Miles de personas abandonaron sus casas y su país con motivo de la Guerra Civil española y acabaron en diferentes partes del mundo. Muchos de ellos fueron a Iberoamérica y recalaron en México, donde su entonces presidente, Lázaro Cárdenas, abrió las puertas y les recibió con los brazos abiertos. Esta es la historia de muchos aragoneses y la recoge Vicky Calavia en el documental ‘Las cerezas del exilio. Historias de talento desterrado’.
El docu se ha grabado entre España y México lindo y querido. Vicky atenta a todas las pantallas, móvil y cámara
‘Las cerezas del exilio’ es un documental sobre la historia de altoaragoneses en el exilio en la Guerra Civil, un proyecto que surge de la tesis del profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, Alberto Sabio, y que ha recibido el apoyo económico de la Diputación Provincial de Huesca. Y aunque relata la vida de muchos oscenses en el exilio en México, “lo hacemos extensivo a muchos otros inmigrantes españoles en general que llegaron allí, se establecieron y encontraron una vida digna”, explica Vicky Calavia a Secuenciadas.
El docu se acerca a estas personas a través de sus oficios, recordando a personajes relacionados con la política o la cultura, como el escritor Ramón J. Sender, pero también a personas anónimas, trabajadores como hosteleros, sastres, pequeños comerciantes, todos ellos “grandes desconocidos, pero que fueron muy importantes en México porque fueron muy activos” a la hora de crear espacios como el ateneo español o las casas regionales, aportando un gran peso cultural y un activismo social a su vida en ese país.
Muchos altoaragoneses echaron raíces en México y allí acabaron sus días
“Estas personas siempre querían volver a España, pero era muy complicado y esa vuelta era también un poco agridulce”, porque les hacía sentir que no eran ni de un sitio, ni de otro. Esta experiencia vital se narra con los testimonios de sus descendientes y de personajes como el escritor Ignacio Martínez de Pisón o la actriz argentina Cristina Rota, “que es la otra cara de la moneda, alguien que ha venido aquí y que habla de lo que supone desprenderse de tu tierra, de tu país, una herida abierta para el resto de la vida”.
Vicky Calavia impulsó este documental gracias al trabajo de Alberto Sabio, quien había iniciado el estudio de lo ocurrido con los exiliados aragoneses seis años atrás y juntos comenzaron a desarrollar el docu y a buscar financiación. “Grabamos la primera parte hace tres años en España y la segunda parte el año pasado en México”, detalla la directora.
Vicky y su equipo tras realizar una de las entrevistas del docu
HISTORIAS ENLAZADAS
En cuanto al título, ‘Las cerezas del exilio’, es también parte de la tesis de Alberto Sabio «y me pareció muy poético, evocador y muy bonito, porque la idea es que estas personas, una vez que se van allí, se encuentran y es como coger a un personaje, investigarlo y encontrar a otro, como quien coge un ramo de cerezas y van saliendo del cesto unas enlazadas con otras”.
El trabajo se ha preestrenado ya en Huesca y Zaragoza y desean presentarlo también en Madrid, Barcelona, México y en festivales. Basado en la idea original y la historia escrita por Alberto Sabio, y dirigido por Vicky Calavia, Carlos Serrano se ha encargado del guion; Carlos Navarro, Alberto Belenguer y Vídeo Servicios Profesionales de la cámara y dirección de fotografía; Álvaro Mazarrasa, de la edición y postproducción; Sergio Duce, del grafismo; y Joaquín Pardinilla, de la banda sonora original.
Además de dar a conocer este proyecto, Vicky Calavia ha estrenado también recientemente el documental ‘Íntimo y privado’, sobre las mujeres y la sexualidad. Su documental ‘Florián Rey. De luz y de sombra’ inaugurará el próximo festival internacional de cine y series de historia Saraqusta Film Festival de Zaragoza, el 29 de abril en el cine Cervantes; y mientras tanto está finalizando otro documental sobre la historia de la cantante, cupletista y actriz turiasonense Raquel Meller, que “está a punto de ver la luz”. ¡Pero cuánto movimiento! ¡Nos encanta y ya queremos verlos todos!
Antonio Martínez del Castillo (1894-1962), Florián Rey, marcó estilo propio y logró dejar su huella en la historia del cine. A pesar de ello, el director es una figura aún desconocida para muchos. La gestora cultural y documentalista, Vicky Calavia, recupera ahora su historia en el documental ‘Florián Rey. De luz y de sombra’. El trabajo se ha estrenado en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) y también se ha presentado en la localidad natal del cineasta, en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza).
Directora y entrevistada disfrutan en el móvil de ‘Nobleza baturra’. ¡Cómo cantaba Imperio!
“Conozco a Florián Rey prácticamente desde siempre a través de la historia del cine, del libro de Agustín Sánchez Vidal (‘El cine de Florián Rey’), y de las películas que hizo, sobre todo de las musicales con Imperio Argentina que vi de pequeña”, explica Vicky Calavia a Secuenciadas. La dire comenzó a profundizar en su figura cuando el Ayuntamiento de La Almunia la llamó para iniciar un proyecto para impulsar el eslogan ‘La Almunia, de cine’, lo que llevó a poner en marcha una recreación y una ruta basada en el cine de Florián Rey.
En ese momento constató “su alcance como director, su valía, su puesta en escena, su trabajo como director de actores y cómo aplicó lo que había estudiado sobre el sonido y la planificación” y comenzó a tener este proyecto de documental “en mente”. Como buena aragonesa, ese empeño se convirtió en 2016 en los primeros pasos de este trabajo que le ha llevado a rodar desde entonces, aunque con un parón por la pandemia, en Zaragoza, Madrid y La Almunia. El docu recopila entrevistas con expertos y personas vinculadas a la figura de Florián Rey, como su sobrina; quien fuera su director de fotografía, Juan Mariné; el actor Antonio Resines; o José María Pemán, de la Asociación Cultural Florián Rey.
“Queríamos mostrar al Florián Rey director” y el título es tanto un guiño a la proyección de cine, a la luz en un lugar de sombras, como a la propia personalidad del director y a su carrera, en la que tuvo grandes éxitos, pero también fracasos. En lo personal, “era arrollador y enérgico, pero también autoritario y complicado para quien tenía cerca y en su trabajo”, señala Calavia. Su deseo era “mostrar a un personaje de carne y hueso” y al cineasta que logró con ‘La aldea maldita’ ser “uno de los mejores directores de comienzos del XX, que es evidente cuando lo ves, pero que ha sido olvidado y hay mucha gente, incluso del cine, que no sabe que existe”.
El docu recoge testimonios de expertos y personas vinculadas a la trayectoria de Florián Rey.
CANCELADO
Fue falangista, mantuvo una tormentosa relación con Imperio Argentina y fue a la Alemania de Hitler a grabar y dar a conocer su fórmula de éxito. “Después viene a España y se da por hecho que será el gran director del franquismo, pero es lo contrario, no le dan presupuestos, rueda cosas que no le gustan y, con 60 años, abandona el cine y se retira a regentar un restaurante en La Cala de Finestrat, donde sigue hablando de cine y en proyectos relacionados con el cine, pero nunca desarrollará esas iniciativas porque fallece pronto”.
Vicky centra sus esfuerzos en rescatar a personajes aragoneses y a Florián Rey “había que hacerle justicia”, porque películas como ‘La aldea maldita’ son “un hito, un cine adelantado, vanguardista, muy pegado a Europa”; porque Florián conocía lo que se hacía en otros países gracias a su pasión por el cine, a sus viajes y por haberlo estudiado.
Las siguientes cintas del director siguen el camino del cine musical, más comercial, pero siempre con los mismos temas del éxodo del campo a la ciudad, de las relaciones entre hombres y mujeres, de la pérdida de la honra de la mujer (ya sabéis, la preocupación absurda de algunos señoros en aquella época) o de las relaciones entre personas de diferentes razas, clases sociales, económicas y culturas.
Es un cine de integración que gustaba mucho en los tiempos de la II República y que tiene éxito en la Guerra Civil entre ambos bandos. Por ello, Hitler quiere imitar su estilo para difundir el cine hecho desde Alemania en el resto del mundo. “Florián Rey marca estilo y deja una huella importantísima en ese momento”, logrando un éxito internacional y de taquilla que consiguieron pocos cineastas de la época, gracias a un cine muy popular, pegado a las raíces de España. También en Iberoamérica triunfan sus cintas. Sin embargo, esos temas costumbristas lastran su cine en los años 50, cuando otros directores ya proponen una renovación, a pesar de la gran calidad de los trabajos de Rey.
Presentación del docu en La Almunia. Say cheese!
RELACIÓN CON IMPERIO
En una de sus visitas a Andalucía, Florián Rey conoce a una jovencísima Imperio Argentina “y se queda fascinado con ella” e inicia una relación laboral y personal muy cercana, en la que Imperio cuida del hijo de Florián, fruto de su primer matrimonio. Se establece una relación entre ellos y acaban casándose. Graban ‘Nobleza baturra’, que consigue un éxito sin precedentes, ‘Carmen, la de Triana’, que graban en la Alemania nazi, y ‘Morena clara’. Este será el “triunvirato de su cine, su máximo juntos”, unas películas que reflejan “la unión perfecta entre director y actriz” y que demuestran el don que Imperio tenía en su voz.
No obstante, como estamos hablando de cine y nos gustan las emociones fuertes, su relación fue “bastante tormentosa”. Florián era un director muy exigente y perfeccionista y esa exigencia provocaba conflictos con su equipo. Además, en la grabación de ‘Carmen, la de Triana’, Imperio se enamora de su compañero de reparto, Rafael Rivelles, y en este punto comienza la escisión del tándem Florián-Imperio. Su dramática historia “crea una brecha emocional tremenda”. Ninguno de los dos volverá a hacer cine de tanta calidad por separado, “ni a Imperio la dirigieron después tan bien y acertó tanto con sus papeles, ni Florián encontró a su musa”.
El docu, gracias a un profundo trabajo de documentación, relata esta historia a través de testimonios y del propio cine de Florián Rey, así como con alguna representación protagonizada por el actor, David Moreno, que ha participado en las recreaciones de La Almunia encarnando a Florián. Intervienen en este docu: Luis Alegre, Javier Barreiro, Antón Castro, Ángeles Castro Martínez del Castillo, Marta Gracia, Carlos Gurpegui, Javier Hernández, José Manuel Latorre, Juan Mariné, Amparo Martínez, Ángeles Martínez, Carmen Pemán, José María Pemán, Antonio Resines y Agustín Sánchez Vidal.
Nuestro particular Florián Rey tomando un café bien cargado antes de rodar con Imperio.
EL EQUIPO
Con guion y dirección de Vicky Calavia, la acompañan en esta aventura Carlos Navarro, como cámara y director de fotografía; Álvaro Mazarrasa, en la edición y postproducción de imagen; Carlos Estella y José Manuel Huerta, y el Laboratorio Audiovisual de Zaragoza en la producción de sonido; Virginia Maza, en maquillaje; Óscar Baiges, en el diseño gráfico; y como productor delegado de Aragón TV participó en el proyecto Jaime Fontán, fallecido el pasado año, a quien está dedicado el documental.
Con sus luces y sus sombras, Vicky Calavia admira al director “en cuanto a técnica y dirección, porque amo el cine y me parece muy interesante lo que he descubierto al hacer este trabajo, aunque en lo personal no es una figura cercana a mi sensibilidad”. Como en todos sus trabajos, trata al protagonista del documental con objetividad, contando lo mejor y lo peor, en el que es el docu más largo de su trayectoria, con 98 minutos.
Como Vicky no para nunca, ya está en fase de montaje del documental que dedicará a la cantante, cupletista y actriz turiasonense Raquel Meller; también se encuentra preparando la novena edición del festival ‘La mirada tabú’ y está en proceso de rodaje de un documental “muy distinto”, sobre la Zaragoza de los años 70 y su arquitectura. Son sus proyectos más cercanos, pero vendrán muchos más y ¡los seguiremos con atención!
Gestora cultural y documentalista, la directora zaragozana Vicky Calavia ha heredado de sus padres su pasión por el cine. Curiosa por naturaleza, le gusta contar la historia de otras personas en imágenes y le apasiona organizar ciclos y festivales para descubrir el cine a otros, como también hace en su faceta como docente. Certámenes como ‘La Aljafería, un lugar de cine’ o ‘La mirada tabú’ llevan su sello personal.
Quería ser astrofísica, pero la pantalla acabó por atraerla detrás de las cámaras, desde donde ha ideado y dirigido decenas de trabajos en los últimos años. Para este Secuenciando a quedamos con ella en un sitio especial, el antiguo matadero del barrio de Las Fuentes (actual centro cívico Salvador Allende), precisamente uno de los lugares donde se inició su relación con el audiovisual.
¿Cómo surge tu pasión por el audiovisual?
De pequeña veía mucho cine en casa y mis padres nos llevaban al cine. La primera película que recuerdo ver es ‘Candilejas’ (Charles Chaplin) y me acuerdo que me pegué un sofocón tremendo, llorando sobre las rodillas de mi madre y no tuve entonces una impresión positiva del cine, por el disgusto, pero siempre me gustó porque a mi padre le gustaba y te contagiaba.
Con ocho años vino al colegio Torrerramona, en Las Fuentes, una chica con una pantalla, un proyector y un altavoz y nos dio una chara sobre cine, explicando el primer plano, el plano americano, el general, y pensé que lo que veía con mi padre tenía un lenguaje. Salí fascinada de esa clase. También coleccionaba revistas de cine, críticas de periódicos, veía programas de televisión y leía libros sobre cine.
Pero yo hacía ciencias puras, porque se me daban muy bien las matemáticas y quería ser astrofísica, y estaba con mi empeño hasta que descubrí que la física no la entendía, que era muy difícil y la suspendía. Así, me metí a Veterinaria, donde hice grandes amigos y fui a grandes fiestas, pero no era lo que yo quería. En tercero se me hacía muy duro y un amigo me dijo que había un grupo de cine en un bar al que había ido. Fuimos un viernes por la tarde y estaban proyectando cortos y debatiendo, organizaban los Sin retorno films, Javier Estella y José Manuel Fandos, a quienes me autopresenté, y conocí a gente de la Agrupación Artística Aragonesa. Así empezaron mis primeros pasos haciendo festivales, cuando organizamos con Javier Estella un festival de videominuto en el centro cívico del Matadero.
Hicimos el festival dos años, la asociación se disolvió, Javi y José Manuel se fueron al mundo más profesional y yo me quedé haciendo el videominuto, que en su cuarto año acabó organizándolo la Universidad de Zaragoza, de modo internacional. Me acuerdo que en esa tercera edición iba casa por casa devolviendo los VHS y así conocí a cantidad de autores.
¿Y cómo fueron esos inicios?
Después me puse a trabajar en distintas cosas, como mecanógrafa, vendiendo fotos de boda… Recalé por casualidad en el bar Casa Lac, donde hacían cosas culturales, y allí surgieron los ‘Cortos de café’, proyecciones los martes por la tarde que hicimos durante dos años y medio, entre los años 1997 y 2000, y todo sin un duro, más que la invitación después a unas tapas. Allí conocí a mucha más gente del cine aragonés, era todo muy ilusionante.
En esa época comprobé que los libros que hablaban sobre cine aragonés se quedaban en los 90, no estaban actualizados, y se me ocurrió la idea de hacer una exposición para actualizar esa información, un proyecto que presenté en Diputación de Zaragoza y se convirtió en ‘Travesía’. Pasé de gestionar cero euros en Casa Lac a gestionar 120.000 euros en este proyecto, que incluía proyecciones en 35, en súper 8, videoteca de VHS y DVD, exposición de objetos de coleccionistas, videoinstalaciones y el primer videomapping que se hizo en Zaragoza, con Pedro Santero en la fachada de la DPZ.
Comencé a hacer una base de datos, un material que he ido aumentando sin que exista un archivo audiovisual donde mostrarlo, lo sigo teniendo yo (lamenta).
Después empecé a dar clases, tras hacer un postgrado en la universidad sobre ‘El lenguaje y la emoción’, y siempre me he ido fuera a ver cosas como videodanza, a certámenes de Bilbao, Valencia o Madrid.
A partir de ahí, gente a la que había conocido me llamó para hacer producción y mi primer trabajo serio fue para ‘La ambulancia azul’, de Carlos Gil Roig. En esos años aprendí mucho de producción y documentación y eso me ha servido para hacer documentales.
Mi primer documental serio fue en 2008, ‘Manuel Rotellar. Apuntes desde la fila 8’. Yo venía de un mundo autodidacta, era un poco marciana para los demás y Rotellar era un poco eso también, me sentí súper identificada con él, no tenía más que una calle en el Picarral y pensé en hacerle un documental. Le conté a Multicaja el proyecto y lo financiaron. Después vendrían otros trabajos de Alberto Sánchez o Eduardo Ducay.
«Aprendí producción y documentación y descubrí que contar cosas de los personajes en formato documental era muy interesante»
¿Por qué apuestas desde el principio por el documental?
Lo que me encantaría saber hacer es videodanza, porque me parece muy difícil. Me gustan las narrativas diferentes, pero para hacer videodanza quizá tendría que haber estado en Barcelona, que era el ambiente propicio, pero mis circunstancias estaban aquí. Me gustaba contar la vida de los demás, aprendí producción y documentación muy exhaustiva con Emilio Casanova y descubrí que contar esas cosas de los personajes en formato documental era muy interesante.
Me gusta mucho hacer entrevistas a los demás, que me cuenten, saber, soy muy curiosa. Quizá fue por eso, aunque hasta que dije que era directora… eso fue hace poco. Era muy tímida, decía que era realizadora, que hacía documentales, me sentía una intrusa en este mundo, pero luego me di cuenta de que había muchos intrusos en este mundo, que no era la única. Tampoco me veía directora de cine y me parece muy difícil hacer diálogos; pensé que la ficción no era exactamente lo mío y hasta hoy. Además, la ficción es cara.
Has rescatado muchas figuras olvidadas y muchas de ellas mujeres
Todo empieza porque primero hice la documentación de una serie de Aragón Televisión, ‘Estampas’, que hizo Emilio Casanova, que eran 50 personajes de la cultura aragonesa. Había muchos hombres, hacía toda la documentación y de las pocas mujeres que había estaban Josefa Amar y Borbón, Agustina de Aragón, María Moliner, Pilar Bayona, Raquel Meller, y pocas más. Al descubrir a María Moliner y que se había muerto sin acordarse de nada, que no sabía ni nombrar las cosas porque tuvo un Alzheimer final, me impresionó tantísimo una mujer que había hecho un diccionario y nadie sabía quién era, pensé que algún día tenía que hacer algo.
Comencé después a hacer la lista de mujeres: Raquel Meller estoy ahora en ello; María Domínguez (‘La palabra libre’) me vino por otro lado, por la Fundación María Domínguez; a Natividad Zaro (‘En voz alta’), una borjana que era productora y guionista, me la descubrió el escritor Félix Romeo.
¿Cómo es el proceso de la idea hasta que lo vemos en pantalla? ¿Cuánto tiempo te lleva?
Me lleva mucho tiempo, primero porque no me dedico solo a eso, doy clases, organizo festivales. Pienso en el personaje; me documento mucho; contacto con la familia, porque hay que contar con sus permisos siempre; con expertos sobre el personaje y preparo un guión previo. Después hago el proyecto, lo presento a instituciones, aunque no siempre consigues todo lo que necesitas o te gustaría tener, pero con lo que tengo reformulo.
Mis documentales no son caros, son ajustados a lo que tengo y, en ese sentido, he sido siempre muy posibilista, prefiero hacer un documental bien hecho con lo que tengo, meter esfuerzo, no ganar yo dinero y pagar bien al equipo, a esperar a tener muchísimo presupuesto y que luego en el camino haya podido hacer otros trabajos y solo haya hecho uno. Siento como Alicia en el país de las maravillas, que no tiene tiempo y la lista de proyectos es muy larga y quiero contarlos. Se me acumulan los trabajos por mis ansias de contar cosas.
¿Al final serán años de trabajo sobre un mismo personaje?
Claro, con María Moliner pasaron cuatro; con Elvira de Hidalgo (‘Calante Divinità’), tres años y medio. En esos procesos empiezo otros, hay que pedir ayudas escalonadamente y los proyectos se van solapando, pero uno me cuesta tres o cuatro años, porque soy lenta, le doy muchas vueltas a la edición, hago versiones largas y cortas, reviso y a veces añado entrevistas que me faltan. Me cuesta mucho cerrar, me tienen que poner fecha, pero hay que cerrar alguna vez también.
También organizas ciclos y festivales
He propuesto eventos como ‘Travesía’, ‘ProyectAragón’, ‘La mirada tabú’, ‘La Aljafería, un lugar de cine’, en otros me han llamado, como en Animainzón. Me gusta mucho programar y me gusta mucho lo que hago, aunque es duro, porque eres autónoma y a veces no duermes, es complicado mantenerte por ti misma, pero me gusta mucho lo que hago.
¿Cómo será la próxima edición del ciclo ‘La Aljafería, un lugar de cine’?
Este año pasan tres autores, para que los presupuestos sean más holgados. Estarán Mercedes Gaspar, que hará un documental ficcionado; Gala Gracia, con una videodanza; y Álvaro Mazarrasa, con un videoclip con su grupo Dadá.
¿Qué te aporta tu faceta como docente?
Aprendo muchas cosas de los alumnos, otros puntos de vista, cómo descubren las películas desde una posición más virgen, les descubro películas raras, de culto, rarezas del cine español, comento con ellos cine dentro y fuera de clase. Es como una gran familia, con gente de todas las edades, muy variada.
Además eres perito audiovisual judicial, ¿en qué consiste esta labor?
Me llamó un abogado y me dijo que quería a alguien para hacer peritaje en pruebas de delitos grabados en cámaras de seguridad. Un compañero ya lo había hecho y había que averiguar si en unas imágenes una persona sale o no, usando nuestros programas de ordenador y pasando fotograma a fotograma para ver si se le identifica. Emití un informe razonado y eso ha servido como prueba en un juicio. Es complicado, porque es una gran responsabilidad.
¿Cuáles son tus últimos trabajos?
He estrenado el documental ‘Elvira Hidalgo. Calante Divinità’, sobre esta mujer que fue maestra de la Calas, una soprano de comienzos del siglo XX que no era nada conocida, pero una mujer con mucha rasmia, con mucha fuerza, energía y muy divertida. Tengo pendiente el de Raquel Meller, en el que tengo mucha documentación, pero va para largo; y antes tengo que acabar y estrenar ‘Florián Rey, De luz y de sombra’. Florián Rey es otro gran personaje y, además, controvertido por sus ideas políticas, porque hacía el cine de la españolada, como lo llamaba él, pero no mucha gente sabe lo bien que grababa y dirigía.
También tengo pendiente acabar ‘Natividad Zaro. En voz alta’, y otro que se titula ‘Mi primera vez’, sobre la primera película que nos ha gustado en el cine y la primera vez que fuimos al cine, en el que he entrevistado a muchas personas del oficio y cinéfilos y estoy con un montaje previo, le quiero dar una forma personal.
«El cine aragonés siempre ha vivido una época dorada. Buenos cineastas ha habido, hay y habrá»
Recientemente has participado de nuevo en la Seminci, en Valladolid, con tu documental sobre Elvira Hidalgo. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Valladolid es un festival histórico, serio, riguroso, y me encanta estar seleccionada porque quiere decir que lo que haces interesa, gusta y llega, y eso ya es un premio. Es una ciudad donde la gente se toma muy en serio ir al cine, comentarlo, son muy cinéfilos los vallisoletanos. Hay una programación interesante, también cine moderno de gente joven, y me gusta mucho esa parte de la Seminci, y el cine de los grandes clásicos. Ahí teníamos a Carlos Saura con ‘El rey de todo el mundo’, que me gustó mucho porque es una película con un ritmo impresionante hecha por un hombre de 89 años, es maravillosa. La Seminci siempre es una experiencia muy bonita, es especial siempre.
¿Qué opinas del momento que vive el audiovisual aragonés?
El cine aragonés siempre ha vivido una época dorada, tenemos tantos grandes nombres a lo largo de la historia que no me parece que sea especialmente más fructífera ahora. Me parece que ahora hay más gente con más facilidad de hacer cosas porque se han democratizado los medios, el acceso a lo digital, ahora se monta y se graba con más agilidad que antes, eso ayuda.
Luego también los medios de comunicación habéis ayudado mucho a darle esa relevancia, a contarlo más, a que la gente se entere de quién es quién y de que hacemos cine.
Y quizás a lo largo del tiempo hemos conseguido más seguridad, nos lo creemos más esto de que hacemos cine, ahora lo decimos cada vez menos con la boca pequeña y más de verdad. Aragón es un lugar de cine, con muchos cineclubs y gente que va al cine, que habla de cine. Todo eso en el tiempo va dejando ese poso, pero cineastas buenos ha habido, hay y habrá. Aquí no se por qué nos da por hacer cine y música.
¿Cuál será de tus trabajos será el próximo que podremos ver?
El primero será el de Natividad Zaro, el resto no lo puedo aventurar porque no lo se todavía como irá mi vida. Lo presentaré en Borja, en un preestreno el año que viene, a comienzos de año.
Vicky Calavia responde a nuestro test de secuenciando a, con preguntas de lo más curiosas. ¿Qué nos habrá respondido?