“El cariño que recibo de la gente es motivador y me da ganas de seguir”

“El cariño que recibo de la gente es motivador y me da ganas de seguir”

Tiempo de lectura: 10 minutos

Desde que era un niño ha tenido el impulso, el instinto y la intuición de hacer reír. Con raíces en Tardienta (Huesca), Rafa Maza se inició en la carrera militar y estudió Historia, pero siempre tuvo el humor como objetivo y prioridad en su vida. El actor y cómico igual te presenta una gala, que te llena un teatro o te clava una interpretación en una pieza audiovisual, es un auténtico todoterreno. 

Su alter ego es Fabiolo, de quien dice haber aprendido mucho por el carácter alegre y desenfadado del personaje que él mismo creó. Aprovecha estos días de verano para “cargar pilas” en Tardienta, pero antes pasamos una tarde muy divertida, como es Rafa, charlando sobre la vida y su trayectoria en este nuevo Secuenciando a. Localización, el Parque Grande de Zaragoza, ciudad a la que volverá en octubre con su espectáculo más viral ‘Fabiolo Connection’.

Rafa, imagina que llega un marciano a la tierra, pongamos que es Gurb, el personaje de Eduardo Mendoza, y pregunta: ¿quién es Rafa Maza?

Empezaría por la palabra comediante y le diría que soy alguien que, de siempre, he sentido el instinto de hacer reír a los demás. Lo he mantenido hasta ahora, porque me sale como un impulso, y luego me he formado como actor. Pero de niño no pensaba en ser actor de películas, no quería ser Paul Newman o un actor dramático, me gustaba Chaplin, Jerry Lewis, los cómicos ingleses, los Monty Python, los cómicos del ‘Un, dos tres’, ‘Martes y trece’, La Codorniz, Jardiel Poncela, la tradición del humor absurdo en España. 

¿Qué soñabas ser cuando eras pequeño?

Como se me daba muy bien el ejercicio físico, la educación física –lo ganaba todo, las carreras, el atletismo–, tenía esa cosa de dedicarme al deporte. Pero mi padre es militar, ya jubilado, y lo veía como algo aventurero. Mi padre me dijo: “tienes que ser militar” y ahí tuve una crisis de identidad, porque me puse a estudiar después del instituto para la Academia General Militar, pero pensé “dónde me he metido”, porque nunca había perdido el deseo de querer hacer reír.

¿Dónde estudiaste?

Estudié dos años en Ronda, en Málaga, en un centro para hijos de militares. Pero después estudie letras, Historia. En segundo de BUP me di cuenta de que lo mío eran las letras y de que tenía sensibilidad poética, cuando una profesora quiso leer mi texto en literatura porque le pareció muy bonito. De hecho, cuando estudiaba en Ronda me llamaban el poeta. Tras decirle a mi padre que no quería ser militar, estudié Historia en Zaragoza, la acabé y me fui a Madrid a estudiar arte dramático

¿Te gustaba Historia o la estudiaste un poco forzado?

Me hubiera gustado estudiar Filología también, pero no quería perder el tiempo, quería irme a Madrid y pensé: “estudio el primer ciclo de Historia y me voy a Madrid”. Con Historia podía estudiar optativas como literatura del Siglo de Oro, cultura y mentalidades de la Edad Moderna, de la Edad Media, literatura grecolatina. Quería tener una base para irme a Madrid y me quería quitar esa espinita de las letras, así que me licencié en Historia.

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«Cuando llegué a la RESAD en Madrid me eché a llorar al pensar que lo había conseguido, que iba a estudiar lo que siempre quise hacer»

¿Cómo fue tu llegada a Madrid y a estudiar teatro?

Fue muy ilusionante, no me lo creía. Tenía 23 para 24 años, ya había estudiado Historia en Zaragoza, había hecho teatro universitario aquí, trabajado en eventos, hacía cumpleaños, comuniones, hacía malabares, me metí en el mundo del clown, había hecho campamentos de verano y tenía cierta formación. Al llegar a Madrid recuerdo ver esa curva donde está la escuela de la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) y echarme a llorar, pensar que lo había conseguido y que iba a estudiar lo que siempre quise hacer. Tenía 24 años, no 18, pensaba que ya había llegado tarde y fue como volver al cole, porque las asignaturas eran divertidas, hacíamos acrobacias, expresión corporal, literatura dramática, mimo, interpretación…

Éramos muy poquitos, once en clase, y era un privilegio tener a tantos profesores y empezar a empaparme del teatro gestual. Terminando la RESAD me llamaron del Centro Dramático de Aragón para hacer ‘Las tres hermanas de Chejov’ y antes me habían becado para irme a estudiar en un proyecto europeo de actores, con el que pasé un verano maravilloso en Italia, en Francia y Portugal. En ese proyecto hicimos ‘El sueño de una noche de verano’ y me dirigió el actor italiano Carlo Cecchi. 

Al acabar la RESAD hice más cursos del actor ante la cámara, castings. En uno de ellos, la actriz Carmen Utrilla me dijo que yo servía para hacer de malo. También entonces comenzó ‘El Intermedio’ y me llamaron para hacer la voz de Jiménez Losantos. 

Uno de mis primeros pinitos en la tele fue en la serie ‘Hermanos y detectives’. Un día, en 2007, me desperté y vi en una página web que buscaban a un actor que hablara japonés. Les envié un audio presentándome en japonés (no lo habla, aunque con lo que escuchamos en la entrevista nosotras nos lo creeríamos). Me llaman y me dicen que están entre otro chico que había estado en Japón y yo, pero que yo hablaba muy fluido, así que me cogen y me dan un texto en japonés. Pido ayuda a un compañero de la RESAD y llego el primer día al rodaje con Assumpta Serna, cuyo personaje visitaba un colegio de niños superdotados, hablaba a un grupo de niños japoneses y yo era el traductor. Cuando le dije al director que en realidad no hablaba japonés, se quedó en blanco. Pero lo más surrealista es que los que hacían de japoneses eran chinos, a quienes conocía de Malasaña, ¡y ese capítulo salió! (ríe). 

Tras esa primera toma de contacto con la ficción televisiva, continué haciendo castings y cursos. Uno de ellos, con la Unión de Actores, con Susan Batson, que fue un antes y un después, porque la coach de actores me dijo que tenía que estar en un teatro actuando porque era muy bueno, y me busqué un teatro. 

¿Fue tu impulso para empezar?

Sí, porque con la crisis de 2008 yo hacía un espectáculo de malabares en la calle que triunfaba en Madrid. Me empecé a meter en teatro, decidí embarcarme más en el mundo de mis proyectos, ver que podía vivir de actuar, pero en el teatro, me busqué una persona que me llevara, comencé a ir ferias de teatro, me hice autónomo.

Creaste también tu propia compañía

A finales de 2012-2013 empecé a hacer el primer espectáculo con Fabiolo, me presento en la feria de Huesca y a los programadores vascos les encanta. Son los primeros que me empiezan a contratar, entro en la red del País vasco y me empiezan a llamar, a preguntarme por mi caché, y a cerrar fechas. A raíz de eso y de que siempre he actuado en Madrid con mis espectáculos, llevo ya tres producciones, empiezo a girar. 

Un paso importante fue presentar la gala del Festival de Cine de Fuentes de Ebro. Ahí me ve gente de ‘Oregón TV’, el director del certamen, José Antonio Aguilar, me trata con cariño especial y me anima a conocer gente y allí conozco al director José Manuel Herraiz (con quien ha trabajado en su último corto ‘Vuelve con mamá’ por el que ganó el Premio Simón del Cine Aragonés a mejor actor), entre otros. 

¿Qué supone para ti ‘Oregón TV’?

‘Oregón’ está siendo muy importante porque da muchas tablas a nivel de comedia en televisión y esa sección que tengo de piso compartido es un poco Friends para todos los públicos. El oficio de actor es un oficio artesanal y hay que estar. Decía Anthony Hopkins, que para mí es un referente en todo, que no hay proyecto al que un actor que comienza tenga que decir que no, hay que hacerlo todo porque es experiencia y no sabes dónde te va a llevar una cosa o la otra. Por eso me dijeron de hacer de jurado de ‘Jotalent’, y aunque de jota no sabía, dije sí.

«Fabiolo ha enseñado mucho a Rafa, con su actitud desenfadada y de aprender a ponerse en ridículo él primero»

Has creado un personaje muy icónico, Fabiolo, pero ¿de dónde surge? 

Fabiolo nace un poco en la calle. Yo estaba en ‘El Intermedio’, haciendo otras producciones con otras compañías y me iba al Retiro a entrenar, a correr, me llevaba mis pelotas de malabares, mis mazas, y conocí a un brasileño que hacía semáforos y también entrenaba en el Retiro con el monociclo. Un día lo acompañé a ayudarle a hacer semáforos y pensé en hacerlo también. Me puse a hacer malabares en un monociclo debajo de mi casa y con una hora allí vi que ya no tenía que trabajar de otras cosas. 

Un día me metí en un bazar y compré tres raquetas por siete euros cada una, para hacer malabares con las raquetas. Me vestí de tenista y me fui a la Caja Mágica, el primer año que abrió, a la final del Madrid Open, pero fue un caos de coches y pensé: “qué horror, a qué vengo yo aquí”. Al regresar a casa me llegó la canción ‘Estoy loco por el tenis’, que ponía Gomaespuma en su programa por las mañanas, y pensé en hacer el show con esa canción. 

Entonces me imaginé el personaje: años 70, Manolo Santana. Me fui a Malasaña, me compré un polo de segunda mano vintage azul celeste, unos pantalones, calcetines y me fui al Retiro con un radiocasete a pilas a interpretar la canción. Después me compré un aparato con micro y comenzó a salir ese personaje pijo (en 2009). 

Lo hago dos años, al tercero paro, me voy a Shanghái –a actuar en el pabellón de España en la Exposición Universal de 2010–, y cuando regreso en 2011 me dice un amigo que fuera a una fiesta de cumpleaños vestido de tenista. Ahí retomo el espectáculo en la calle y un tío que tenía una sala de teatro me dice que quería que estuviera en su sala. Al año siguiente nace el primer espectáculo ‘Tenis show’; después le pongo nombre al personaje, Fabiolo, y tras ver un anuncio de Loewe que decía ‘solo Loewe’, le pongo nombre al espectáculo, ‘Solo Fabiolo Gran Slam’. Lo estreno en el Teatro Alfil el 11 de junio de 2013; y antes ‘Tenis show’ se había estrenado el 27 de noviembre de 2012. Así, algo mío entra al escenario. 

¿Qué tienes de Fabiolo y qué tiene Fabiolo de ti?

Ahora ya tiene mucho. Creo que Fabilo ha enseñado mucho a Rafa, destacaría su carácter de vivir la vida con alegría, con actitud desenfadada, de bufón, de clown, de aprender a ponerse en ridículo él primero y luego poner en ridículo a los demás. El escritor, director y guionista Ray Loriga me dijo que funcionaba porque yo era el primero en ponerme en ridículo con los gestos, la vestimenta, y luego podía ridiculizar a los demás, y que los chistes tienen que caer de pie y los míos lo hacían.   

Siempre has estado vinculado al humor, casi podríamos decir que estabas destinado a ello, pero ¿es lo más difícil, hacer reír a la gente?

Sí, pero como he tenido ese impulso desde niño, cada vez me lo creo más, desde la humildad y desde ese carácter aragonés de no presumir de lo que no eres, pero siempre me han dicho que me lo tenía que creer más. 

¿Lo tuyo es pura pasión por el teatro y los escenarios?

Sí, sin duda. Solamente lo que es el edificio, un teatro, ver el escenario y el patio de butacas ya me generaba de niño una fascinación, quería estar ahí. Y sin embargo, no era una persona que quisiera mostrarse o que fuera súper extrovertido; de hecho me echaban para atrás los actores muy extrovertidos. 

Si no estuvieras subido en un escenario, ¿a qué te estarías dedicando?

A esto. Volvería a salir a la calle, he aprendido muchísimo en la calle. He aprendido qué es un teatro, porque a veces en la calle uno tiene que generar la experiencia teatral, y si no tenía un escenario, me lo inventaba y seguro que me lo volvería a inventar. De hecho, fue lo que pasó en la pandemia. Nos encerraron en casa, tenía actuaciones cerradas que se cayeron y ¿qué hice? Vídeos, y ese fue mi escenario y lo hice inconscientemente. Había que asumir que no podría subir al escenario y empecé a darle a la creatividad, y soy conocido por los vídeos de la pandemia. 

Eres un gran imitador, pero ¿imitador se nace o se hace?

Aristóteles dice que el principio del aprendizaje es la mímesis, imitar, que los niños empiezan no aprendiendo, sino imitando. Yo en el colegio, sin querer, imitaba a los profesores, de escucharles me salía solo. Y me gustaba eso. A veces envidio a un Carlos Latre que se lo prepara bien; a mí me sale espontáneo y me cuesta. ¿Qué pasaría si me lo preparara un poco más? El acento africano (lo imita, como ejemplo) fue un ejercicio de la RESAD, porque quería hacer la historia de un africano que llega en patera y me fui a Lavapiés y solo así de escuchar cogí el acento de Senegal.

«Es un privilegio trabajar desde, por y para mi tierra, Aragón, pero que también sirva como impulso»

Te hemos visto recientemente en el corto aragonés ‘Vuelve con mamá’ y en distintos trabajos en Aragón, ¿qué supone para ti trabajar en tu tierra, cuando estás triunfando en toda España?

Es que hay que empezar por ahí, por trabajar en tu tierra. No solo me siento afortunado, sino que es un privilegio trabajar desde, por y para mi tierra, pero que también sirva como impulso. Porque nunca me fui de aquí, nunca me llegué a ir del todo. Siempre he tenido ese vínculo y he podido vivir en Madrid porque he trabajado en Aragón, porque me han salido actuaciones en pueblos en verano y me ha dado dinero para seguir viviendo en Madrid. Ahora creo que Aragón está siendo el motor de hacer cosas, tanto en televisión, en el teatro, ahora estaré en el Pilar los diez días en las Esquinas (con ‘Fabiolo Connection Match to the future’). 

Tengo dos ciudades talismán: una es Zaragoza y la otra es San Sebastián, donde siempre trabajo. También Teruel, con el Desafío Buñuel; Huesca y Sevilla. 

¿Qué te satisface más de tu trabajo? 

Lo más estimulante ha ido evolucionando con cada año, pero ahora el cariño que recibo de la gente me resulta supermotivador, estimulante y me da ganas de seguir, de esa cosa de creérmelo un poco más, eso me ayuda. Igual es porque lo intento hacer desde la naturalidad o desde la buena voluntad de hacer un vídeo gracioso y que luego la gente te agradezca que les hagas reír…

¿Quiénes son tus favoritos del audiovisual aragonés?

Me gusta mucho Paula Ortiz, con la que tuve la suerte de coincidir en un campamento de teatro en verano con 18 años; con José Manuel Herraiz queremos hacer algo más; José Delgado me llamó para ver si hacíamos esa película de Fabiolo tipo Torrente; me gustaría conocer más a Ignacio Lasierra, me gustaría trabajar con él; también con Alex Rodrigo, con quien estuve en el Festival de Huesca y que se llevó buena sensación mía de la serie ‘El último show’; con Carlos Val; me gustaría conocer a Pilar Palomero. Del audiovisual aragonés destacaría la iniciativa ‘Desafío Buñuel’, que es para mí una experiencia muy bonita, inmersiva, es vivir el cine, una fiesta, y allí tuve al suerte de conocer a Verónica Forqué y a otros actores. 

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Ahora descansar, que tiene narices que sea un proyecto; también el espectáculo de Fabiolo Connection; nuevos retos en televisión; y me gustaría, sería un sueño, hacer ‘Fabiolo, la película’, pero también que confiaran en mí para un proyecto o película, una sorpresa con un papel en una peli guay, me encantaría llevarme esa sorpresa.

¿Y te pasarías al drama más profundo si fuera el caso?

Claro, sí. Lo difícil es hacer reír y Carmen Utrilla ya me dijo que yo valía para hacer de malo (ríe). 

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Amar para siempre a Zaragoza

Amar para siempre a Zaragoza

Tiempo de lectura: 7 minutos

Cuando Eduardo Casanova terminó el grado de Imagen y Sonido en el CEIP Los Enlaces de Zaragoza en el año 90, segunda promoción, tan solo tenía 19 años y nunca pensó que años después acabaría dirigiendo una serie diaria de gran éxito como es ‘Amar es para siempre’ que lleva en emisión 15 años.

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Eduardo Casanova en un momento del rodaje de ‘Amar es para siempre’. Armando del Río fuera de foco. Foto de Manu Fiestas.

El director zaragozano Eduardo Casanova trajo al mundo, junto a más peña, la serie ‘Amar en tiempos revueltos’ donde vivimos el amor entre Rodolfo Sancho guapo y Ana Turpin, en tiempos de la Segunda República y de la Guerra Civil. Luego cambió de cadena y pasó a llamarse ‘Amar es para siempre’, viajando en el tiempo en sus capítulos hasta llegar a los pantalones de campana con los años 70. Nos cuenta la historia de España a través de un grupo potente de actores que van cambiando cada temporada, pero manteniendo a los originales Manolita, Marcelino y Pelayo, los inmortales de la Plaza de los Frutos.

«Una de las claves es cambiar el elenco todas las temporadas. Cambiamos alrededor de 18 o 19 personajes y nos quedamos con el nexo de unión que son los asturianos», relata su director Eduardo Casanova a Secuenciadas. Cambiar los personajes en cada temporada, mostrar nuevas caras que empatizan con el espectador, hacen que nuestro interés no decaiga viendo Amar cada tarde. Sus penas y sus alegrías son las nuestras también y, oye, si además aprendemos historia, que tanto mal nos daba en el insti, pues más didáctico todo. Para Casanova es una serie que puede conciliar fácil con todos los miembros de la familia.

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El director, Eduardo Casanova, le indica a la actriz Cayetana Guillén Cuervo donde cae Zaragoza, el actor aragonés Alberto Castrillo, a la izquierda, ya lo sabe.

«Para nosotros, desde el punto de vista profesional, es un privilegio haber trabajado con tantísimos actores y actrices. A esto súmale que cada año la biblia es nueva y los argumentos son todos nuevos», explica Casanova. Y es que por la serie han pasado más de 375 actores que han protagonizado las tramas y también unos 70 episodios cada temporada, mucho talento en el que también, por cierto, ha habido mucho aragonés entre camerinos. Itziar Miranda (Manolita), Luisa Gavasa, Cristina de Inza, Nacho Rubio, Armando del Río, Jorge Usón, Andrea Dueso… acento aragonés que ha aparecido en esta serie.

PROCESOS DE TRABAJO

LLevar a la pantalla este proyecto nos lleva a pensar que el ritmo de rodaje es un pelín frenético, pero no: «si vinierais a un rodaje palparíais calma, a pesar de la rapidez con la que trabajamos», confiesa su director. Él y su equipo, del que el 85% sigue siendo el mismo desde el principio, han montado una maquinaria de reloj suizo que funciona a la perfección y todo dentro de los tiempos que requiere una serie diaria enfocada a sacar la máxima calidad y manteniendo el sello de Amar. «Nos miramos y ya sabemos que queremos cada uno»; ¡ay que bonito Eduardo! «Hemos tenido tiempo para ir mejorando todos los procesos, que a lo mejor otra serie, cuando quiere corregir no renueva temporada», observa Casanova, y es que 15 años dan para muchos masters.

El dire nos da los titulares de ese máster que han estudiado a conciencia y que ha conseguido mantener el interés del espectador en cada capítulo. Sinopsis: 15 guionistas se ponen a trabajar como si no hubiera un mañana, para mandar las escaletas, se reúnen con Casanova para que vea qué tal va la cosa y una vez terminadas pasan al equipo que escribe los diálogos. El director revisa y ajusta el guion a las necesidades que requiere la producción, como podría ser limitarse a una serie de exteriores. Luego aparecen en escena otros cinco directores que son los que van a grabar y montar alternativamente los capítulos, Edu les indica las pautas a seguir en grabación y después cada director se reúne con todos los jefes de equipo de maquillaje, peluquería, iluminación

Para poder llevar a cabo la grabación en los tiempos estimados, disponen de dos platós que graban en paralelo, por lo que todos los departamentos están por duplicado, vestuario, sonido… y los actores van pasando del plató 1 al 2 rodando sus escenas, una orden de producción muy compleja. «Antes del coronavirus, grababamos la media de un capítulo y un tercio al día, por eso tenemos dos platós en paralelo, si no sería imposible». Y es que estamos viviendo unos tiempos muy revueltos en los que los rodajes se han ralentizado inevitablemente y las producciones van a tener que adaptarse, en la mejor medida, a las condiciones actuales. Esperamos, en todo caso, que el amor continue.

Una vez que está terminado de grabar pasa a la sala de montaje y el mismo director lo revisa y ya pasa a color y sonorización. Y ya puesto todo cuki lo ve nuestro omnipresente director Eduardo Casanova ,por si tiene que dar alguna corrección o indicación, para posteriormente entregarlo a la cadena, Antena 3. Y todo con mucha calma, recordad.

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Eduardo Casanova, al lado de Águila roja, posa en foto de familia junto al elenco de esta temporada de ‘Amar es para siempre’ en el plató de la Plaza de los Frutos.

REMEMBER BY CASANOVA

Vamos a hacer memoria, como diría Chenoa en la cabecera de la serie, y contemos la historia de amor entre nuestro zaragozano y la serie que vio nacer. A modo de transición, retrocedemos en el timeline al año 90 cuando un chico de 19 años que acaba de terminar imagen y sonido, ya cansado de prácticas gratuitas por varios sitios, como por ejemplo en una televisión local en Andorra (Teruel), envía cuatro curriculums a la capital de España.

Y tachán: «una empresa de servicios audiovisuales me llamó a las dos semanas y lo único que hice es echarle valor y venirme para Madrid», recuerda Eduardo Casanova, agregando que «si te la querías jugar y marcharte fuera había trabajo, donde no había trabajo era en Zaragoza» y es que la producción audiovisual aragonesa por ese entonces era muy poca, así que este maño se colgó la mochila a hombros, como Labordeta, y china chano se fue para Madrid.

«Eran años que había muy poca gente preparada para el audiovisual, así que era fácil encontrar trabajo. Luego me junté en Madrid con gente que me enseñó mucho y no paré de currar» y así sigue, tiene muy claro que uno adquiere los conocimientos en las aulas, pero como aprendes es trabajando.

Ya en Madrid también trabajó en retransmisiones deportivas hasta pasarse a la ficción con una serie juvenil de éxito como fue Un paso adelante (2002), que confesamos que seguíamos asiduamente, y la comedia Mis adorables vecinos (2004). Hasta llegar a su relación televisiva más larga ‘Amar en tiempos revueltos’ (2005). «Yo voy a cumplir 49 años y parece que fue ayer, de hecho entré en la serie sin tener descendencia y ahora tengo un niño de trece años, se me ha pasado volando». Para Eduardo, ‘Amar es para siempre’ es como otro hijo, como un niño pequeño que ha criado junto a su equipo.

FOTOGRAFIANDO SU CIUDAD

El director, aunque lleva 30 años viviendo fuera de su ciudad natal, lleva sus raíces aragonesas muy adentro. A la pregunta de qué echa de menos de Zaragoza, además de a la familia, responde: «no lo sé describir porque es un sentimiento, no es algo material, es el sentimiento de ser aragonés«. Cada vez que viene a Zaragoza se patea la ciudad y la mira, algo que los que vivimos aquí seguramente no hacemos. «A mí el Pilar no me había impresionado nunca, supongo que porque nací con él y de repente ahora me sobrecoge cuando paso por la plaza tan grande, de repente es como un templo enorme encajado en un sitio».

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Basílica del Pilar de Zaragoza, para los que no la conozcáis y para los que no la miréis lo suficiente. Foto de Sekofotografía.

Hay que seguir su consejo y observar la ciudad en la que vivimos. ¿Y las fiestas del Pilar? «Si mis obligaciones laborales me lo permiten siempre voy a las fiestas del Pilar y a dar la tetadica que se decía antiguamente«. Su familia a excepción de su mujer y su hijo, están en Zaragoza, madre y hermanos. Un barrio zaragozano que también lleva en el corazón es Juslibol de donde era su padre y veraneaba todos los años. «Cuando os digo que salgo andar, ando hasta allí y vuelvo, volver a mis raíces me produce mucha emoción».

AUDIOVISUAL ARAGONÉS

No podíamos obviar la temática de la que trata nuestra web Secuenciadas y abordar un tema tan recurrente como es el audiovisual aragonés. Nos sorprende con su punto de vista sobre ‘El último show’ serie de Alex Rodrigo y Carlos Val.

«Me encanta», minipunto para Aragón TV. «Para los que nos hemos tenido que ir de Zaragoza porque no había producción audiovisual, ver las calles de nuestra ciudad reflejadas en una película o en una serie es muy emocionante porque no estamos acostumbrados. Ver el paseo Independencia o localizaciones que reconozco me parece brutal y luego desde el punto de vista del argumento está muy bien escrita y muy bien rodada». Y es que HBO no hubiera comprado un producto si no hubiera visto posibilidades, así Zaragoza ha llegado más allá de Fraga.

Miguel Ángel Tirado e Itziar Miranda en un fotograma de la exitosa serie ‘El último show’.

Y también nombra a Oregón TV, programa que sigue cuando puede, en el que destaca la labor de que varios de los actores escriban también los guiones. «En todos los rodajes que he estado todo el mundo habla muy bien de los técnicos o los actores aragoneses y hablan en el sentido de lo honestos y lo buena gente que son. Con esto no quiero decir que los de Valladolid no lo sean», bromea.

Eduardo Casanova se fue en 1990 de Zaragoza porque tenía que irse y no por gusto, que también, a trabajar a Madrid. Se siente muy aragonés y también muy madrileño y siempre que sus obligaciones laborales se lo permiten, y los tiempos revueltos, regresa a visitar a su familia para que su hijo se relacione con sus abuelos y primos y se sienta también aragonés. Le deseamos todo lo bueno a este profesional que traspasa fronteras y que sigan los éxitos de ‘Amar es para siempre‘ chalalala 🎵

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«Siempre me ha gustado actuar, no me imagino haciendo otra cosa»

«Siempre me ha gustado actuar, no me imagino haciendo otra cosa»

Tiempo de lectura: 8 minutos
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Foto de Ana Moreno

Para este ‘Secuenciando a’ nos hubiera encantado quedar a tomar algo, hablar en persona, hacer unas fotos y un vídeo chulísimos en algún lugar especial de la ciudad… pero las entrevistas en tiempos de coronavirus es lo que tienen y nos hemos adaptado a las circunstancias. Hace años que seguimos con interés la trayectoria de Laura Gómez-Lacueva Peralta; vamos, que somos muy fans. Esta actriz zaragozana tiene una brillante carrera en teatro, televisión y cine y, haciendo caso omiso a Fangoria, asegura que quiere tanto dramas como comedias en sus proyectos profesionales. 

Inició su formación en 1994 en la Escuela Municipal de Teatro de Zaragoza (EMTZ) y creó cuatro años después, junto a Ana García, su propia compañía teatral, Muac Teatro. En 2011 comenzó otra aventura teatral con la compañía Nueve de Nueve Teatro, acompañada por Jorge Usón, Carmen Barrantes y Hernán Romero, que sigue activa sobre las tablas. 

En el panorama audiovisual, la encontramos en nuestra pequeña pantalla en ‘Oregón TV’ y el las salas de cine en películas como ‘El reino’, de Rodrigo Sorogoyen, ‘La novia’ y ‘De tu ventana a la mía’, de la también aragonesa Paula Ortiz, ‘Incierta gloria’, de Agustí Villaronga, o ‘Los futbolísimos’, de Miguel Ángel Lamata. Como os decíamos, dramas y comedias que completará este año, cuando el COVID lo permita, con los estrenos de las películas ‘Las Niñas’, de Pilar Palomero, la docuficción ‘Marcelino, el mejor payaso del mundo’, de Germán Roda, y las ‘Historias lamentables’, de Javier Fesser, donde interpreta uno de los papeles protagonistas y que, estamos seguras, será memorable. 

¿Cómo surge tu interés por el mundo de la actuación? 

Cuando era cría siempre jugaba a actuar y a escribir, me juntaba con mi prima Begoña y con algunas vecinas y hacíamos representaciones para nuestros padres, para los vecinos; nació allí. Lo del audiovisual fue casual, comencé en el teatro y después lo primero que hice de audiovisual lo hice con Lobomedia —productora de ‘Oregón TV’ (ahora ZapZapMedia)—, con la sitcom ‘Tres eran tres’, para Aragón TV. 

¿Qué hubieras sido si no fueras actriz? 

Nunca lo he pensado, porque incluso cuando en su día pensé en qué carrera me gustaría estudiar, me di cuenta de que no me gustaba nada. Me hubiera ido hacia las letras, pero siempre me ha gustado actuar y me fui a estudiar interpretación; no me imagino haciendo otra cosa

Te asociamos irremediablemente al humor, ¿pero en qué género prefieres trabajar?

Que no me quiten ninguno: en drama y en comedia. 

Está claro que se la dan bien tanto el humor como los dramones. Fotos de Javier Mantrana

¿Qué ha significado para ti el programa ‘Oregón TV’?

‘Oregón TV’ me ha abierto muchísimas puertas, me ha dado visibilidad, porque llevamos muchos años, lo emite la autonómica y con las plataformas de internet ha llegado a España y al mundo. Por el fenómeno viral, algún vídeo engancha y la gente te conoce y desea trabajar contigo. Ha supuesto también poder seguir trabajando con compañeros y amigos con quienes ya trabajaba en teatro, como Marisol Aznar, Alfonso Palomares, Francisco Fraguas, Pablo Lagartos o Jorge Asín. A muchos niveles me colma ‘Oregón TV’, a nivel profesional y humano. 

Es difícil abstraerse de la actual situación causada por el COVID, ¿qué ha supuesto en el caso de tu trabajo? 

A nivel audiovisual, a finales de abril tenía previsto el estreno de la película de Fesser y no va a poder ser, no sabemos cuándo se estrenará ni de qué manera, porque cambiarán los protocolos a seguir en cines y teatros. En septiembre tenemos el estreno de ‘Las niñas’, de Pilar Palomero, aún falta tiempo e igual se han buscado soluciones y se puede hacer un estreno más normal.

Tenía trabajos audiovisuales realizados y no estrenados, pero no proyectos que se hayan parado mientras los hacíamos, en eso he tenido suerte. Sin embargo, se han paralizado tres proyectos teatrales y no se si se podrán recuperar y, si se puede, cuándo podría ser.

Estás teniendo un buen año, audiovisualmente hablando. Has participado recientemente en la primera serie de ficción aragonesa ‘El último show’, ¿qué pensaste cuando te dijeron de participar en una serie en la que el protagonista era Marianico el Corto?

Ya había trabajado con Miguel Ángel Tirado, él ha hecho cameos en ‘Oregón TV’, nos conocíamos y hemos coincidido muchas veces. Como conocía la idea de Alex Rodrigo me pareció una idea surrealista, maravillosa, me gustó mucho estar ahí, siendo además la primera ficción que producía Aragón TV con semejante elenco, con un porcentaje tan elevado de técnicos y artistas aragoneses. Era como estar en el mar en verano, una maravilla. 

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Dos grandes actrices, Luisa Gavasa y Laura Gómez-Lacueva, comentando la jugada de Marianico en un momento del rodaje de la serie ‘El último show’

También te podremos ver en la ópera prima de Pilar Palomero, ‘Las niñas’, ¿cuál es tu papel? 

Soy una monja, la profesora de música, es un papel muy chiquitín, pero fue un gusto participar. Había participado en el corto ‘Niño balcón’ con Pilar Palomero, me llevo bien con ella, me gusta lo que hace, tiene mucho gusto y mucho arte. Una parte de mi papel en ‘Las niñas’ la rodamos en el Pedro Cerbuna, donde se recrea un final de curso en el que las niñas cantan, y la clase en sí está grabada en el IES Miguel Servet. Pilar y yo habíamos ido a ese instituto, fue volver a los orígenes

Hice el casting para interpretar a otra de las monjas, pero como tenían una edad más elevada, Pilar pensó en la de música y así acabé siendo la profe de música. 

Eres una de las protagonistas de las ‘Historias lamentables’ de Javier Fesser, que se estrenará próximamente, ¿cómo llegaste a participar en la peli?

Son tres historias y un prólogo. Una de las historias sucedía en Zaragoza, buscaban actores aragoneses y querían que tuvieran acento aragonés. Accedí a ese casting por esta historia, pero me llegó la información un poco rara, no me enteré de que había que hacer el casting en aragonés y lo hice con acento neutro. Luego lo repetí en aragonés y les gustó mucho, quedaron conmigo para las pruebas de vestuario y de maquillaje, pero antes de llegar a las pruebas, como les había gustado mucho, me dijeron que querían que fuera la protagonista de otra de las historias, en lugar del personaje secundario en la historia aragonesa. Pasé otro casting y me dieron el papel, me hizo muy feliz. Así que tengo muchos amigos en la historia aragonesa, pero yo estoy en otra.  

¿Cómo es rodar con Fesser? 

Una maravilla, es muy inteligente, sabe de todo, de interpretación, de cámara, de luz, y tiene muy claro lo que quiere. Es fácil que si te pide algo confíes, porque lo que hace es maravilloso. Crea muy buen rollo entre el equipo, todo el mundo trabaja con positividad y muy contento 

Cuéntanos algo de ese papel protagonista 

Es en la historia ‘El cumpleaños de Ayoub’, que es un africano que pide trabajo a Tina (Valentina), que es mi personaje, y es lo peor que ha podido hacer ese hombre, porque mi personaje es… Uno es la bondad y ella es una mujer que le va a poner en una y mil problemáticas. Rodamos en varias localizaciones, entre ellas en Valencia y Torrelaguna (Madird).

¿Qué valor das a la dirección de actores? ¿Y a la improvisación? 

Depende del director, valoro muchísimo el trabajo del director, algunos son más proponedores o lo tienen muy claro, otros son menos flexibles y quieren que sigas su ruta y a otros les gusta que el actor aporte su parte. Depende de con quién trabajes. También se ve en los ensayos, que están bien para crear el personaje y para darte cuenta de cómo trabajar con ese director. Cada maestrillo tiene su librillo. 

¿En qué momento crees que está el panorama audiovisual aragonés? 

Cada vez va más hacia arriba, comenzamos a caminar más tarde que otras Comunidades, se hacían muchos cortos de aficionados, pero ahora es profesional, hay mucho talento, actores muy buenos, buenos guiones, es un buen momento para Aragón, esperemos que esta crisis no nos de un bofetón y se siga creando como hasta ahora. 

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Uno de los personajes de esta camaleónica actriz Gómez-Lacueva, el de Adela en Oregón TV, Luis Rabanaque le hace los coros caracterizado como el sufridor marido Roque. Programa que lleva en antena 12 años en Aragón TV.

Asociamos tu nombre al cine y la televisión, pero también has hecho mucho teatro. ¿Qué te aporta el teatro?

Aparte de que es mi primer amor, lo primero que conocí, el sentir al público en directo, cómo te sigue en el viaje que estás llevando, notarle ahí no es comparable a nada, es fantástico. 

Has creado dos compañías teatrales

La primera la formé con Ana García en 1998, Muac Teatro, pero decíamos Muac Teatro Clown, porque bebíamos de la comedia, pero era una dramedia o tragicomedia, uníamos humor y drama. Esa compañía duró ocho años. La siguiente fue Nueve de Nueve Teatro y seguimos en ella (con Jorge Usón, Carmen Barrantes y Hernán Romero), pero no estamos en todas las producciones todos. En ‘Al dente’, la primera, estuvimos los cuatro, pero ‘En la extinta poética’ solo participamos Carmen y yo y, por ejemplo, en la última, ‘La tuerta’, solo está Jorge, pero de director. Según lo que nos pide el cuerpo, vamos haciendo. 

Si pudieras elegir papel y compañía en el escenario o la pantalla, ¿qué te hubiera gustado interpretar, con quién y bajo qué dirección?

En teatro me hubiera encantando con La Zaranda y ya lo he hecho, Eusebio Calonge, el dramaturgo, y Paco nos dirigieron en ‘La extinta poética’, ese es un sueño cumplido. Hay tantos directores y tantos buenísimos, tanto aragoneses como nacionales, y también con alguno internacional, pero es complicado trabajar en otros idiomas.

No soy muy mitómana, no me gusta una compañía o un grupo, me gusta, por ejemplo, trabajar con los mejores y las mejores, pero los que tienen más arte, más riesgo, los que hacen proyectos maravillosos, yo quiero estar ahí con los mejores, tener los mejores compañeros que pueda tener. 

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La extinta poética’, obra de la compañía Nueve de Nueve, donde Laura Gómez-Lacueva lo da todo junto a sus compis Rafael Ponce y Carmen Barrantes. Foto de Bruno Rascão.

¿Algún día te veremos detrás de las cámaras?

De momento no he sentido la llamada, de momento no, porque soy muy feliz interpretando. Dirigiendo he hecho pequeñas cosas en teatro, pero no controlo la parte de atrás del cine tanto como para ponerme a dirigir, podría ayudar a un director con la parte actoral, pero ponerme a dirigir me parece demasiado valiente. 

¿Dónde te podremos ver próximamente? 

En ‘Historias lamentables’ de Javier Fesser, ‘Las niñas’ de Pilar Palomero, ‘Marcelino, el mejor payaso del mundo’, de Germán Roda y, para quien no la haya visto en Aragón TV, en la serie ‘El último show’ que ya está disponible en HBO.

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Uno de sus próximos estrenos, la docuficción ‘Marcelino, el mejor payaso del mundo’ junto al prota Pepe Viyuela. Audiovisual aragonés dirigido por Germán Roda.

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