincados allí, entre ellos a Alexis que es un gran director. El caso es que Bunbury me escribió y me dijo “oye, este chico que conociste en Los Ángeles quiere hacer una película sobre nosotros, los Héroes, y queremos que se haga, ¿Qué te parecería producirla?”. Tuve una gran responsabilidad porque se la podían haber llevado a productores que tienen mucha más andadura que yo, que solo había producido ‘Nuestros amantes’. Pero me reuní con mis compañeros habituales de fatigas, Raúl García Medrano, Nacho Blasco, que fue guionista, editor de sonido y editor de imagen, y pensamos que merecía la pena arriesgarse.
La película estuvo nominada a varios premios.
La nominación al Forqué llegó porque sí, no hicimos campaña, y la del Goya lo mismo. Fue la constatación de que habíamos hecho algo un poquito a derechas, de que la cosa había hecho click, para empezar porque a los Héroes les había gustado la película, porque ellos eran un poco mi público principal. Se hace la película pensando en una audiencia lo más amplia posible, pero si al objeto del documental no les hubiera gustado, yo personalmente me hubiera llevado un disgusto.

Casi todas tus películas están orientadas hacia el humor, ¿Qué es lo que te atrae de este género?
Hay un escritor que me gusta mucho que dice que el humor no es tanto la capacidad de hacer reír a tus semejantes, que también, sino la herramienta de la que echamos mano diariamente para no volvernos locos. Y es verdad que el humor es algo que necesitamos y, de hecho, en obras de teatro extraordinariamente dramáticas, como ‘Un tranvía llamado deseo’ o en muchas de Chéjov, hay mucho humor. En Shakespeare, en sus tragedias, hay mucho humor. A mí me ayuda a sentirme vivo cada día.
¿Qué te gusta más: ver una buena serie o ver una buena película?
Una buena película, no tengo nada en contra de las series, me gustan mucho y veo muchas, pero realmente mi formato son historias que oscilan entre una hora y media, dos horas o dos horas y algo. El teatro también me apasiona mucho, aunque soy una persona más de cine.
¿Y te gustaría dirigir una serie?
Bueno, ha habido acercamientos, ideas, hemos movido proyectos, y es una cosa que me gustaría. Hay cosas que no quiero morir sin hacer. Por ejemplo, siempre quise hacer una película juvenil y ya la he hecho; siempre quise rodar una historia de amor pura y dura, la hice. Hacer una serie no estaría nada mal. Hay conceptos que tenemos en la cabeza que podrían cristalizar más como serie que como película, pero en general siento una irresistible atracción hacia las historias de aproximadamente dos horas.
Últimamente el cine dirigido por aragoneses está on fire, ¿cómo lo ves?
Para mí es maravilloso verlo y formar parte de ello, yo soy el abuelo de casi todos estos, tengo 56 años. Javier Macipe que acaba de hacer su película ‘La estrella azul’, que es buenísima, es un peliculón del primer al último fotograma, o ver las películas de Paula (Ortiz), de Pilar (Palomero), de Nacho (García Velilla), de Gerald (B. Fillmore). Ahora Gerald está haciendo un largometraje que he leído el guion y es también formidable, super original. Las películas de Pablo Aragüés, Natalia (Moreno), Gala (Gracia), yo nunca he vivido un momento así del cine aragonés y hay que apoyarlo porque ya no es un sueño, es una realidad. Hay gente que está saltando de nuestras fronteras, no al resto de España, sino a Europa, el cine aragonés empieza a ser algo muy gordo y me hace muy feliz.
Siempre que puedes vuelves a Aragón, te vemos en festivales, en estrenos de películas, ¿te tira tu tierra?
Absolutamente. Mi familia está aquí, muchos amigos míos están aquí y me resulta siempre muy excitante rodar en Aragón. Además me gusta mucho la búsqueda de decir esta historia cómo aterriza en Aragón o ¿puede aterrizar en Aragón la historia? Y siempre es sí, entonces te pones a buscar los sitios y cuando la cosa empieza a cristalizar, eso me parece muy wonderful. Empiezas a ver que, verdaderamente, no es una cuestión de encabezonamiento tuyo, sino que Aragón es realmente muy buen plató y con muchas facilidades para rodar aquí.
«Aragón es realmente muy buen plató y con muchas facilidades para rodar aquí«
Ahora estás en Zaragoza porque recibes un homenaje en la Muestra de Cortometrajes Aragoneses de Delicias.
Completamente inmerecido, pero sí, lo recibo. Lo acepto.
¿Y qué tal?
Lo de los homenajes siempre da cierta congoja porque mientras haya por ahí un señor que se llama Steven Spielberg que sí que tiene una trayectoria… pero la verdad, que te reconozcan en tu tierra siempre mola muchísimo y sirve de espaldarazo para hacer más cosas. Hemos hecho seis peliculitas, se acuerdan de uno, eso está muy bien, y vamos a ver si hacemos otras seis a continuación.
Les quiero dar las gracias porque el corto es la base de todo. Los directores de cine existimos, hacemos películas, porque nos dio por hacer un cortito, con el cortito descubrimos que nos gustaba la experiencia, no nos quitó las horas de sueño suficientes ni nos dio los sinsabores suficientes para tirar la toalla y no se si habrá muchos directores que no hayan hecho cortos. Me parece bastante sensacional que exista esta Muestra porque le da la oportunidad a mucha gente de que podamos ver sus películas y eso es decisivo.

Si te jubilaras ahora, ¿dónde te irías a vivir?
Se me ocurren varios sitios, vivir en otra dimensión estaría bien, a ver qué se cuece ahí. Vivir una temporada en el cielo y otra en el infierno, para ver si el cielo es el sitio donde todos queremos estar, o el infierno es en realidad el sitio que mola, pero tiene peor agente de prensa. Pero me apetece jubilarme el día en que muera, ese es el día en que diré bueno pues me jubilo ya.
¿Cuál es el futuro laboral de Miguel Ángel Lamata?
Producir y dirigir la película ‘El árbol y el ruiseñor’, estamos produciendo aquí (Zaragoza) con Raúl García Medrano, que es una historia de amor en clave de cine de terror, después me espera ‘Los futbolísimos 2’, hay un proyecto de una película musical que tiene muy buena pinta y estamos trabajando para que ‘Mujeres que compran flores’, la adaptación al cine del best seller de Vanesa Montfort, se haga en 2025.
¿Empiezas a rodar próximamente alguna de ellas?
Sí, el año que viene, en el primer trimestre del 2024, atacaremos ‘El árbol y el ruiseñor’.
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