El director y guionista Nacho García Velilla acaba de rodar en su ciudad natal, Zaragoza, su nueva película, que lleva por título ‘Menudas piezas’. Una historia de superación inspirada en la victoria de cinco alumnos del Colegio Marcos Frechín de la capital aragonesa en un torneo nacional de ajedrez y en la figura de su entrenador, Enrique Sánchez, el maestro que puso en marcha el club de ajedrez en este centro escolar del barrio de Las Fuentes.
Nacho, hemos de reconocer que esta historia nos tiene in love desde el primer minuto, así que juegas con ventaja. Como exalumna del Colegio Marcos Frechín, donde –obviamente– me enseñaron a jugar al ajedrez, no podría ser de otro modo. Por ello, nos hemos alegrado mucho de poder colarnos en el rodaje de algunas escenas en el edificio Paraninfo y conocer de primera mano, en una rueda de prensa, las impresiones del director y de la actriz protagonista, Alexandra Jiménez.
Nacho García Velilla pensando que esa escena está quedando justo como la había pensado en su cabeza. (Fotografía: Ñete)
El cineasta conoció la historia de estos alumnos y del club de ajedrez a través de la prensa. “Es una historia de superación de un grupo de chavales supuestamente perdedores y que dan la sorpresa ante unos supuestos ganadores, le dan la vuelta a la tortilla”. Al descubrir el potencial de la historia, enseguida contactó con sus coguionistas, David S. Olivas y Marta Sánchez, y se pusieron manos a la obra con un proyecto que tiene ingredientes dramáticos y cómicos y “un punto de emotividad bastante grande”.
Inspirados por la realidad, convirtieron al maestro en una profesora más joven, y a los alumnos de Primaria del Marcos Frechín en estudiantes de instituto. “Queríamos acentuar el peligro de unos chavales que están a punto de ser delincuentes y a quienes les cambia la vida” gracias al papel que juega su profesora, de modo que “pasan de ser unos perdedores a unos chavales que consiguen hitos y ganan una autoestima que no tenían”, explica Nacho García Velilla.
El rodaje de esta cinta les ha llevado a localizaciones de Zaragoza como el Instituto Pedro de Luna, lugar donde se sitúa la acción, el barrio de la Magdalena, la calle Alfonso, el paseo Independencia y María Agustín y el edificio Paraninfo, donde han terminado de rodar esta misma semana.
Alexandra Jiménez interpreta a Candela, una maestra que tendrá que pasar de pija a quinqui bien (Fotografía Ñete)
TREMENDO CASTING
Alexandra Jiménez protagoniza esta historia acompañada por cinco jóvenes, sin experiencia en el mundo audiovisual y elegidos entre más de 2.500 chicos que han participado en las audiciones en toda España. ¡Esto sí que es tremendo casting, y no los de OT! También encontramos en el reparto a Rubén Martínez, en un pequeño papel en el que interpreta a un abogado (y no decimos más porque ¡no nos gustan los spoilers!), Jorge Asín, Carmen Barrantes –como trío aragonés, además de la prota–, María Adánez, Alain Hernández, Francesc Orella y Miguel Rellán, entre otros actores. “Tienen papeles pequeños, porque la historia la completan la maestra y sus alumnos”, pero el casting se ha cuidado hasta el mínimo detalle para rodear a los cinco jóvenes de actores experimentados.
Para estos chicos es su primera película, así que entendemos que se pudieran sentir como pez fuera del agua en su primer día de rodaje. No obstante, Nacho García Velilla asegura que siempre ensaya “mucho” con todos sus actores, especialmente en las comedias, dado que todos tienen que acordar el mismo tono. “Mi enhorabuena al equipo de casting, con Jorge Galerón, porque tenemos cinco futuras estrellas, sin ninguna duda”, estima el dire. De hecho, uno de esos futuros ganadores de un Goya es de Zaragoza. “Es muy gracioso porque es el chino en la película y es el único que tiene acento maño”, bromeaba Velilla, para elogiar de nuevo al equipo de casting por su trabajo y a los cinco actores.
El dire, en un momento del rodaje en el edificio Paraninfo (Fotografía: Secuenciadas)
Sobre su regreso a un rodaje en Aragón, el director recuerda que se fue muy joven a estudiar comunicación, cine y guion y “toda mi carrera la he desarrollado fuera”, pero siempre ha intentado realizar sus proyectos en su tierra. “Hasta que un Sabina no hace una canción de Madrid, un Dylan de California o Woody Allen una película de Nueva York, parece que esas ciudades o esos paisajes no tienen relatos. Siempre he creído que en Aragón tenemos suficiente talento, pero nos falta la industria para que nuestras ciudades y paisajes tengan relatos; por eso, siempre que he podido he traído rodajes de envergadura a esta región”.
Ese talento aragonés lo ha incorporado también al equipo técnico con la presencia de la empresa Entropy, de efectos visuales, y con el músico Juanjo Javierre. Tras el rodaje, comenzará el proceso de postproducción, que durará entre ocho y doce meses, y después llegará el estreno, aunque el equipo aún no tiene una fecha decidida. Será “una peli muy bonita, estaréis orgullosos de la ciudad” gracias a esta historia que tiene “un punto de comedia emotiva”.
Además, Nacho García Velilla está terminando de escribir una miniserie y con otra película en mente. Al mismo tiempo, gracias a ‘Menudas piezas’, se ha puesto al día con el ajedrez, un deporte que jugaba de pequeño, pero que “hace años que no practicaba” y que esta peli le ha dado la oportunidad de retomar.
Nacho y Alexandra posan sonrientes para los medios (Fotografía: Secuenciadas)
ILUSIÓN
También cuando era una niña aprendió la actriz zaragozana Alexandra Jiménez a jugar al ajedrez. “Me enseñó mi padre, pero después no he avanzado, ni lo he desarrollado y ahora que estoy contando esta historia me dan ganas de retomarlo”, reconoce. A su padre le enseñó el abuelo de Alexandra y, por eso, “a mi padre le ha hecho especial ilusión que esté contando esta historia, porque a él el ajedrez le cambió sustancialmente en su trayectoria”, mejoró sus estudios y “le abrió un mundo de posibilidades”.
A la protagonista de ‘Menudas piezas’, a Candela, también le enseña a jugar su padre, con el que no tiene una de las mejores relaciones. Candela es profe piji en un colegio privado de Madrid, pero por circunstancias es despedida y regresa a Zaragoza, su ciudad natal, donde se reencuentra con su padre, con sus orígenes y con unos alumnos “muy complicados”. Deberá olvidarse de esa mujer de la alta sociedad “que se ha empeñado en inventar” y reconectar con la chica de barrio que es en realidad. Su prota “tiene un carácter tremendo, un pronto muy fuerte, es vanidosa y bastante inaguantable”. ¡¡Pues menuda pieza!!
No obstante, Candela no es nada soberbia y “eso la salva”, considera la actriz. Es una mujer que conecta con las necesidades de las personas y esa forma de ser le permitirá cambiar a lo largo de la película.
Rodar en Zaragoza le trae a Alexandra recuerdos de rincones e historias “muy significativas” en su vida. “Es la primera vez que tengo la oportunidad de rodar aquí”, indica, y el Paraninfo le acerca a vivencias personales, como las ocasiones en que iba con su hermana a disfrutar de las charlas sobre cine que modera el profesor y escritor Luis Alegre en este edificio. “Esa conexión con los orígenes me conecta directamente con el personaje, por muy opuestas que seamos, pero al final a todos nos suceden las mismas cosas, nunca dejas de ser la persona que eras”, afirma.
¡Menudas piezas en este rodaje! ¡Tremendo equipazo! (Fotografía: Ñete)
ALGO NUEVO CADA VEZ
De esta historia de superación destaca el papel “fundamental” que juega el ajedrez como elemento que motiva y enseña que “uno probablemente tiene más capacidades de las que piensa”. Y como este deporte ayuda a unos chicos que “no dan un duro por sí mismos” y comprueban que son más inteligentes y capaces de lo que ellos mismos pensaban, “se redescubren a sí mismos a través del ajedrez”.
Trabajar con estos cinco jóvenes ha sido “muy bonito” porque su plena disposición “ayuda a uno a recuperar ese tipo de disposición cuando llega al set de rodaje de ir con toda la humildad posible” y de darse cuenta de que “todo es nuevo cada vez y hay que estar atenta y absorber como una esponja si quieres avanzar”, concluye Alexandra Jiménez.
Como os decíamos al principio, en Secuenciadas ya somos fans absolutas de esta peli, que producen Telecinco Cinema, Felicitas Media y Menudas Piezas AIE, con el apoyo de Aragón Film Commission y Aragón TV.
“¿Tienes cara? Te maquillo”. Bien podría ser el lema vital de Ana Bruned, maquilladora, caracterizadora y profesora. Nacida en Jaca, esta oscense trabaja en el audiovisual (televisión, cine, cortometrajes, documentales, videoclips, publicidad); en teatro, ópera y ballet; fotografía y moda, espectáculos de calle; maquillaje de novias y eventos; para marcas comerciales y personajes del mundo de la política, la sociedad y la cultura española, como el rey Juan Carlos I, Penélope Cruz, José Coronado, Ainhoa Arteta, Raphael, Chenoa, Mecano, Los Secretos y un sinfín de caras conocidas y que quedaron bien guapas en sus manos.
Ganadora de dos premios Simón por ‘Leonardo muere’ y ‘Las pesadillas de Cajal’, y de dos cigüeñas de Fuentes de Ebro por su trabajo en ‘La tierra muerta’ y ‘Ofra&Khalil’, la seguimos fielmente en redes como Abrumada y, durante la entrevista, no pudimos pasar más de medio minuto seguido sin que nos hiciera reír. Risueña, bromista y algo vergonzosa ante la cámara, conocemos la trayectoria de Ana Bruned en este nuevo Secuenciando a.
¿Cómo comienzas en el mundo del maquillaje y la caracterización de forma profesional?
Vería alguna película (de niña) y diría: “papá, esto me encanta”. En principio lo que me gustaba eran las Bellas Artes, estuve en la Escuela de Artes Aplicadas y me fascinó, y estando allí fue cuando, de repente, no sé por qué, decidí que quería hacer maquillaje. Aquí en Zaragoza no había, me fui a Madrid y allí, como todavía no había conformado un grado de caracterización que ahora sí que lo hay, busqué a los mejores profesores de maquillaje en cine, en televisión, fotografía, teatro. Fui haciendo cursos y el de teatro, que impartía Juan Pedro Hernández, un caracterizador de TVE, maquillador de Isabel Pantoja y de Pedro Almodóvar, me recondujo al maquillaje de cine, tv y fotografía.
Estando en su clase le llamaron para hacer una película, de Manuel Iborra y Verónica Forqué (‘Caín’), que se iba a rodar en Cádiz, para ver si podía él. Como él no podía, me preguntó si quería ir yo, y como yo no tenía ni una pizca de conocimiento, le dije que sí y fui sin tener ni idea de nada. No me había leído un guion en mi vida, estaba recién salida del curso, me planté allí y estaba todo el rato con la boca abierta, no me enteraba de nada. Todavía no sé cómo pude hacer aquella peli o cómo no me despidieron.
¿Y cómo afrontas ese primer trabajo? ¿Qué recuerdos guardas?
Fue una pasada, porque fueron dos meses en Cádiz, fuera de todo el entorno que tenía habitualmente. Nos llevamos todos muy bien, fueron dos meses de despedirnos y llorar y, de hecho, ese año quedamos en Nochevieja allí. Aprendí mogollón porque la gente que estaba en mi entorno era muy buena trabajando, llevaban tiempo y me encanta como nadie me puso ninguna zancadilla, pensé “qué buena gente”. Porque con cuatro zancadillas me hubiera roto el cráneo, me lo iba rompiendo casi sola, pero muy bien, lo recuerdo fenomenal.
Cuando acabas ese trabajo en Cádiz, ¿vuelves a Madrid o a Zaragoza?
Ya me quedo en Madrid porque ya me estaban saliendo cosas, y pensé en probar allí porque aquí en Zaragoza no tenía ningún contacto tampoco. Me fui de trabajar en bares a estudiar maquillaje en Madrid, por lo que no tenía ningún contacto del medio audiovisual en Zaragoza, los hice en la peli, mientras estaba aprendiendo, y ya me quedé en Madrid. Luego por circunstancias personales me vine a Zaragoza, empecé a tener un entorno laboral en proyectos de fotografía, de moda, a finales de los 80 y principios de los 90. Los últimos coletazos en Madrid fueron en videoclips y dos largos que fueron un horror, un sufrimiento horroroso por el que dije “no vuelvo a hacer cine”, pero no, he vuelto a trabajar en ello.
Trabajas en cine, moda, novias, eventos…
Si es una cara maquillable, yo maquillo. ¿Tienes cara? Maquillo (ríe).
Lo primero que llegó fue una película y cine, pero después, cuando te empiezas a asentar en Zaragoza, ¿en qué te centras?
Me centro en teatro y en moda. Un profesor de la escuela de teatro, cuando se enteró de que había aprendido en Madrid, me ofreció hacer los maquillajes de fin de curso y, luego, dar cursillos. Y otra vez sin conocimiento le dije que claro. Ahora lo pienso, desde donde estoy, y digo: “cómo di clase, cómo pude dar esas clases de maquillaje”, porque impartir docencia es algo serio. Pero lo hice, me picó el gusanillo y ahora es una de las cosas que más me gusta, dar clase. Luego, de hecho, me formé un año completo como formador de formadores. Mi fantasía sería dar clase, y hacer algún cortometraje de vez en cuando.
«Hay algo muy satisfactorio, que jamás pensé que lo diría, que es el maquillaje a particulares; siempre hay satisfacción absoluta»
¿Qué te aporta cada faceta?
La moda está muerta, no aporta nada, porque se hace algún catálogo, pero incluso cuando la moda está viva, las editoriales no remuneran apenas. El teatro no aporta dinero, pero aporta una satisfacción, y dando clase cada año aprendo, porque aprendo de los alumnos y me parece de lo más fascinante que puedo hacer, porque yo les enseño y ellos también me enseñan y es maravilloso.
La caracterización, se me caen las lágrimas de la emoción, es de lo que más me gusta. En el corto ‘Cardelinas’ (2020) hay muchísima caracterización y no se ve, pero es una pasada porque hay caracterización de época y efectos especiales, marcas de hematomas en la piel, en las muñecas, todo eso no era algo visible, no es sangre; lo difícil es hacer algo que no haya sangre y que quede creíble.
Los eventos me gustan y proporcionan dinero. Y hay algo muy satisfactorio, que no pensé jamás que lo diría, que es el maquillaje a particulares. Es fascinante por un doble motivo: porque hay casi un documental a cada sitio que vas, por las interacciones de la gente, es maravilloso, y luego porque son momentos muy gratificantes, son personas que están por la labor, siempre hay satisfacción absoluta, no hay nada de malo.
¿Cómo has vivido la evolución en los materiales con los que trabajas?
Ahora los materiales te permiten hacer unas capas finísimas, las siliconas que se utilizan, incluso los materiales para captar el molde, los tiempos de vulcanización de todo, es todo mucho mejor. Antes en el cine se maquillaba con “pan stick” que es el horror de todo, porque no había una definición total. Yo soy fan del cine, pero no entiendo para qué hace falta un 8k. Eso para los documentales de naturaleza, que hace falta ver bien todo, pero para una piel es matar a los actores; queremos ficción-ficción, no necesito verle el poro entero a esa persona. Los adhesivos de ahora ¡cómo son! Los de antes o brillaba o el látex te intoxicaba.
Un trabajo especial para ti
Uno especial fue el primer trabajo que hice, el primero de mi vida, remunerado y que aprendí mucho, el largometraje de ‘Caín’, de Manuel Iborra y con Verónica Forqué. ¡Qué mujer, qué memoria tenía! Vino a Zaragoza a hacer ‘¡Ay, Carmela!’ y me llamó por teléfono para darme invitaciones. Al paso de los años, en el 93 fuimos a hacerle una entrevista y conforme entramos en su casa me saludó por mi nombre. Y yo pensando: “ ¿te acuerdas de mí? ”. Me pareció increíble. Luego vino ella a una conferencia en el Instituto Aragonés de la Mujer y lo mismo, pero habían pasado 500 años más.
También fue especial el videoclip de Mecano, ‘La fuerza del destino’, porque conocí a bastante gente; otro con Los Secretos, que son cosas que te marcan por cómo son ellos. Porque luego he tenido trabajos con gente muy conocida, pero que no me ha dejado huella. Me da igual eso, es la impronta humana la que deja huella.
¿Cuáles son tus maquillajes y caracterizaciones favoritas? ¿Cuáles te han resultado más difíciles?
Mi favorita es la de ‘Cardelinas’ y una que me resultó difícil, que fue para un vídeo de una obra audiovisual, es ‘Picasso adora la Maar’, que eran los cuadros de Picasso maquillados como trampantojos. Fue chulo, pero la gente se pensó que eran animaciones de vídeo, cuando en realidad eran maquillajes que se fundían con el fondo. De ese trabajo estoy super contenta. Hace poco se recogió en una exposición en el Torreón Fortea y el cartel de esa muestra sobre el trampantojo, también lo hice, dibujando mariposas monarca en la cara (de la modelo), que me llevó un ratico.
«Hay mucha gente con la que siempre trabajaría. Me dirían: «Estás condenada a trabajar con ellos» y sería una condena muy rica»
¿Hay algún director o actores con los que te gustaría especialmente trabajar? ¿O con el que dirías “repetiría toda mi vida”?
Con Alberto Andrés Lacasta repetiría toda mi vida, hay muchos con los que repetiría, con Luis Larrodera también. Me encantaría trabajar con los Coen; con Keanu Reeves, me encantaría maquillarlo, ser su asistente, que me dijera “Ana tráeme, por favor, un vaso de agua” y yo diciéndole que sí aunque no sea mi misión (bromea).
Repetiría siempre con Gorka Otxoa y Barbara Goenaga, con quienes he trabajado en la película ‘Para entrar a vivir’. Trabajaría siempre con Jorge Usón y Carmen Barrantes, todo el rato. Me dirían: “Estás condenada a trabajar con ellos”, y sería una condena muy rica.
Hay mucha gente con la que siempre trabajaría, no os podéis imaginar, más que con la que no trabajaría. Si eres el mejor artista del mundo y eres un capullo, no quiero trabajar contigo, esto me ocurrió en Madrid; la gente que grita al equipo no me gusta, no es necesario hacer eso.
¿Cómo está tu sector en Aragón ahora?
Muy degradado, es terrible, realmente no hay trabajo. Cuando hay mucha oferta de trabajo, hay oferta de calidad, hay una selección de calidad y la gente se preocupa por seguir formándose fuera, por continuar perfeccionando para llegar a un nivel potable, pero se hacen muchas cosas a low cost y se tiene trabajo de low cost, pero esa referencia no es cierta. Estoy con pena porque ya en España hay poco, pero en Aragón peor.
Hay que formarse bien, yo continúo formándome, hace poco he hecho el grado de producción audiovisual y no descarto hacer algo de iluminación, aunque no vaya a trabajar en ello, eso hay que hacerlo.
Es un debate complicadísimo, porque ¿dónde establecemos el límite de quién es profesional? ¿Te ganas la vida con ello dignamente? Antes de la pandemia me ofrecieron una entrevista de trabajo y me dijeron que el pago era salir en los títulos de crédito, pero esto es mi trabajo, tengo que pagar autónomos, el material y vivir de esto; esas desfachateces las tendríamos que guardar.
Si Ana Bruned no fuera maquilladora, ¿qué sería?
Actriz…
Pero ya has hecho pinitos como actriz…
Me parto, ¡qué vergüenza! (ríe). Realmente lo que me gustaría sería ser escultora.
¿Cuáles serán tus próximos trabajos?
Hay proyectos, porque ahora estamos con el tema de las subvenciones y en este último trimestre te piden cartas de compromiso, entonces tengo firmadas un montón. ¿Qué llegará a buen puerto? Ni idea, igual hay tres largometrajes, cortometrajes también tres o cuatro.
Lo más próximo en estreno será el cortometraje de Luis Larrodera, ‘El peor oficio del mundo’, en enero o febrero, pero por decir algo y ser creativa en la fecha (se ríe). También trabajo en los programas de Aragón TV ‘La pera limonera’ y ‘Basura o tesoro’.
Siete cineastas aragoneses y una pandemia mundial. Podría ser el inicio de una película taquillera, ¿verdad? Aragón TV lo tuvo muy claro y encargó a la directora Vicky Calavia que coordinara un largometraje en el que siete realizadores, siete caras muy conocidas del audiovisual aragonés, contaran al público su visión personal sobre el confinamiento, la pandemia y la nueva normalidad.
Esta apuesta se ha convertido en la película ‘Reset’, en la que un hilo invisible une las historias de los muy grandes Pablo Aragüés, Alejandro Cortés, Ignacio Estaregui, Javier Macipe, Nata Moreno, Pilar Palomero y Gaizka Urresti. Un flechazo en los tiempos de la mascarilla y la distancia social; racismo en la época del covid; las andanzas de un titiritero que regresa a los escenarios; la importancia de vivir el presente; una compañía teatral que deberá decidir su futuro; cómo el distanciamiento ha afectado a las personas, especialmente a los mayores; y las vivencias de una familia saturada de compatibilizar teletrabajo y tele-estudiar. Os suena todo, ¿verdad?
Y muchas sorpresas, con algunos directores que se atreven delante de las cámaras, cortos en blanco y negro, falsos docus, ficción. Un planazo atractivo desde el minuto uno que podremos ver este domingo, 11 de octubre, a partir de las 21:20 horas en Aragón TV, tras su preestreno este martes en los Cines Palafox de la capital aragonesa.
Todo ello capitaneado por la directora Vicky Calavia que cuando recibió la llamada de Aragón TV se mostró “encantada” de coordinar este proyecto y de “poder ayudar de alguna manera” en esta peli. “Me ha gustado mucho hacer de agente cultural y que el público pueda ver todos los proyectos”, explica a Secuenciadas.
“Estamos viviendo algo histórico y una nueva normalidad tan apabullante”, observa Calavia, destacando que este largometraje recupera la fórmula de ‘París, je t’aime’, convirtiéndose en una especie de ‘Aragón, je t’aime’ para hablar de lo que estamos viviendo en un año que, cuando termine, no pasará a estar entre nuestros cinco favoritos. Eso os lo aseguramos desde ya.
Acompañándola en esta aventura encontramos también a Carlos Navarro, que se ha encargado del etalonaje final del largo, de darle un aspecto cinematográfico, pero manteniendo la esencia de cada corto, respetando la libertad que cada director tuvo a la hora de contar su historia.
Pero, ¿de qué van los cortos y cómo han trabajado los realizadores?
Pablo Aragüés – ‘Runners’
¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?
Es algo que nos propuso la propia televisión, me contó el proyecto y me pareció que era una cosa que estaba muy bien, era una muy buena idea contar una visión de la pandemia con un punto de vista aragonés y, sobre todo con un punto positivo, optimista, porque estábamos saturados de drama cotidiano. Nos dieron libertad para elegir qué contar y cómo contarlo y yo llevaba un tiempo queriendo hacer algo sin diálogos, de dos personas que se cruzan, se miran, pero no hablan. Quería contar la historia solo con imágenes y tan apenas diálogos.
¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?
No, la verdad es que no. Durante la pandemia sí que he ido pensando cosas, trabajando en una serie que a ver si se puede desarrollar, pero es una cosa que nos ha pillado a todos tan de sopetón que no sabes tampoco como enfocarlo porque el problema es que a toro pasado es muy fácil contar las cosas, pero cuando no sabes cómo va a acabar tienes que tener mucho cuidado con qué contar y cómo contarlo.
¿Cuál es la historia de tu cortometraje?
Son dos runners que se cruzan todos los días en el Parque Grande de Zaragoza, un chico y una chica que van corriendo en tiempos de mantener la distancia social y de mascarillas. Se cruzan, pero no hablan y tan apenas se ven los ojos y es un poco cómo se relacionan dos personas así y si lograrán relacionarse más allá de las miradas y la distancia social o no.
¿Quiénes aparecen en el corto?
Los actores son Irene Ferrándiz y Rubén Martínez, hay alguna figuración, pero los protagonistas son ellos y llevan toda la historia. Como Aragón TV está detrás del proyecto tuvimos acceso al archivo universal de música y me pareció interesante poder contarlo con música clásica y que la música fuese también un personaje más.
Rubén Martínez e Irene Ferrándiz viven encuentros fortuitos en el Parque Grande de Zaragoza. Love is in the air.
¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?
-En el Parque Grande de Zaragoza, principalmente en el paseo de los Bearneses, y se rodó durante dos días y un par de mañanas más que estuvimos en el parque rodando a la gente cuando iba pronto a trabajar y a correr.
¿Cómo fue el rodaje?
Fue muy bien, es una pena porque queríamos haber metido algún vehículo en el parque para poder hacer algunos planos, pero no pudimos, no nos dejaron, pero nos apañamos. Tuneamos un cochecito de bicicletas del parque, lo apañamos para poder poner la cámara y demás y fue una experiencia curiosa, la verdad. Yo ya había rodado otras veces en el parque y en general siempre ha salido muy bien.
Yo operaba la cámara, lo llevo haciendo desde hace tiempo porque me permite estar un poco cerca del actor. En este caso, me parecía que aportaba mucho la manera de trabajar y también como los equipos ahora con lo del Covid tienen que ser pequeños, pues facilitaba el tema de que fuéramos pocos.
Pablo Aragües improvisando un travelling out, graba al actor Rubén Martínez en su faceta de runner.
¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?
No lo he pensado, la verdad. Es una historia de comedia, con cierto punto de ironía. Es necesario normalizar estas cosas que hay en la nueva normalidad y verlas con un punto de humor, si ya es difícil relacionarnos de por sí de una manera normal, en un entorno normal, en esta nueva normalidad es más complicado, no te ves la cara, no te puedes acercar; creo que la clave está en eso, en darle un punto de comicidad.
Alejando Cortes – ‘La nueva normalidad’
¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?
Me llamaron para participar en el proyecto, me preguntaron si me gustaría dirigir un texto escrito por otra persona, en este caso Alex Rodrigo y me gusta mucho escribir para que dirijan otros y dirigir lo que escriben otros.
Alex y yo comenzamos a trabajar juntos con el intercambio de ideas iniciales: de qué queríamos hablar, qué temas nos interesaban y enseguida nos pusimos de acuerdo.
Alex empezó primero a mandarme sinopsis, luego la escaleta del guión y, conforme avanzábamos y corregíamos las versiones, encontramos un punto en común en el que yo me sentía súper cómodo para dirigir la historia. Los dos teníamos en mente hablar sobre los rebrotes de odio y de racismo como algo casi tan peligroso como los rebrotes de la enfermedad, de ahí partió todo.
Teníamos la necesidad de contar también qué nos pasaba a nosotros que habíamos estado encerrados y sin poder trabajar en equipo y pensé que era el momento perfecto para este proyecto porque nos anima a hacer cine, que es un arte colectivo, y que es justamente lo que no habíamos podido hacer en casa.
¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?
Tenía como ideas sueltas que no terminaban de tomar cuerpo porque la realidad evolucionaba tan rápido y cambiaba tanto, cada vez a peor, que muchas veces la realidad superaba las expectativas de la página en blanco. Lo que más me motivo a seguir adelante fue hablar sobre algo histórico como lo que nos está ocurriendo. Nos va a quedar algo chulo, diferente y cada punto de vista de las siete piezas será distinto e interesante, cada una en su estilo.
¿Cuál es la historia de tu cortometraje?
Habla de un ambiente rural en una población imaginaria donde tiene lugar una infección de coronavirus dentro de un centro de menores extranjeros y de una niña que intenta huir en un contexto hostil.
¿Quiénes aparecen en el corto?
Es un equipo casi todo aragonés, en el que hemos contado con tres personajes jóvenes, de los cuales los dos chicos son aragoneses (Luis Herbella y Hugo Grimalt), están Rubén Martínez, Laura Gómez-Lacueva, Salomé Jiménez y Habana Rubio, que interpreta a la niña extranjera. El resto son extras y figurantes también de la tierra. Además, Usha Jadhav, que fue premio nacional de cinematografía como mejor actriz en la India, colabora de manera especial.
La actriz Habana Rubio, en el corto, pasea por las calles de Fuentes de Ebro mientras se cruza con un perrete.
¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?
Se rodó en tres días en Zaragoza, Fuentes de Ebro y en otras localizaciones.
¿Cómo fue el rodaje?
Fue muy interesante porque aplicar los protocolos que se tienen que llevar a cabo en un rodaje por el Covid implica un 20 o 25 por ciento más de tiempo para cada toma y eso en una pieza como la nuestra que tiene tal cantidad de planos, llegamos a hacer 15 o 17 planos por día, es apurar muchísimo los tiempos. Intentamos hacer en las primeras tomas, con ensayos previos, el mejor resultado posible. Era como dirigir cuando hacía mis primeros cortos en 16 mm y en 35, como pensar que se te acababa la película, que tenías que hacerlo en las primeras tomas para poder llegar, como cuando el cine era analógico.
El equipo se redujo en lo posible, pero por la historia había un número de personas mínimo que tenía que estar, dirección, fotografía, sonido, producción, arte, vestuario, maquillaje y peluquería. Fue todo muy complejo y con el equipo indispensable para conseguir un resultado de calidad.
Alejandro Cortés todo motivado en la vuelta a la nueva normalidad de un rodaje.
¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?
Creo que se van a sentir identificados, nuestra historia no va de buenos y malos, de blanco y negro, hay que darse cuenta de que no hacer nada implica ponerse del lado del intolerante, eso sí, y los personajes que aparecen en el corto son gente con la que te puedes identificar que puede tomar buenas o malas decisiones. Me parece que eso va a generar empatía, que a la gente le va a gustar mucho y creo que el ritmo de cómo lo contamos a la gente le va a enganchar.
Ignacio Estaregui – ‘Astillas’
¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?
A principios de mayo, durante el confinamiento, nos llamó la televisión y nos presentó la propuesta a diferentes autores: participar en esa mirada sobre lo que estaba pasando, sobre el confinamiento y la nueva normalidad que se avecinaba de manera inmediata. Querían dejar una especie de legado, sobre cómo se vivió ese momento. Fui uno de los autores elegido y yo encantado, era un honor que me llamasen.
Había que crear un corto de unos doce minutos, dando una visión, cada uno la suya personal, pero regida por un patrón de cierto optimismo y que reflejase la situación que se estaba viviendo.
Yo estaba en mi casa escribiendo, no tenía un rodaje inminente, estaba moviendo otro corto y que me llamaran es un honor y una responsabilidad también.
¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?
No, estaba escribiendo un largometraje que no tiene nada que ver y no pensaba hacer nada en concreto. Al principio me costaba un poco más centrarme y seguir escribiendo ese guión en el que estaba involucrado y cuando vi que otros artistas a nivel musical y audiovisual tomaban iniciativa de hablar sobre el tema yo no sentí esa necesidad, aunque en el momento en el que te llaman se genera y no hay quien la pare.
El guión es mío, la historia es mía y viene un poco de la idea de contar que el momento en el que estábamos, recién terminado el confinamiento, era el de la incertidumbre de la vuelta de los espectáculos y de la cultura en general. Al mismo tiempo era conocedor del magnífico trabajo del actor y titiritero Javier Aranda, del que soy total fan, y vi la oportunidad de fusionarlo en esta historia que quería contar.
¿Cuál es la historia de tu cortometraje?
La historia sigue las andanzas de Javier, un titiritero que emprende una gira por pequeños pueblos durante la nueva normalidad. Él se enfrenta a los espectáculos de nuevo teniendo que llevar un gran vacío dentro que es el que le provoca la ausencia de un ser querido.
Fue curioso, porque preparando el personaje Javier tuvo como un ensayo general dado que actuó en la casa del circo justo antes de grabar el corto, el último fin de semana de junio.
¿Quiénes aparecen en el corto?
Javier Aranda es el protagonista principal, es su historia, y se va encontrando en el corto con diferentes personajes: un guardia civil, el alcalde de un pueblo, la concejal de cultura, una espectadora. Todos son gente de Bujaraloz e interpretan a personajes muy próximos a ellos en la vida real.
Uno de los protagonistas de cartón del espectáculo ‘Parias’ de Javier Aranda que también tiene su propio papel en el corto ‘Astillas’.
¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?
Hemos rodado los exteriores de la furgoneta en Pedrola, pero después el grueso de la historia se desarrolla en la Comarca de Los Monegros, que es donde el personaje de Javier realiza esa gira por diferentes pueblos. Se rodó íntegramente en Bujaraloz, aunque se mencionan pueblos como La Almolda y Castejón. La asociación de cine y el Ayuntamiento de Bujaraloz se volcaron totalmente y a nivel logístico nos facilitó mucho las cosas rodar en una sola localización. Aparece el ayuntamiento, las plazas y calles del pueblo, el restaurante El Español. Fueron tres días de rodaje, sábado y domingo en Bujaraloz y al día siguiente, en rodaje nocturno, en Pedrola las tomas en las que Javier está con la furgoneta.
¿Cómo fue el rodaje?
Fue un rodaje muy extraño, porque acabábamos de salir del confinamiento, la gente estaba como sin saber qué iba a pasar, con la incertidumbre de la propia situación en sí del rodaje, las mascarillas, el gel, mantener las distancias. Fue un buen rodaje porque fuimos un equipo muy pequeño, más de lo habitual, pero por pura precaución. En esos momentos una persona más en el equipo multiplicaba por cien las posibles conexiones y lo que hicimos es que fuera un equipo muy pequeñito, asumiendo a lo mejor más tareas de las que tocan. Tiene la parte positiva de que fue un rodaje muy llevadero, en el que estábamos muy compenetrados.
Equipazo del corto ‘Astillas’ con Javier Aranda en el centro e Ignacio Estaregui con calcetines azules de Zalando Moda.
¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?
Entiendo que la película se recibirá de una manera y a lo mejor los trabajos de los diferentes autores se pueden recibir de otra. Creo que el nuestro es un corto que al público le va a gustar mucho y tengo esa sensación por la propia historia y por la verdad que hay gracias al trabajo de Javier, él lleva el peso del corto en los hombros y creo que gustará mucho porque él está fantástico.
Javier Macipe – ‘La tierra’
¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?
Es un orgullo que me lo propusieran y se dio la circunstancia de que la pandemia me dejó de repente sin trabajo, estaba rodando una película, La estrella azul y se tuvo que parar el tercer día de rodaje, con lo cual me vino genial porque pude trabajar en esta circunstancia en la que pensaba que iba a estar meses sin trabajar. También por el tema que nos toca a todos y me parece interesante mostrar mi visión particular del Covid.
¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?
No, como estaba tan metido en otro proyecto, en mi película, toda la pandemia la pasé más bien con conversaciones para ver cuándo la podríamos retomar, adaptando todo, reorganizando. Me vino bien para sacarme de mi propio proyecto y poder tomar aire.
¿Cuál es la historia de tu cortometraje?
Mi cortometraje habla de que la pandemia lo que nos ha hecho es, a muchos, replantearnos las prioridades en la vida, sobre todo el tener focalizada mucho la felicidad en el futuro y esto nos ha enseñado que todos los planes, todo lo que damos por hecho que se va a cumplir pues puede ocurrir algo como esto y caerse todo. Nos ha enseñado a vivir más el presente y a centrarnos en las cosas esenciales.
Eso como concepto, en concreto lo que hicimos fue hacer un documental pasando varios días con Jaime González y Maribel Lardiés, que son dos músicos amigos míos que son un ejemplo de personas que antes de que llegara la pandemia ya tenían una vida centrada en lo esencial, una vida sabia, personas que viven mucho el presente.
¿Quiénes aparecen en el corto?
En el corto se incluye la metaficción y se nos ve a los técnicos, los que estamos detrás de las cámaras. Los protagonistas son Jaime González y Maribel Lardiés, aparecen Jaime Lapeña y Alicia Fernández y después los técnicos: Javier Macipe, el director de fotografía Álvaro Medina, Claudia Andrés y Amelia Hernández, de producción, y Adrián Barcelona.
Jaime González, a la guitarra, formó parte del grupo Almagato junto al poeta y músico aragonés Mauricio Aznar (1964-2000).
¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?
Se ha rodado durante cinco días en casa de Jaime y Maribel y un poco en su barrio, en San Gregorio (Zaragoza), pero casi todo se centra en su rutina en su casa, porque pretendía mostrar en el corto cómo había sido su vida en el confinamiento, que en realidad es muy parecida a como es su vida normalmente.
¿Cómo fue el rodaje?
El rodaje intentamos que fuera con el dispositivo mínimo e indispensable, por la situación del Covid, minimizamos el equipo, pero está justificado porque en el propio corto se habla de eso, decimos que preferimos rodar con más tiempo, en cinco días, disfrutarlo más.
Javier Macipe se atreve en ‘La Tierra’ con la guitarra y Jaime Lapeña le acompaña al violín, mientras esperan carne a la brasa.
¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?
Espero que de alguna manera pueda vivir con nosotros lo que fue pasar ese día con Jaime y Maribel. Lo que hemos intentado es un corto muy contemplativo, en el que hay escenas que respetan mucho el tiempo real, y que, de alguna forma, esa reflexión que hacemos de que vivir focalizados en el futuro nunca te lleva a ser feliz pueda calar en la gente.
Nata Moreno – ‘El espacio vacío’
¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?
Cuando te llaman desde tu comunidad y te dicen que quieren apoyar a un sector al que uno pertenece, en el que cree y que además defiende para mi era prácticamente imposible decir no. Yo apoyo al sector y a Aragón, me siento muy aragonesa y de la tierra, me hacía especial ilusión y con Aragón TV tengo muy buena relación y me parecía que era preciosísimo generar un proyecto con muchos compañeros.
¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?
La verdad que no. Obviamente cuando estuve confinada me vinieron temas a la cabeza que tenían que ver con esto, porque hay un antes y un después a nivel histórico y uno piensa cómo a través del audiovisual se puede mostrar esta realidad, pero no tenía una idea muy clara. Estaba releyendo el texto de ‘La gaviota’, de Anton Chejov, y pensé que ese texto era muy actual con nuestra realidad y cuando me llamaron me pareció que era inspirador el texto de Chejov, de una compañía que vuelve a verse las caras tras estar encerrados cuatro meses.
¿Cuál es la historia de tu cortometraje?
Es una compañía aragonesa que ha estado ensayando ‘La gaviota’ de Chejov, que no puede ahora estrenar porque ha habido una pandemia y nos han confinado a todos, han cerrado los teatros, lo que pasó a nivel real que ha pasado en muchas compañías de teatro, y después se juntan, cuando se puede volver a salir a la calle, para decidir si van a volver a actuar o van a matar el proyecto. Se cruza la realidad personal con la realidad de los personajes de ‘La gaviota’.
¿Quiénes aparecen en el corto?
Laura Gómez-Lacueva, Carmen Barrantes, Jorge Usón y José Luis Esteban. Son compañeros de muchos años y era un proyecto que era un reto muy grande porque yo vivo en Madrid, no nos habíamos visto hacía meses y tenía que llegar y en el día, en una jornada, rodar con los actores sin ensayar. Necesitaba que nos conociéramos y que supiéramos todos de lo que estábamos hablando para poder hacerlo fácil y ellos son cuatro bestias y me lo pusieron facilísimo. Yo aparezco como parte de la compañía.
José Luis Esteban alucinando cuando le comunicaron que Marianico el Corto no estaba en el reparto de la compañía.
¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?
Solamente tengo una localización, he rodado en la sala Oasis (en Zaragoza), en una jornada.
¿Cómo fue el rodaje?
Fue maravilloso, fue una experiencia muy nueva, que yo quería probar, basada en la improvisación, con textos diferentes para cada uno, entre ellos no conocían los unos los textos de los otros y era un gran misterio para todos. Los iba a buscar ya con las cámaras, los microfonaba y ya grababa. Está planteado como un falso documental, pero también entramos dentro de la ficción.
Nata Moreno explicando como sostuvo el Goya por ‘Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas’, Laura Gómez-Lacueva, Jorge Usón y Carmen Barrantes ¡atentos!.
¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?
Nunca me lo planteo mucho, no me pongo una expectativa, yo quiero que lo disfruten, que les mueva algo en el corazón, que sientan algo bello, la parte que sea, la fotografía, la música, los textos; no tengo una expectativa muy clara, obviamente que todos queremos gustar. Lo hemos hecho con un equipo íntegramente aragonés, con unos actores fantásticos, hacemos un trabajo que nos chifla, con el que nos sentimos todos muy identificados y muy en la línea de lo que queremos contar, así que ahora dependerá del espectador.
Pilar Palomero – ‘A un metro y medio’
¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?
Me pareció un proyecto súper interesante por el hecho de que es el primer largo conjunto hecho en Aragón, por poder hacer una pieza en la que colaboremos directores que nos conocemos desde hace mucho, que hemos coincidido en festivales, y por hacerlo tras los meses de confinamiento y de falta de actividad. Era una propuesta bonita por el apoyo a la industria audiovisual por parte de Aragón TV; por trabajar con cineastas aragoneses y por retomar la actividad después del confinamiento y la historia que he propuesto me tocaba de cerca y me parecía que podía aportar algo al proyecto.
¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?
La verdad que lo empece a reflexionar a raíz de la propuesta de la tele, había aprovechado en el confinamiento para escribir todo lo posible, pero de cara a un rodaje no me había planteado nada por lo incierto del momento.
¿Cuál es la historia de tu cortometraje?
Sobre todo lo que quiero transmitir es la sensación que han vivido las familias de no poder reencontrarse durante este periodo de confinamiento y lo importante que es el contacto físico, sobre todo para las personas mayores. Abuelos y nietos no han podido verse y se necesitan mucho mutuamente, ese es el punto de partida.
¿Quiénes aparecen en el corto?
Son mi familia. Es un corto documental en el que mi madre es la protagonista, aparecen mis hermanos y sobrinos. He trabajado con ellos porque al ser un corto documental refleja la realidad que ha vivido mi madre y la necesidad que ha tenido de contacto físico de su familia. El confinamiento le ha producido ansiedad y depresión, lo ha pasado realmente mal y el corto es una manera de entenderla, de comprender algo que le ha pasado a mucha gente y de tratar de buscar la luz dentro de toda esa tristeza que ha producido el confinamiento a ella y a otras personas mayores.
La mama de Pilar Palomero prota total de ‘A un metro y medio’.
¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?
Se puede ver el Pilar desde el Puente de Hierro y varias calles de Zaragoza no tan reconocibles. Hemos grabado en casa de mi madre y varios días por el centro de Zaragoza. Estuvimos rodando una semana aproximadamente. Cuando grababa con mi madre, por protegerla y cuidarla, estábamos solamente la persona que me ha ayudado en todo y yo, manteniendo todos los protocolos de seguridad y grabamos menos horas al día, por lo que se extendió más en el tiempo.
Con mi familia habíamos hecho ya alguna cosa, en los cortos ‘Horta’ (2017) y ‘Niño balcón’ (2009) aparecen como figurantes; siempre que he rodado han estado próximos y han participado de alguna manera, pero es la primera vez que protagonizan uno de los cortos.
¿Cómo fue el rodaje?
Éramos un equipo reducido, tratando de cumplir las medidas de seguridad todo el tiempo porque trabajamos con niños, con mi sobrinos, y con una persona mayor, como mi madre. Fue muy familiar y con ilusión y ganas después de todo este tiempo de parón y a la vez difícil porque la situación es muy pesada y el shock de lo que todos hemos vivido estaba ahí, pero también muy bonito. Lo que ocurre en el corto ocurría de verdad, ese cariño entre mis familiares.
Pilar Palomero con vestido rayado dirigiendo a su propia familia y Carlos Naya en el sonido.
¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?
No lo he pensado mucho, me encantaría conseguir que la gente logre empatizar y producir alguna emoción en quien lo vea.
Gaizka Urresti – ‘Sitiados’
¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?
Primero que llevábamos muchos meses sin poder rodar en la circunstancia de la pandemia y era una oportunidad de salir y de intentar recuperar cierta normalidad. Luego, me parece muy bonito que sea un trabajo colectivo, siempre me han gustado este tipo de películas colectivas que tienen como escenario un sitio, como puede ser ‘París je t’aime’, y de hecho yo he fantaseado alguna vez con hacer en Zaragoza, si hubiera una financiación pública, entre varios directores historias sobre la ciudad.
En este caso no es el tema, no era sobre la ciudad, pero sí que era un grupo de cineastas aragoneses sobre un tema y al final ahí está como obra colectiva y eso fue la máxima motivación, me parecía un proyecto bonito, una excusa para rodar e incluso para facturar también, para poder dar de comer a la máquina.
¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?
No directamente, no tenía una idea muy clara, creo que estaba la idea germinando en la cabeza de lo que se podía contar, pero tampoco tenía yo mucho la cabeza para esto. Yo creo que ha sido el aliciente del encargo lo que me ha movido.
¿Cuál es la historia de tu cortometraje?
Con el telón de fondo del Covid, es la vivencia de una familia normal que tiene que convivir con el teletrabajo estando confinados y teniendo a un niño en casa que también está teleestudiando y los conflictos que ello genera. Aunque es dramático como lo hemos vivido muchos padres, lo he planteado como una comedia costumbrista, llevando las situaciones al exceso, estirándolas para llevarlas a la comicidad.
¿Quiénes aparecen en el corto?
Al ser una historia tan personal, que está ambientada en mi casa, con vivencias personales, pues me animé a poner a mi familia como protagonista.Mi mujer, mi hijo y yo somos los actores principales y luego se cuelan por internet otras historias, en algunas son personajes reales como mi madre y los problemas que tenía con la tecnología, y luego he cogido actores profesionales para hacer, por ejemplo, de una paciente de mi mujer, que es psicóloga, a Carmen Barrantes y como uno de los profesores de mi hijo, a Jorge Asín. Básicamente somos actores naturales, no somos profesionales, yo de hecho nunca había interpretado, además de dirigir. Es una autoficción.
Jorge Asín interpretando a un profe entendiéndose con las nuevas tecnologías.
¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?
Se rodó en tres días, básicamente en mi casa, unos exteriores en Zaragoza, de madrugada y al amanecer que no había gente, y la escena final en la Plaza de los Sitios. Hubo planos recursos que se hicieron un cuarto día, pero lo que es con los actores en tres días.
¿Cómo fue el rodaje?
Es complejo seguir la normativa de seguridad y la distancia social con un equipo de rodaje. Yo limité tanto por presupuesto como por seguridad el número de personas, fue un equipo reducido de un operador, un ayudante de cámara que se encargaba de las luces, un técnico de sonido, una directora de producción y un director de actores o coach, en total cinco personas, además de los actores.
Prescindimos de maquillaje, de peluquería, de dirección de arte, porque también la historia lo permitía, al ser nuestra propia casa ejercíamos también de maquillaje y vestuario, nos encargábamos de seguir el racord y de mover los muebles si era necesario.
No había interpretado y es muy difícil estar encargándote de todo, de que el equipo esté preparado, dar acción y de repente ser tú el que tienes que empezar a decir las frases. Fue una experiencia muy interesante, pero no se si la repetiré porque es agotadora, si antes respetaba a los directores-actores ahora ya me parece que es dificilísimo estar siendo consciente de lo que estás haciendo y mirando a los demás estando tú en escena.
En cuanto a las interpretaciones, la mía creo que es correcta, me sabía el texto, lo había escrito yo, pero me quedé muy contento con la interpretación de mi mujer y de mi hijo. Estamos en general bastante bien y naturales.
Mamá, ¿si un tren va a 180km por hora desde Bilbao…?, pregúntaselo a tu padre.
¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?
La comedia es un género puro, espero que la gente se ría con esta historia y que, de alguna forma, mucha gente se sienta identificada con esta vivencia que hemos tenido y que quedará como testimonio de lo que hemos vivido. Igual en diez o veinte años no nos acordamos y la gente que no lo vivió viendo el corto verá en parte esas situaciones emocionales, las noticias que había en la prensa, los balcones, la policía en la calle, las calles solitarias; eso quiero reflejar pensando en el futuro, en dejar un legado de todo eso.
Este año se han hecho esperar, debían celebrarse en mayo y el bicho lo impidió. Pero el coronavirus no sabe bien con quién se mete, porque al audiovisual aragonés no hay quien lo pare. Así, todos con ganas de fiesta y de reconocer el talento, este domingo 20 de septiembre se celebró la novena gala de los Premios Simón que concede la Academia del Cine Aragonés. Una ceremonia en la que brilló la actriz Luisa Gavasa, Simón de Honor por su trayectoria profesional. ¡¡Olé tú, maña!!
Luisa Gavasa, estrella aragonesa en la gala de los premios Simón 2020. Foto de Isabel Aparicio
A los mandos de la nave estuvo Alejandro Aísa, quien comenzó recordando a los profesionales sanitarios que combaten el COVID, a las administraciones que trabajan cada día para recuperar la normalidad y a todas las familias que lo están pasando mal. Desplegó durante la noche todo su buen hacer y talento, recordó las protestas del mundo del espectáculo y su Alerta Roja, citó los filmes de Luis Buñuel como si estuviera en la EGB hasta detenerse en Simón del Desierto y ofreció buenas dosis de humor en su guión. Alex, nosotras te contrataríamos para la próxima comedia de Nacho García Velilla, ¡ahí dejamos el poso!
Alejandro Aisa, con su chaqueta de alerta roja derrochando buen humor durante la entrega de premios. Foto de Lorenzo Izquierdo.
Otra sorpresa magnífica fue escuchar a Viky (Lafuente) and the wild, abriendo la gala con su potente voz y sus pies descalzos para iniciar una noche en la que hubo emoción, risas, y un momento Oscar: qué sería de una entrega de premios sin equivocación en los sobres de nominados. Ana Bruned supo con antelación que lograría su Simón en maquillaje y peluquería al mencionarse su nombre cuando era el turno de la tarjeta de vestuario, pero se lo tomó con humor y desparpajo. Fue un momentazo y nos alegramos millones por el premio a su trabajo en ‘Leonardo muere’.
Ana Bruned recogiendo entre risas el galardón por el maquillaje de ‘Leonardo Muere’. Foto de Lorenzo Izquierdo
“El cine es vida”, subrayó Luisa Gavasa en su discurso tras recibir el Simón de Honor 2020, para agradecer a la Academia del Cine Aragonés su esfuerzo por organizar este acto en tiempos difíciles para la cultura y el arte. Este premio, según dijo, “te obliga a mirar hacia atrás” aunque ella es más “de mirar hacia adelante”. «He llegado hasta aquí con una carrera profesional y nunca nadie me ha regalado nada, lo he hecho con trabajo y estoy muy orgullosa”, resaltó, indicando que, además, en ese trabajo no ha estado sola.
Recordó entonces al director de teatro aragonés Mariano Cariñena, quien inculcó en Luisa Gavasa el amor por el teatro, pero también a su manager Alberto Bongiorno, que le ha llevado “de la mano” durante 25 años, convirtiéndose en su “hermano, confidente, complice, amigo y amor” y que “se ha ido de manera rápida y cruel”, dijo muy emocionada, para dedicarle este premio a su amigo porque “seguro que desde algún lugar del universo me sigue apoyando”. La Sala Mozart en pie dio a la actriz una sonora y merecida ovación.
Luisa Gavasa alzando al aire su merecido premio Simón, el tercero, pero esta vez el de honor. Foto de Lorenzo Izquierdo
SELLO DE CALIDAD
Por su parte el presidente de la ACA, Jesús Marco, consideró que “algo estaremos haciendo bien cuando están aquí los cuatro pilares que hacen que el cine aragonés suene cada vez más” y se descubra que en esta comunidad “hacemos un cine que merece el sello de denominación de origen”.
Esos cuatro pilares, enumeró, son la cantera y el talento de los profesionales; las academias, institutos y escuelas que promueven la formación; las instituciones que “poco a poco se creen que en Aragón tenemos un gran talento y gente capaz de hacer lo que estamos haciendo”, como la directora Pilar Palomero que ha ganado la Biznaga en Málaga con su primera película; y, por último, las empresas que han comprobado que “invertir en cine es invertir en riqueza”. Apostó por trabajar todos unidos y finalizó su discurso citando a Calderón de la Barca. ¡Qué tiemblen en los Nobel!
PREMIADOS
Y una gala de entrega de premios no es nada sin sus premiados, así que vamos al lío. El mejor largometraje este año es ‘Planeta 5000’, del director Carlos Val y producido por José Ángel Delgado, película que también ganó el premio a mejor sonido para Vicente Bordonaba y Steve Miller. Ya sabéis lo que dice la peli: unos quieren entrar y otros salir, pero está claro que en los Simón todos nos quedamos a vivir en este planeta.
José Ángel Delgado, productor y Carlos Val, director, disfrutando del premio Simón a mejor largo por ‘Planeta 5000’. Foto de Lorenzo Izquierdo
Como mejor documental encontramos ‘Aute Retrato’, el trabajo de Gaizka Urresti sobre Luis Eduardo Aute; mientras que el mejor corto de los Simón 2020 es ‘Gastos incluidos’, de Javier Macipe. Como mejor directora, la reivindicativa Nata Moreno por su trabajo detrás de las cámaras en ‘Una vida entre las cuerdas’.
Nata Moreno, felicísima, con su premio SImón a mejor dirección. Foto de Lorenzo Izquierdo
Carla Pérez de Albéniz se llevó el Simón a mejor dirección de producción por la peli ‘Mientras dure la guerra’, de Alejandro Amenábar; Javier Macipe repitió en el escenario al recoger el galardón a mejor guión por ‘Gastos incluidos’; Carmen Barrantes ganó en la categoría de mejor actriz por ‘Cardelinas’ y Alfonso Desentre logró su estatuilla como mejor actor por ‘Intimidad’.
Alfonso Desentre saltó al escenario a agarrar su premio Simón a mejor actor. Foto de Lorenzo Izquierdo
La mejor fotografía fue para los dos cracks Beltrán García Valiente y Adrián Barcelona por el docu ‘The rise of de synths’, un trabajo que también consiguió el premio a mejor montaje, para Iván Castell, su director . ¡Arriba esos sintetizadores!
La mejor banda sonora original se la llevó La Ronda de Boltaña por el corto ‘Mermelada de moras’; el Simón a mejor dirección artística fue para el gran Pablo Lagartos por ‘Leonardo muere’, un corto que, como ya os hemos avanzado, también consiguió el reconocimiento a maquillaje y peluquería, para nuestra (la de todos) querida @Abrumada, y el galardón de vestuario, para Ana Sanasgustín.
Pablo Largatos con chaleco de Emidio Tuzzi sostiene su Simón a mejor dirección artística por ‘Leonardo muere’. Foto de Lorenzo Izquierdo
El Simón a mejores efectos especiales fue para Juan Remacha por su labor en ‘Ofra & Khalil’ y en la categoría de mejor obra por su contribución social arrasó ‘Esta no soy yo. Autorretrato de una anoréxica’, de Mónica Callejo, quien emocionó al público al recoger este premio y desear que esta dura experiencia personal pueda servir de ayuda a personas que están pasando por lo mismo. ¡Brava Mónica!
Una emocionada Mónica Callejo, directora de ‘Esta no soy yo’, sostiene su premio a mejor obra por su contribución social. Foto de Isabel Aparicio.
En un año complicado, los Simón han podido realizar de nuevo con éxito su travesía por el desierto. Enhorabuena a la organización de la gala por esta noche emocionante y de reencuentros para el audiovisual aragonés. Nosotras ya estamos esperando con ansia viva la próxima edición…
Solo. Sin salir de su piso. Os prometemos que no lo teníamos planeado, pero es que inevitablemente todo nos lleva a este confinamiento que estamos guardando para acabar con el bicho. Aunque, en nuestra vida anterior y en la que llegará después del COVID-19, el peor bicho de todos es la soledad no deseada.
El equipo en acción en un momento del rodaje. Lorenzo Montull, el dire, agachado junto a la cámara, y el actor Pedro Rebollo aislado tras la claqueta. Foto de Claudi López y María José Martín.
De ello trata el cortometraje ‘Solo’, dirigido por el oscense Lorenzo Montull y que surge de su interés por la casa situada en el número 24 de la calle del Parque de Huesca, a teclear google maps los forasteros. “Es un punto de partida extraño para mi forma de trabajar”, explica Montull a Secuenciadas, si bien se aventuró a escribir este guión por la atracción que ejerce ese inmueble en los transeúntes y tras conocer las cifras de personas mayores que viven solas, aisladas del mundo.
La localización, esa casa de Huesqueta que es como “una especie de imán para todos”, comparte protagonismo con Carlos Maza, un hombre mayor cansado de su soledad y del mundo, al que encarna el gran actor Mariano Anós. El trabajo se rodó durante cuatro días no consecutivos, en dos fines de semana, en los meses de octubre y noviembre del pasado año.
Montull priorizó la calidad, seleccionando bien las localizaciones, pocas en número, pero efectivas para tejer este relato inquietante, que remueve sentimientos y con el que ahora, por razones obvias, todos nos sentiremos más identificados.
El rodaje fue “muy chulo”, asegura el dire. “Una experiencia personal increíble”, subraya, al comentar que al grupo inicial de profesionales que impulsaron este proyecto se fueron sumando más “con mucha ilusión y ganas, gente joven, con y sin experiencia”.
REALIDAD Y RECUERDOS
Sobre la historia, no queremos entrar en más detalles, esperamos que lo veáis y que os impliquéis en este relato sobre la soledad a la que se enfrentan las personas mayores en esa etapa de su vida cuando “deberían estar más acompañados y es cuando más solos se sienten”. A nuestro prota, esta situación le lleva a mezclar la realidad con su imaginación y los recuerdos en una casa decorada con estética de Cuéntame. Y como bien sabéis desde que vimos ‘La virgen pálida’, la decoración setentera y ochentera nunca trae nada bueno.
El dire tenía muy claro que quería contar las vivencias de una persona mayor y pensó de manera inmediata en Mariano Anós como protagonista, aunque “le ponía otra cara, pero ha sido perfecto”. Le acompañan en escena Pedro Rebollo, como merodeador de la casa, Carmen Barrantes, quien ha ejercido también como directora de casting y que tiene aquí un papel “esquemático” como Isabel, la mujer de nuestro prota, y María Jesús Sanvicente.
El actor Mariano Anós, concentrado, memorizando los diálogos del cortometraje. Foto de Claudi López y María José Martín.
Todo el equipo es aragonés o reside en esta Comunidad, como el responsable del sonido en directo, Costis Mitsotakis, al que dimos la bienvenida al paraíso oregonés hace un año. Estela Rasal es la ayudante de dirección y Montull y Ramón Día, productores ejecutivos. Ellos tres son el alma de este trabajo en el que encontramos a Ramón Día como dire de fotografía, a Luis Montull como operador de cámara y a nuestra darling Ana Bruned, junto a José Luis Blasco, en maquillaje. Y al propio Lorenzo Montull encargado de la música original.
El corto ha coincidido en el tiempo con esta crisis sanitaria que nos ha llevado a vivir, en parte, la situación que se refleja en pantalla. La casualidad ha querido que, además, el hasta ahora propietario de la vivienda se haya tenido que quedar allí a pasar la cuarentena, por lo que “está viviendo algo de la historia que yo escribí”.
“A quien le haya pillado esta situación teniendo que estar solo en casa, en una soledad no elegida, no se si empatizará más o no con las personas mayores que la sufren, pero lo verá con otros ojos”, considera Montull.
La actriz Carmen Barrantes, ensimismada junto al equipo, pasando un frío polar en la capital oscense.Foto de Claudi López y María José Martín.
‘Solo’ ya está terminado, pero paralizado su preestreno; está inscrito en el Festival de Cine de Huesca, que con 48 años de historia sigue en marcha y tiene prevista su celebración del 12 al 20 de junio en la ciudad oscense. Y a la espera de que se reactiven otros certámenes, el director, mientras tanto, sigue dándole vueltas a distintas ideas para próximos proyectos.
REALIZADOR OSCENSE
Lorenzo Montull (Huesca, 1970) es director y realizador de documentales y televisión. Comenzó su carrera en 1992 como editor y realizador de documentales de carácter etnográfico en la productora de Eugenio Monesma y su trayectoria le ha llevado a formar parte del equipo de distintos programas como ‘La isla de los famosos’ o ‘Aventura en África’, producido por Globomedia para Antena 3.
Algunos de sus trabajos anteriores son el documental ‘Castillos en el aire’ o el corto de ficción ’40 días de niebla’. Actualmente trabaja como realizador en Aragón TV.