De los pueblos del Prepirineo y el Somontano a conquistar el corazón de los espectadores españoles desde el Asturiano, en su papel como Manuela Sanabria en ‘Amar es para siempre’. La zaragozana Itziar Miranda siempre quiso ser actriz y es una todoterreno en el mundo del audiovisual y el teatro, facetas a las que se suma la de escritora, con sus propias colecciones de libros infantiles y juveniles editadas por Edelvives. Se trata de la «colección Miranda» sobre biografías de mujeres pioneras y excepcionales, y la reciente «Miranda y Tato», una colección de libros de aventuras sobre los ODS (objetivos de desarrollo sostenible) de la ONU, escritos junto a los también aragoneses Jorge Miranda y Nacho Rubio.
Amable, accesible, siempre sonriente, nos encontramos con la actriz con motivo de su visita a Zaragoza para participar en una de las charlas organizadas por los Feroz, que celebrarán su próxima edición en la capital aragonesa, dedicada a las series diarias y a la que también acudió el director de ‘Amar es para siempre’, el zaragozano Eduardo Casanova. En el Teatro Principal conocemos a la actriz, la escritora y la persona en este nuevo Secuenciando a.
¿Cuándo surge tu deseo de ser actriz?
Empezó en la niñez. Mi padre era médico rural en diferentes pueblos de la provincia de Huesca, pasó muchos años en Estadilla, y mi madre montó una compañía de teatro, tanto para niños como para adultos. Me he criado en el teatro del pueblo, ensayando y viendo obras y también viendo a la compañía de adultos y aficionados, y ahí sí que me entró el gusanillo. No podía ser otra cosa. Además, tengo una tía actriz, Rosa Vicente, que estuvo en la compañía de Nuria Espert, mi prima Laura también era una gran bailarina de la Compañía Nacional de Ballet de Cuba, y estábamos todos bastante vinculados al teatro.
¿Cuándo das el paso de ponerte a estudiar interpretación y te vas a Madrid?
Me fui un poquito antes de empezar los estudios, con 17 años, pero con la idea de estudiar arte dramático en Madrid y fui directamente desde Estadilla, que era donde vivía en ese momento, a Madrid.
¿Cómo son tus primeros trabajos en Madrid? ¿Qué recuerdas de aquella época?
Recuerdo presentarme a todos los castings del universo, recibir muchos «no» y no me importaba, yo sabía que esto era para mí, que quería vivir entre el teatro y los platós y que era mi sitio natural. Sabía que era una carrera de fondo, de velocidad, me preparé mucho, me formé mucho, seguí presentándome hasta que de repente empezaron los «sí» y reconozco que hay un factor suerte importante en la profesión, aunque es verdad que siempre la suerte y el trabajo van de la mano, pero he sido una afortunada. También soy muy trabajadora y muy constante.
Foto de Secuenciadas
«Manolita es uno de los personajes más bonitos que se han escrito en la televisión española»
Entre otros personajes, te conocemos por interpretar a Manolita en ‘Amar es para siempre’, ¿qué ha supuesto este papel en tu vida?
Manolita es un regalo, es uno de los personajes más bonitos que se han escrito en la televisión española, es cómo se puede entender una sociedad a través de nuestras mujeres, de nuestras madres y nuestras abuelas y de todo lo que ellas hicieron por nosotras. Cómo entendieron la vida y todo el camino que nos han dejado, ese legado que no podemos abandonar, que tenemos que coger el relevo y, con toda nuestra fuerza, seguir manteniéndolo bien alto porque ellas nos dejaron el listón muy alto. Gracias a Manolita soy escritora también y empecé a escribir sobre las grandes mujeres olvidadas y silenciadas, y gracias a Manolita y a su compromiso e implicación con el mundo escribo sobre los objetivos de desarrollo sostenible. No solo me ha dado mucha escuela y oficio, y conocer a casi todo el mundo de la profesión, que ha sido una maravilla, sino que también el bagaje personal ha sido muy grande, y la enseñanza personal.
¿Qué hay de Manolita en ti y de Itziar en Manolita?
Pues ya confundo un poco porque llevamos 17 años juntas y hemos crecido juntas. Yo entré con 25 años en la serie y tengo 43, pero hay una cosa de tirar para delante, de optimismo, de esa fuerza que tiene.
¿Cómo es trabajar en una serie diaria?
Es maravilloso, un regalo, esta cosa que tiene de que no tienes muchas tomas para darlo todo, por lo cual desde el primer momento tienes que estar a flor de piel y a flor de labios. Eso es un regalo, lo dan las series diarias, no tienes tiempo para pensar, solo tienes tiempo para trabajar. Estoy acostumbrada a levantarme muy temprano, a veces me levanto a las cuatro de la mañana para escribir, para que cuando me recojan a las seis me haya cundido ya un poquito el día o la noche, según se mire. Nos cuidan mucho, ‘Amar’ funciona como una relojería y funciona muy bien.
Foto de Secuenciadas
«Trabajar en Aragón y con aragoneses me hace sentir muy en casa»
Te hemos visto también en proyectos como la serie ‘El último show’ o el documental ‘Vilas y sus dobles’, ¿qué sientes cuando trabajas en Aragón o para un proyecto cien por cien aragonés?
Me emociona mucho, porque al final yo soy aragonesa y, aunque lleve toda mi vida en Madrid, siento que vengo de aquí y trabajar no solo en Aragón, sino con aragoneses, me hace sentir muy en casa y, además, lo das todo. El aragonés te lo da todo, no hay concesiones, te dice las cosas como las piensa, y hay algo de exigencia muy grande y de disfrute también, el aragonés disfruta mucho lo que hace.
Además eres escritora, ¿cómo comienza esta faceta?
Mi madre es escritora, mi tío Roberto es un gran escritor y periodista, mi padre escribía también y mi tío Ramón. Vengo de una saga de buenos escritores y siempre nos ha gustado mucho escribir a mi hermano y a mi, pero es verdad que la decisión de empezar con una colección de mujeres seguramente vino empujada por todo lo que he aprendido con Manolita.
¿Por qué te has decantado por la literatura infantil y juvenil?
Creo que lo más difícil de cambiar son los prejuicios y las tendencias y solo se puede hacer a través del relato cultural, de la educación. Vivo de las rentas de mi educación, de vivir en el pueblo en el que viví, de todo lo que aprendí allí y del contacto con la naturaleza. Para mí es tan importante y lo tengo como un referente ético, moral y de educación que si puedo hacer algo por el mundo, que sea con la educación.
¿Sigues el panorama audiovisual aragonés de cerca?
Estamos en la cresta de la ola, pero todo, a nivel literario también con Irene Vallejo, Manuel Vilas, Daniel Gascón, nosotros en literatura infantil y juvenil; el panorama de cine con todos los grandes cineastas, los programas, las series, tantos aragoneses, entre ellos nuestra serie con Eduardo Casanova a la cabeza, creo que estamos viviendo el siglo de oro aragonés.
Foto de Secuenciadas
Itziar Miranda junto al director de Amar es para siempre Eduardo Casanova. ¡Pedazo de profesionales aragoneses!
¿Dónde te podremos ver próximamente?
Tengo dos películas que además van a ser en Aragón y tengo muchas ganas de ellas. Una la va a dirigir Javier Calvo Torrecilla y otra Miguel Santesmases, en el Bajo Aragón en Teruel, y de las dos tengo muchas ganas, ojalá tiren para adelante muy pronto. Y en presentaciones de libros en Navidad aquí en Aragonia para presentar los cuatro primeros libros de la nueva colección de ‘Miranda y Tato’ sobre objetivos de desarrollo sostenible.
Le preguntamos a la actriz Ana Labordeta cuántos años lleva en Madrid y, tras una pausa dubitativa, contesta: «en Madrid llevo tropecientos mil años, no lo he calculado nunca, igual treinta años». Y es que su vida cambió cuando se fue a la aventura a la capital a estudiar interpretación.
Vicky en estado puro.Ana Labordeta en la serie ‘Madres. Amor y vida’
Ana Labordeta está rodando ahora la tercera temporada de la serie ‘Madres. Amor y vida’ en la que interpreta a la enfermera jefe Vicky, una mujer muy entregada a su trabajo. » Yo creo que es una mujer, como son todas las enfermeras de este país, con mucho amor hacia su profesión y con muchas ganas de hacerlo bien», explica la actriz a Secuenciadas. El personaje ha ido adquiriendo poco a poco protagonismo en esta ficción, será de lo bien que lo hace nuestra aragonesa. «Lo bueno de hacer un personaje a lo largo de varias temporadas es que lo vas conociendo cada vez más y él a ti. Los guionistas también lo van conociendo y el personaje se va enriqueciendo. Es muy bonito para una actriz el poder dar una larga trayectoria a un personaje».
El destino hizo que este entrañable papel fuera para nuestra protagonista de este más allá de Fraga. «Por una circunstancia personal estuve dos años y medio en un hospital de aquí de Madrid y tuve mucho trato con las enfermeras y tengo recuerdos de ellas maravillosos. Fueron ángeles en aquella situación tan dificil y complicada», recuerda con cariño Labordeta y a los meses ha tenido la oportunidad de meterse en la piel de una de ellas en esta serie que emitió Telecinco y podéis ver en Amazon. «Quiero hacerles un homenaje a estas mujeres maravillosas que se dejan la piel y que lo han demostrado durante la pandemia».
Ana Labordeta feliz como una perdiz con su compañera Belén Rueda y Arón, peluquero en ‘Madres. Amor y vida’
Y como ella misma se define, inquieta, está compaginando este rodaje con otra serie ‘Luimelia’, una historia de amor y diversión en la que interpreta a la madre de Amelia. Para resumir os contaremos que esta serie es el spin off de dos personajes de ‘Amar es para siempre’, Luisita y Amelia, pero en el 2020, ya que esta longeva serie de la televisión sucede actualmente en el 79 y la dirige nuestro director maño, que también se encuentra más allá, Eduardo Casanova.
Su nuevo trabajo en la cuarta temporada de ‘Luimelia’, toma dos.
SU PAPEL TELEVISIVO MÁS LARGO
Uno de los papeles que con más cariño recuerda Labordeta fue el de Rosario en ‘Amar en tiempos revueltos’ (2008-2010, llamada ahora ‘Amar es para siempre’) que le valió un premio de la Unión de Actores. «Rosario es un personaje que estuve desarrollando durante dos años y medio y me dio muchas alegrías. Coincidí con una serie de compañeros que después de once años se han convertido en amigos míos muy importantes» y dentro de nada vivirá un momentazo televisivo. Se reencontrará en una secuencia de ‘Luimelia’ con dos de sus anteriores compañeros, sus consuegros en esta ficción, los inmortales Manolita y Marcelino, los padres de Luisita en la serie y en la propia Amar, lo que le hace mucha ilusión.
Con esta serie se inició en la televisión con un papel más continuado. Recuerda que «trabajaba en el teatro y de vez en cuando me salían papeles de un capítulo o dos donde no hay una continuidad con el personaje». Además resalta las dificultades de interpretar a estos episódicos ya que «normalmente llegas a un plató y la serie ya está en marcha, con lo cuál, tienes bastante tensión y piensas por favor que no me equivoque, que no haya que repetir por mí». Vamos que nos imaginamos que debes estar esperando con ansias la pausa del café para empollarte más tus frases.
Cuando rueda en otra época, la dulce Rosario de ‘Amar es para siempre’ con las actrices Inma Cuesta y Perla Cristal.
Algunos la recordaréis como gobernanta en la serie de éxito ‘Vis a Vis’. «Yo lo recuerdo con cariño y con cierta rabia porque estuve los tres primeros capítulos, los disfruté mucho y luego me mataron (risas)» y es que ahí moría más gente que en ‘Prison Break’, era fácil que te tocara Ana.
SUS PAPELES EN CINE
Primero nombraremos la peli aragonesa ‘Planeta 5000’ (2020), en la que interpreta a una madre sufridora que padece al ver cómo su hijo es seducido por una secta, así que se pasa media peli llorando por las esquinas. «Rodar en mi tierra siempre tiene un plus porque hay un vínculo emocional muy fuerte con mi tierra, con mi paisaje». Asegura que sigue el audiovisual aragonés y considera que “está en un momento que ha hecho mucho germen y ahora están empezando a florecer unas personas estupendas».
Ana Labordeta cabreada punto de echar la lagrimilla. Fotograma de ‘Planeta 5000’.
Uno de los papeles de los que está más contenta es el de Marian en ‘Planes para mañana’ (2010), la ópera prima de Juana Macías; por cierto ha vuelto a coincidir con la directora en la serie ‘Madres. Amor y vida’. «Me vio en una obra de teatro, le gusté y apostó por mí para un papel precioso en su película», así se metió en el dificil papel de interpretar a una mujer que sufre una relación abusiva. Macías ya había ganado un goya con un corto y con esta peli se llevó varios premios en el Festival de Málaga.
SUS PRIMEROS PAPELES
Ana Labordeta desvela que lo de ser actriz no fue vocación, sino casualidad. «Por mi familia he estado muy rodeada de libros, de música, de cine y de teatro. Me ha gustado siempre el arte, pero no tenía esa vocación de ay yo quiero ser actriz«. Al acabar COU empezó a estudiar filología hispánica y, por hacer algo más, se apuntó a arte dramático en Zaragoza y ahí se dio cuenta de que le molaba actuar. Más tarde se enteró de que reabrían una mítica escuela de teatro en Madrid y se cogió el tren y para allí que se fue a vivir ¡la gran aventura!
Junto al actorazo Federico Luppi en la gira de teatro de ‘El guia Del Hermitage’
Empezó con pequeños papeles en el teatro. «El teatro ha sido un amante muy fiel conmigo, he ido haciendo función tras función y buenas funciones además con buenos compañeros, directores y personajes que me gustaban, pero esto es una profesión muy de vivir el presente«. Señala que esta es una profesión extraña ya que puedes tener un gran éxito, pero cuando acaba tienes la sensación casi de empezar de cero.
TERUEL, ZARAGOZA Y EL PIRINEO OSCENSE
La Wikipedia dice que la actriz nace en la ciudad del Torico, un dato incorrecto, “pero como me gusta tanto Teruel no lo cambio», afirma entre risas. Por la época de su prenacimiento, su padres, profesores los dos, vivían en Teruel y, coincidiendo con las vacaciones escolares, se desplazan a Zaragoza a dar a luz, aprovechando la coyuntura de que la abuela materna vive allí. A las semanas del alumbramiento vuelven a Teruel donde Ana Labordeta vive hasta los cuatro añitos, abandonan la ciudad que existe y se mudan a Zaragoza. «Me he criado en Zaragoza con el cierzo y la niebla», bromea.
Siempre que puede vuelve a Zaragoza donde visita a su madre, hermanas y sobrinos y saca a pasear por la ciudad a su perrita Ara: «siempre termino paseando por la zona donde tenían mis abuelos el colegio, que es la zona del Mercado Central. No sé por qué, pero siempre termino por esa zona», rememora. También menciona su amor por el Pirineo aragonés: «amo mucho ese paisaje. He ido mucho sobre todo a Canfranc, Villanúa y Castiello. No voy todo lo que me gustaría ir, pero sí que es un paisaje que me acompaña mucho«.
Próximamente veremos a Ana Labordeta en la serie ‘Madres. Amor y vida’ y ‘Luimelia’ y nosotras deseamos verla, por qué no, interpretando con algún fantástico paisaje de fondo de nuestro Pirineo aragonés. Aquí te esperamos con los brazos abiertos y nuestros profesionales seguro que también.
Divertida, inteligente, fuerte, generosa, emotiva, paciente y libre. Estos, y otros muchos rasgos, transmite Luisa Gavasa a quien tiene la fortuna de pasar un rato junto a ella para conocer su historia y su trayectoria. Multipremiada, y bien merecidamente, lleva a Aragón y a su Zaragoza natal en el alma y expresa su amor hacia esta tierra siempre que puede.
Aunque estudió filología, siempre quiso ser actriz y desde muy joven comenzó a trabajar de manera profesional en un oficio que considera a veces “duro y cruel”, pero que es para ella el trabajo “más bello”, ya que le permite ser otras, sin dejar de ser ella misma.
Reivindica Aragón como tierra de cine y se felicita de que cada vez más mujeres lleven una cámara al hombro y pasen a realizar largos, cortos, series y documentales. “Ya era hora de que nos tomaran en serio”, recalca.
Vamos con el ‘Secuenciando a… Luisa Gavasa’.
Luisa, has recibido este año el Simón de Honor de la Academia del Cine Aragonés, ¿qué sientes al recibir este premio de tus compañeros?
Aunque parezca una redundancia, siento honor, que es una palabra muy bonita porque se usa poco, el honor, así que estoy muy agradecida. No es el primero que tengo, tengo dos, por actriz por las películas de Paula Ortiz, ‘De tu ventana a la mía’ y ‘La novia’, y siempre estoy recibiendo premios de mi ciudad y este es muy importante porque es el premio de la Academia aragonesa y es un honor.
No es el primer premio que recibes de la ACA ni la primera vez que te sientes reconocida en tu ciudad, también has sido pregonera y has podido sentir en otros momentos plenamente el cariño de los tuyos
Sí, yo creo que no hay una actriz aragonesa, y lo digo no desde la vanidad, sino desde la certeza, con más premios en Aragón, me han dado premios en todos los festivales de Aragón y yo creo que de las tres provincias, soy Hija Predilecta, que es otro honor, he sido pregonera y también he dado las campanadas, que ahora pienso que para darle la bienvenida a un año tan tremendo si lo se me quedo en mi casa, pero bueno en ese momento no podía prever la que se nos venía encima. Soy profeta en mi tierra, pero es verdad que ya no son los reconocimientos oficiales, que está muy bien, lo que me gusta es la calle y se cómo me tratan, cómo me quieren y cómo me regalan y me abrazan y eso no hay premio que lo equipare.
¿Cómo fue tu infancia y tu vida en Zaragoza?
La Luisa de la infancia era una niña profundamente feliz, vinculadísima a mi único hermano, vivíamos en una casa en el paseo de Echegaray, en una casa con entrada de carruajes, enorme, con un patio dentro donde jugábamos. Mi abuelo tenía un conserje que tenía un nieto y estábamos Joaquinito, mi hermano y yo, los tres que éramos como la pandilla. He sido una niña muy feliz, muy querida y muy deseada; primera hija, primera nieta, primera sobrina, en un entorno socioeconómico bueno, con lo cual afortunadamente no se lo que es privarme de no poder acceder a algo o no poder estudiar lo que quería.
La vida ha sido generosísima conmigo desde el minuto cero, desde que me da un lugar de nacimiento en el que hay una librería y una biblioteca donde puedo acceder a todo, nadie me dice este libro no se lee o tienes que hacer esto. Tuve un padre que venía de la República y que me enseñó a amar la paz y la justicia por encima de todas las cosas, una madre universitaria, culta y deportista que me enseñó a ser libre y a que una mujer era libre cuando se mantenía por ella misma, que me habló de amor y de sexo, de cuando un hijo se quiere tener y cuando no se quiere tener.
Todo ha sido una consecución, más la suerte añadida de vivir con unos abuelos, como mi hermano y yo éramos chico y chica, para mi abuela y mi madre mi hermano era el favorito y para mi padre y mi abuelo yo era el ojito derecho. Era una casa muy abierta, mis padres era gente que le gustaba que los amigos vinieran, en mi casa nunca se ha hecho distinción ni por sexualidad, ni por color, ni por nada. Todo el mundo era recibido y esos valores te marcan para toda la vida, te dan una seguridad y cuando dije que quería ser actriz y que la filología ahí la dejaba, ellos me dijeron que ahí estaban para apoyarme. Cuando tienes todo eso vas muy segura por la vida, yo lo he ido siempre, incluso en los momentos difíciles de no tener trabajo o de no tener dinero, que también me ha pasado, pero he ido siempre con esa seguridad de haber tenido esos padres-roca, siempre les doy las gracias.
¿Hasta qué edad viviste en Zaragoza y dónde fuiste luego?
Hasta los 23, me fui a Barcelona porque me salió trabajo como actriz profesional por primera vez en mi vida. Yo venía de la mano de Mariano Cariñena, que siempre lo nombraré porque me abrió la mano para el teatro, un ser maravilloso, que solamente los que hemos trabajado con él sabemos el honor de haberle conocido. Me fui a Barcelona a hacer teatro universitario, aprendí catalán, que es un idioma hermosísimo, y de ahí me fui a Madrid llorando porque yo no quería dejar el mar, pero tenía que ir a Castilla, aunque quería quedarme en esa Barcelona de los 70, que era Europa, mientras Madrid era un pueblo y Zaragoza entonces ya ni te digo, era provincia, la Academia General Militar y el Pilar, era entonces una ciudad muy reducida, con todos mis respetos a ambas cosas.
¿Estudiaste Filología?
La filología viene por mi amor a las letras, a las palabras y a los libros. De hecho, yo hubiera estudiado literatura pura, pero en ese momento mi hermano se iba a estudiar económicas a Valencia y podría haber preguntado, pero pensé que sería demasiado para mis padres los dos hijos que se van de golpe, y me quedé en Zaragoza. Trabajaba en radio, hacia teatro, y estudié filología inglesa, aunque empecé con hispánicas, pero era muy árida, y pasé a inglés. Solo doce acabamos la promoción y en el 74, que fue cuando terminé, me fui a vivir a Barcelona dos años, en el 76 ya estaba en Madrid.
Además, me matriculé en primero de Periodismo, pero en ese intervalo me fui a Barcelona, conocí a Ricard Salvat y a su familia, me ofreció trabajo como profesora de teatro y lo dejé. En todas partes pone que he estudiado periodismo y no es cierto; también se dice que fui a estudiar a Nueva York y tampoco es cierto, allí he ido de turista.
¿Cuáles fueron tus primeros trabajos?, ¿cómo empieza tu carrera?
Por la puerta grande, siempre he tenido mucha suerte. Con Miguel Narros en el Teatro María Guerrero, un montaje precioso, después Marsillach con ‘Las arrecogías’, de ahí viene mi amistad con María Luisa Ponte, con Pilar Bardem, somos amigas desde entonces. Era entrar en un mundo que seguro que desconocen los chicos ahora de veinte años que se creen muy actores porque salen en una serie de éxito, que encuentras cada tontería por ahí, pero la vida se encarga de espabilarnos a todos. Concha Velasco era la protagonista y ahora cuando nos encontramos le digo “Conchita” y ella me dice “ay cariño, eres de las pocas que me llaman Conchita”, pero yo la conocí así con 26 años. Hacíamos doce funciones por semana, allí conocí también a Carmen Linares, que entonces era una chica que cantaba.
Marsillach hizo un montaje espectacular y yo salía todos los días tarde y noche a ver a María Luisa Ponte. ‘Las arrecogías’ era un beaterio donde estaban metidas prostitutas, políticas, monjas, y María Luisa Ponte hacía de una puta que se llamaba ‘Chirrina la de la cuesta’ y Marsillach había hecho una escenografía maravillosa, había un pilón y ahí estaban las presas y María Luisa y de pronto sonaba un tiro y se hacía un silencio y María Luisa pasaba de la comedia al drama en un plis plas y en todo un teatro lleno que estaba a carcajada se hacía un silencio y yo pensaba que tenía que aprender a hacer eso. Ella me preguntaba que qué hacía y yo le decía que aprender, porque así se aprende. De ahí nació una amistad que duró hasta que se murió.
Te hemos visto en muy distintos papeles, en todos los géneros, teatro, televisión y cine, ¿te sientes especialmente cómoda en algún género o formato?, ¿qué te aporta cada uno?
Es un tema de personaje, si el personaje es bueno me da igual que sea en televisión que en cine. Teatro ahora hago menos porque me están llamando más para audiovisual, pero yo creo que la clave es el personaje, a veces hay un secundario que tiene muchísimo más peso que un protagonista, que tiene más carne, que te deja huella. Yo tengo un armario donde hay ciertos personajes puestos.
Háblanos de algunos de esos personajes
Siempre sale la madre de ‘La novia’, es el personaje más duro de mi vida, el más difícil el rodaje, en el que más puse y el que más me ha dado; pero hay más. La Loreto de ‘Amar en tiempos revueltos’; la dama del mar de Ibsen; el teatro con Mariano Cariñena, en el que había una obra en la que tenía que salir a cantar con La Bullonera, pero ellos tenían exámenes y no vinieron, lo grabaron en un casete y como entonces era una inconsciente de 22 años, ahora no lo haría ni loca, plantada en medio del escenario cantaba a pelo con la música que salía del hilo musical.
Cuando uno elige una profesión, cuando eres muy jovencito no eres consciente de que es tu vida o va a ser tu vida, creo que elegir lo que tu amas por encima de todo, aunque te arriesgues porque este oficio es duro, es cruel y no siempre sale bien, pero al menos hay que intentarlo, porque para mi es el oficio más bello, ser otras sin dejar de ser tú. Yo he sido reina, puta, loca, monja, buena, mala, asesina, qué suerte que encima me pagan, me aplauden, me paran y me piden autógrafos. Es muy gratificante.
Mencionas el personaje de la madre en ‘La novia’ con el que ganaste un Goya…
Un Goya, un Feroz, el premio de la Unión de Actores, dos Simones… Me lo dijo Luis Alegre, que yo no lo sabía, que era la primera actriz española que se había llevado los cuarto premios de cine en la misma temporada.
¿Qué supuso ese año para ti?
Que el mundo del cine me abría la puerta y eso se lo debo a Paula Ortiz. Yo era una actriz que trabajaba, pero la puerta grande me la abre Paula con ‘La novia’ y de ahí paso a trabajar con Medem, con Garci, con Fesser, con Villaronga que ya habíamos trabajado.
¿Hay algún rodaje que recuerdes especialmente?
Por risas ‘Miau’ porque con Manuel Manquiña, Álvaro de Luna y José Luis Gil me lo pasé… bueno, bueno… Era la única chica, me llevaban en palmitas y nos lo pasábamos los cuatro… Y Manquiña está como las maracas, es uno de los seres más maravillosos que yo me he encontrado.
En ese rodaje me lo pasé muy bien y el que peor lo he pasado en mi vida fue ‘La novia’ porque se nos iba todo: tenía que llover, hacía calor; tenía que hacer calor, llovía; tenía que llover, hacía un aire de la leche; se cortó el rodaje en mitad de la película; se mató Alex Angulo; tuve una secuencia tremenda, que era ver a mi hijo muerto y como hubo que cortar el rodaje una parte estoy con el hijo muerto y en la otra estoy mirando una piedra y volver a retomar una situación emocional tan alta, después de un mes, con una piedra… ¡Cómo no me van a dar un Goya! Me lo gané (ríe).
Cuando Paula me mandó el guión me pidió que no lo leyera hasta que ella me dijera y yo lo tenía en la mesilla y me preguntaba ¿y no lo leíste?, y no, yo soy muy disciplinada y Paula me dijo que no leyera y ahí estaba hasta el día que me dijo que empezara a memorizar y así lo hice, memorizaba todo menos el final, cuando llega la novia con mi hijo, que era como si me pasaran una goma de borrar, no podía y pasando el texto me puse a llorar como una loca y decía “¡mi hijo, mi hijo!”. Me di cuenta de que ese personaje me sacaba el temor atávico que tenemos todas las madres sobre nuestros hijos, no hay nada más horroroso para una madre que la muerte de su hijo y cuando me di cuenta me pude aprender el texto. Fue asumir que lo que me producía el espanto de que a mi hijo Pablo le pasara algo y a partir de ahí pude aprenderme el texto.
¿Qué esperabas de este segundo trabajo de Paula?
Ya sabía que iba a hacer la madre, pero esperaba conseguir un sueño, porque Lorca es universal y la madre, es la madre, estamos hablando de literatura universal, de un arquetipo que todo el mundo se ha hecho una idea; todos teníamos mucho miedo, un sentimiento de responsabilidad y al mismo tiempo un concepto de equipo de sacar el trabajo hacia adelante y se sacó contra viento y marea. Nos dejamos la piel todos, la primera Paula, fue un rodaje duro; también nos reímos mucho; fue el último rodaje de mi queridísimo amigo Carlos Álvarez Novoa, que no pudo ni ver la película. Me ha pasado con dos, con Álvaro de Luna que no pudo ver ‘Miau’ y con Carlos Álvarez Novoa que no pudo ver ‘La novia’. Fue un palo, eran actores maravillosos, gente maravillosa.
Te vemos trabajar mucho en Aragón, después de haberte tenido que marchar a trabajar fuera en tu juventud, ¿qué sientes al poder volver y rodar en Aragón y en tu ciudad?
Es una gratificación porque estaba un poco harta de que hubiera ETB, con todos mis respetos, TV3, las del Sur, Canal Nou y que en Aragón no tuviéramos nunca una televisión que hiciera ficción. Por fin, es volver a casa, a los padres, al río, a las jotas, a todo lo que antes no me importaba y ahora me doy cuenta del peso tan profundo que tienen en mi memoria y en mi alma.
¿Sueles volver muchas veces al año a Zaragoza, no solo por motivos de trabajo?
Ahora menos, porque solo me quedan unos primos y una gran amiga, pero como me llaman para tantas cosas. En octubre vuelvo porque se presentan unas películas mías en la Filmoteca y vengo a presentarlas. Mi representante, Alberto Bongiorno, siempre me decía: “ya has oído Aragón TV, ya has perdido el culo” y yo le decía: “pues chico, sí” (ríe). Falleció hace unos meses y fue un palo muy grande, ha sido un compañero de vida profesional maravilloso, llevábamos casi 25 años y era el tío de mis nietos, el hermano, el confidente, el cómplice, el amigo y un ser maravilloso, que amaba la vida por encima de todas las cosas. Y en 26 días falleció por un tumor cerebral, le pude acompañar y recuerdo que siempre me tomaba el pelo con que perdía el culo si me llamaban de Aragón.
“Un corto, que no te van a pagar, pero claro, como es de Aragón te da igual”, me decía, y es verdad. Me llamaron hace poco para hacer un vídeo de turismo de Teruel, les dije que no pensaba cobrar en estos momentos en que está pasando lo que está pasando, que me negaba a cobrar, es un tema de solidaridad con mi tierra. Luego la vida siempre te devuelve, además, y me llamaron también para que leyese el texto en el acto de homenaje a las víctimas del Covid y fue un orgullo que me eligieran para ello. Amor con amor se paga.
Esta semana vuelvo a Zaragoza porque se proyecta en la Filmoteca, tras el Simón de Honor’, ‘La novia’, ‘De tu ventana a la mía’ y ‘Miau’ está organizado por la Academia del Cine Aragonés y son los días 14, 15 y 16 de octubre. También así daré la “tetadica” y con mi hijo vemos que al cruzar la frontera en Aragón nos vienen palabras que en Madrid ni se nos ocurren: chipiada, espesa, palabras que en Madrid no me salen habitualmente y las salmueras que en Zaragoza me apetecen.
¿Has actuado alguna vez en inglés?
Hice una prueba para una serie no hace mucho, estando aquí trabajando en ‘El último show’, que no salió, pero al menos me llamaron desde Hollywood para hacer un casting en inglés, creo que para una serie de Bayona. He trabajado en francés y he hecho teatro en catalán.
¿Cómo ves el panorama audiovisual aragonés en la actualidad?
Mal, pero mal porque estamos en un momento en que no se puede ver nada bien. El Covid ha paralizado todo, todos los proyectos que tenía este año se han ido, se han caído, se han pospuesto. Yo ahora tengo dos cosas, de apoyo a la Casa de la Mujer en Zaragoza contra la violencia de género, que está pospuesta, ruedo una película en noviembre en Barcelona. Teóricamente el panorama está bien, lo que no está bien son las circunstancias que rodean al panorama, se están dando cambios de guión para que la gente mantenga las distancias, es muy complicado. La que ha organizado este virus es muy gorda, el dinero que está costando en todos los campos. Hay gente que se ha arruinado, si ya tienes una profesión que solamente vivimos de ella el 9 por ciento, el resto sobrevive, viene una cosa de estas y hay gente que se ha arruinado, que no tiene ni para pagar el alquiler.
El audiovisual aragonés sí estaba viviendo un buen momento, con muchos proyectos y calidad…
Yo puedo hablar de lo que he hecho, que fue ‘El último show’, una realización por parte de Alex (Rodrigo) y del equipo de plató extraordinaria, el tema de arte, maquillaje, peluquería, muy bien. Nada que envidiar a lo que se hace en Madrid. Aragón es tierra de cine y una cosa que me gusta mucho es que cada vez hay más mujeres con una cámara al hombro y realizando; ya no solamente las chicas son maquillaje y peluquería; ya era hora de que se nos tomara en serio.