Antonio Martínez del Castillo (1894-1962), Florián Rey, marcó estilo propio y logró dejar su huella en la historia del cine. A pesar de ello, el director es una figura aún desconocida para muchos. La gestora cultural y documentalista, Vicky Calavia, recupera ahora su historia en el documental ‘Florián Rey. De luz y de sombra’. El trabajo se ha estrenado en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) y también se ha presentado en la localidad natal del cineasta, en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza).
Directora y entrevistada disfrutan en el móvil de ‘Nobleza baturra’. ¡Cómo cantaba Imperio!
“Conozco a Florián Rey prácticamente desde siempre a través de la historia del cine, del libro de Agustín Sánchez Vidal (‘El cine de Florián Rey’), y de las películas que hizo, sobre todo de las musicales con Imperio Argentina que vi de pequeña”, explica Vicky Calavia a Secuenciadas. La dire comenzó a profundizar en su figura cuando el Ayuntamiento de La Almunia la llamó para iniciar un proyecto para impulsar el eslogan ‘La Almunia, de cine’, lo que llevó a poner en marcha una recreación y una ruta basada en el cine de Florián Rey.
En ese momento constató “su alcance como director, su valía, su puesta en escena, su trabajo como director de actores y cómo aplicó lo que había estudiado sobre el sonido y la planificación” y comenzó a tener este proyecto de documental “en mente”. Como buena aragonesa, ese empeño se convirtió en 2016 en los primeros pasos de este trabajo que le ha llevado a rodar desde entonces, aunque con un parón por la pandemia, en Zaragoza, Madrid y La Almunia. El docu recopila entrevistas con expertos y personas vinculadas a la figura de Florián Rey, como su sobrina; quien fuera su director de fotografía, Juan Mariné; el actor Antonio Resines; o José María Pemán, de la Asociación Cultural Florián Rey.
“Queríamos mostrar al Florián Rey director” y el título es tanto un guiño a la proyección de cine, a la luz en un lugar de sombras, como a la propia personalidad del director y a su carrera, en la que tuvo grandes éxitos, pero también fracasos. En lo personal, “era arrollador y enérgico, pero también autoritario y complicado para quien tenía cerca y en su trabajo”, señala Calavia. Su deseo era “mostrar a un personaje de carne y hueso” y al cineasta que logró con ‘La aldea maldita’ ser “uno de los mejores directores de comienzos del XX, que es evidente cuando lo ves, pero que ha sido olvidado y hay mucha gente, incluso del cine, que no sabe que existe”.
El docu recoge testimonios de expertos y personas vinculadas a la trayectoria de Florián Rey.
CANCELADO
Fue falangista, mantuvo una tormentosa relación con Imperio Argentina y fue a la Alemania de Hitler a grabar y dar a conocer su fórmula de éxito. “Después viene a España y se da por hecho que será el gran director del franquismo, pero es lo contrario, no le dan presupuestos, rueda cosas que no le gustan y, con 60 años, abandona el cine y se retira a regentar un restaurante en La Cala de Finestrat, donde sigue hablando de cine y en proyectos relacionados con el cine, pero nunca desarrollará esas iniciativas porque fallece pronto”.
Vicky centra sus esfuerzos en rescatar a personajes aragoneses y a Florián Rey “había que hacerle justicia”, porque películas como ‘La aldea maldita’ son “un hito, un cine adelantado, vanguardista, muy pegado a Europa”; porque Florián conocía lo que se hacía en otros países gracias a su pasión por el cine, a sus viajes y por haberlo estudiado.
Las siguientes cintas del director siguen el camino del cine musical, más comercial, pero siempre con los mismos temas del éxodo del campo a la ciudad, de las relaciones entre hombres y mujeres, de la pérdida de la honra de la mujer (ya sabéis, la preocupación absurda de algunos señoros en aquella época) o de las relaciones entre personas de diferentes razas, clases sociales, económicas y culturas.
Es un cine de integración que gustaba mucho en los tiempos de la II República y que tiene éxito en la Guerra Civil entre ambos bandos. Por ello, Hitler quiere imitar su estilo para difundir el cine hecho desde Alemania en el resto del mundo. “Florián Rey marca estilo y deja una huella importantísima en ese momento”, logrando un éxito internacional y de taquilla que consiguieron pocos cineastas de la época, gracias a un cine muy popular, pegado a las raíces de España. También en Iberoamérica triunfan sus cintas. Sin embargo, esos temas costumbristas lastran su cine en los años 50, cuando otros directores ya proponen una renovación, a pesar de la gran calidad de los trabajos de Rey.
Presentación del docu en La Almunia. Say cheese!
RELACIÓN CON IMPERIO
En una de sus visitas a Andalucía, Florián Rey conoce a una jovencísima Imperio Argentina “y se queda fascinado con ella” e inicia una relación laboral y personal muy cercana, en la que Imperio cuida del hijo de Florián, fruto de su primer matrimonio. Se establece una relación entre ellos y acaban casándose. Graban ‘Nobleza baturra’, que consigue un éxito sin precedentes, ‘Carmen, la de Triana’, que graban en la Alemania nazi, y ‘Morena clara’. Este será el “triunvirato de su cine, su máximo juntos”, unas películas que reflejan “la unión perfecta entre director y actriz” y que demuestran el don que Imperio tenía en su voz.
No obstante, como estamos hablando de cine y nos gustan las emociones fuertes, su relación fue “bastante tormentosa”. Florián era un director muy exigente y perfeccionista y esa exigencia provocaba conflictos con su equipo. Además, en la grabación de ‘Carmen, la de Triana’, Imperio se enamora de su compañero de reparto, Rafael Rivelles, y en este punto comienza la escisión del tándem Florián-Imperio. Su dramática historia “crea una brecha emocional tremenda”. Ninguno de los dos volverá a hacer cine de tanta calidad por separado, “ni a Imperio la dirigieron después tan bien y acertó tanto con sus papeles, ni Florián encontró a su musa”.
El docu, gracias a un profundo trabajo de documentación, relata esta historia a través de testimonios y del propio cine de Florián Rey, así como con alguna representación protagonizada por el actor, David Moreno, que ha participado en las recreaciones de La Almunia encarnando a Florián. Intervienen en este docu: Luis Alegre, Javier Barreiro, Antón Castro, Ángeles Castro Martínez del Castillo, Marta Gracia, Carlos Gurpegui, Javier Hernández, José Manuel Latorre, Juan Mariné, Amparo Martínez, Ángeles Martínez, Carmen Pemán, José María Pemán, Antonio Resines y Agustín Sánchez Vidal.
Nuestro particular Florián Rey tomando un café bien cargado antes de rodar con Imperio.
EL EQUIPO
Con guion y dirección de Vicky Calavia, la acompañan en esta aventura Carlos Navarro, como cámara y director de fotografía; Álvaro Mazarrasa, en la edición y postproducción de imagen; Carlos Estella y José Manuel Huerta, y el Laboratorio Audiovisual de Zaragoza en la producción de sonido; Virginia Maza, en maquillaje; Óscar Baiges, en el diseño gráfico; y como productor delegado de Aragón TV participó en el proyecto Jaime Fontán, fallecido el pasado año, a quien está dedicado el documental.
Con sus luces y sus sombras, Vicky Calavia admira al director “en cuanto a técnica y dirección, porque amo el cine y me parece muy interesante lo que he descubierto al hacer este trabajo, aunque en lo personal no es una figura cercana a mi sensibilidad”. Como en todos sus trabajos, trata al protagonista del documental con objetividad, contando lo mejor y lo peor, en el que es el docu más largo de su trayectoria, con 98 minutos.
Como Vicky no para nunca, ya está en fase de montaje del documental que dedicará a la cantante, cupletista y actriz turiasonense Raquel Meller; también se encuentra preparando la novena edición del festival ‘La mirada tabú’ y está en proceso de rodaje de un documental “muy distinto”, sobre la Zaragoza de los años 70 y su arquitectura. Son sus proyectos más cercanos, pero vendrán muchos más y ¡los seguiremos con atención!
Especializado en el documental etnográfico desde 1979, Eugenio Monesma continúa, cámara en mano, mostrando los oficios perdidos, fiestas, tradiciones, leyendas, la gastronomía tradicional y las costumbres y rituales de nuestra historia. Tiene un archivo de los más importantes de España, con más de tres mil documentales etnográficos y compite con ‘Cuéntame cómo paso’ con uno de los programas más longevos de la televisión ‘Fogones tradicionales’, de Canal Cocina, que lleva 22 temporadas. Lo suyo fue amor a primera vista, desde que se fue de trashumancia con un pastor con solo 18 años y comenzó a grabar con una Super 8 para el Instituto Aragonés de Antropología. Charlamos con Eugenio Monesma, para que nos haga una breve sinopsis de todas las temporadas de su vida profesional.
Eugenio Monesma, previusly…
¿Cómo recibes el premio Simón de honor de este año de los Premios Simón del Cine Aragonés?
Con una gran satisfacción, llevando más de 40 años en la producción audiovisual, es un honor para mí que los profesionales, entre los que también hay bastante joven, hayan pensado en mí para darme este premio. Lo recibiré con mucha alegría y muy contento.
¿Cómo empezaste en el mundo audiovisual?
Empecé en el año 79 realizando varios cortos vinculados a temas pacifistas, antibelicistas… Algunos de ellos eran cortos de animación como fue ‘Jaque de Reyes’ (1980) que era sobre un tablero de ajedrez. Daba a entender cómo se organizaban las guerras y sus consecuencias. Cómo morían todos los peones y los reyes celebraban la fiesta sobre la sangre de los peones. Ese documental a mí me dio bastantes premios y seguí haciendo algunos de esa temática y también con animación, con dibujos animados o muñecos de plastilina.
En el año 81 me vinculé al Instituto Aragonés de Antropología, con Ángel Gari y Manuel Benito, y ya surgió la necesidad de recoger todas aquellas tradiciones, viejos oficios, rituales, que se estaban perdiendo. Empecé a hacer documentales en Super 8, sobre herreros, carboneros, alfareros, aquellos oficios que en ese momento se estaban perdiendo. Hasta el año 83 que hice la peli de ‘Navateros’, que fue la que me abrió todo un mundo de posibilidades dentro de lo que era el cine etnográfico en España.
Monesma, temporada 31, grabando ‘Maderas en el Pirineo’ (2010), estrenado en Espiello, fuera de concurso
¿Por qué has centrado tu trabajo en el documental etnográfico?
Tenía bastante vocación por el tema de nuestros pueblos y las raíces populares. Ya con 18 años me fui con un pastor a la Sierra de Guara, justo en las fiestas de San Lorenzo de Huesca, a pasar una semana y a conocer el mundo pastoril. Cuando me meto en el Instituto veo que se estaban perdiendo muchos oficios y algunos rituales. Principalmente los oficios, me interesaban todos los oficios o que estaban a punto de desaparecer o que habían desaparecido ya. En el caso de que hubieran desaparecido, me ponía en contacto con la gente que había practicado ese oficio, por ejemplo en San Juan de Plan el cáñamo o Hilario Artigas con una carbonera o una calera etc. Les proponía conseguir la financiación para que ellos pudieran cultivar, por ejemplo, un campo de cáñamo y hacer todo el proceso, desde la siembra, hasta convertir esas fibras en unos tejidos. Eso era lo que en un principio me motivaba bastante, esto es como el que se colecciona cerámicas, monedas… este oficio me falta, pues hay que conseguirlo. Ahora creo que tengo más de mil oficios recogidos por toda España.
¿Alguna vez te ha tentado dirigir ficción?
No no, nunca. Bueno, hice un corto en el año 82 que lo titulé ‘Caputelos y Montescos’. Formaba parte del grupo de teatro la Tartana de aquí de Huesca y con los compañeros de la Tartana, los amigos del Instituto Ramón y Cajal y algunos otros amigos montamos ahí una parodia muy extraña, pero nunca me ha apetecido dirigir ficción.
Has realizado más de 3.200 documentales, que es una pasada. ¿Si tuvieras que nombrarnos tres trabajos cuáles serían y qué destacarías de ellos?
Una historia muy bonita es que estábamos grabando con el equipo en Quintanal de la Sierra en Burgos y una tarde que no teníamos nada que hacer nos dicen, pues aquí en el pueblo hay un taller de carretería que está idéntico, como si lo hubieran dejado de trabajar esta tarde. Fuimos a verlo y nos dijeron “si quieres os hacemos un carro” y les dije “con que me hagan una rueda vale, porque es un trabajo doble de carpintero y herrero y con mucha precisión”. Hicieron la rueda, le mandamos el vídeo para que lo vieran y se quedaron tan contentos que dijeron “venga, vamos a hacer el carro entero”.
Ahora recientemente he estado acabando el guion de un documental que estoy haciendo con el Gobierno de Navarra, ‘Contrabando y evasión en el Pirineo navarro’, en el que he recogido testimonios de contrabandistas de los valles de Salazar y Aezkoa . Contrabandistas que estuvieron hasta hace 18 años y también sobre la evasión de los judíos en Francia cuando la Segunda Guerra Mundial o los maquis después, en la lucha y la resistencia contra Franco. Eran los que pasaban a todas estas gentes mediante redes de paso que ya tenían formadas, clandestinas, para evadir tanto para un lado como para otro.
He hecho varias cabañeras, pero la última fue hace dos años, que bajé andando con los ganaderos desde el Pirineo navarro hasta las Bárdenas, durante 8 días. Fruto de esa convivencia con los pastores, hice un documental de 90 minutos bastante interesante y que lo tengo subido en el canal de YouTube.
Eugenio Monesma, con 18 años, cambia el Tubo de Huesca por una ruta pastoril
En 2020, creaste un canal de YouTube en el que empezaste a subir tus documentales y con él, has alcanzado más de 625.000 suscriptores y más de 165 millones de visualizaciones. ¿Por qué crees que ha tenido tanto éxito?
Lo manejan más mis hijos porque yo estas cosas tecnológicas me desbordan. Es curioso porque cuando lo pusimos, yo no pensaba que le fuera a interesar a tanta gente y pensaba que el público sería gente mayor, sin embargo lo que nos está sorprendiendo es que la franja de edad ronda entre los 25 y los 40 años, la mayoría es gente joven. Por la mañana contesto a todos los comentarios porque para mí es una satisfacción que todavía la gente aprecie estos valores de los campesinos.
Llevas más de 40 años haciendo cine. ¿Cómo has vivido la evolución tecnológica a la hora de grabar, editar, capturar sonido… ?
Es que estamos hablando del año 79 que empecé a grabar en Super 8, la calidad era bastante regular, mala. Luego grabé cinco documentales etnográficos en 16 mm que los vendí a Televisión Española y era la calidad mínima que exigían.
Luego ya pasé al Umatic, que había que ir dos personas, una llevaba la mochila con la grabadora y otra con la cámara al hombro, con eso hice mi primera trashumancia. Comparado con ahora que puedes ir perfectamente con una cámara pequeñísima y que no pesa, con muy pocas baterías y con unas memorias que te caben a lo mejor 4 o 5 horas. Antes una tarjeta te duraba 20 minutos, las baterías pesaban un montón y había que pensar en que había que cargar las baterías.
Luego ya la Betacam SP, que era ya más manejable y luego ya a lo digital, a la cámara digital, con memoria, sin cita y eso es una maravilla. Luego tengo una serie en canal cocina, que llevo 22 años con ella y la grabó yo toda, recorro los pueblos de España, está ya todo preparado, pero yo me ilumino, yo tomo el sonido, yo grabo, voy solo, no llevo a nadie.
Así que ¿también te pones detrás de la cámara?
Además es que disfruto. Hubo unos años entre finales de los 90 hasta el 2010 que prácticamente no tocaba la cámara para nada, porque estaba dirigiendo tres equipo de producción, grabando por toda España, tres mesas de edición, tres ayudantes elaborando los guiones y demás. Éramos un equipo de 20 personas y yo tenía que estar dedicándome a eso. Ahora estoy disfrutando porque me cojo la cámara y me voy a grabar.
Eugenio Monesma editando con Betacam ¡Viva lo analógico!
Del audiovisual aragonés, ¿a quién sigue Eugenio Monesma?
No veo la tele casi, porque mi mundo va sobre el tema de investigación de piedras rituales y piedras funcionales, hoy mismo he estado en el monte viendo piedras rituales que estoy estudiando. Ya prácticamente me desvinculo hace tiempo del mundo audiovisual, no he seguido a nadie en particular. Se que hay gente muy buena, pero no veo prácticamente televisión ni cine. Veo un poco el informativo y luego me pongo a leer porque normalmente llevo varios temas en marcha.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Ahora mismo estoy terminando el documental ‘Contrabando y evasión en el Pirineo Navarro’, que lo estrenarán en la Filmoteca de Pamplona en septiembre u octubre. He comenzado a grabar el del Bocal de Tudela, la casa de compuertas y todo el poblado que hubo allí en Torlo y el palacio que construyó Carlos V donde arranca el Canal Imperial de Aragón. Y por supuesto los ‘Fogones Tradicionales’ de Canal Cocina. Ahora he estado 15 días por toda la parte de Andalucía, Extremadura y Zamora grabando 18 capítulos y luego en septiembre tengo que ir a grabar a Elche y Galicia. Es el programa más longevo que hay de cocina en una misma cadena.
Eugenio Monema celebrando la navidad con uno de sus programas favoritos, ‘Fogones tradicionales’ de Canal Cocina
Para conocer algunos de sus trabajos podéis visitar su canal de YouTube. Si sois más exigentes y os gusta disfrutar del cine en pantalla grande, acercaros a la Filmoteca de Zaragoza el 17 y 23 de junio, donde se proyectarán a las 20:00 horas sus docus ‘Homenaje a Hilario Artigas y su familia’ y ‘La cañada de los Roncaleses’. El 25 de junio recogerá el Simón de Honor de los Premios Simón del Cine aragonés en su ciudad natal, Huesca, en el Palacio de Congresos.
La décima edición de los Premios Simón del Cine Aragonés está a punto de celebrarse y en Secuenciadas estamos living pensando ya en la gala, que este año se traslada a Andorra, para convertirla en una localidad de cine. A la emoción del viaje hacia el corazón turolense, sumamos los nervios de los nominados y la felicidad del Premio Simón de Honor que este año es para el cineasta zaragozano Pedro Aguaviva (1942).
Proyeccionista en sus inicios, el realizador siempre ha estado vinculado al cine, un oficio del que, según reconoce, “no te retiras nunca, pues forma parte de tu propia vida”. Gracias a la concesión por parte de la Academia del Cine Aragonés de este reconocimiento, podremos disfrutar de su filmografía en la Filmoteca de Zaragoza el próximo 17 de junio, a partir de las 18.00 horas, en una sesión especial en la que se proyectarán ‘Las cuevas del flaco’, ‘Esencias de Nada’, ‘Me voy a Nueva York’, ‘Farsantes’ y ‘Reciclando basura’. Pero antes os invitamos a conocerlo a través de esta entrevista que ha concedido a Secuenciadas.
¿Dónde naciste y dónde has vivido?
Soy zaragozano, nacido en la plaza de la Magdalena, en aquel entonces un bello rincón enmarcado por la antigua universidad.
¿Cómo empezó tu amor por el cine?
Probablemente influyó el que mi padre, a los seis años, me comprara un pequeño proyector de cine de 35 mm a manivela con películas de Tom Mix y el gato Félix, y así me acostumbré a ver películas de celuloide por casa desde pequeño.
¿Recuerdas la primera vez que fuiste al cine?
Sí, era una película de dibujos animados: ‘Garbancito de la mancha’, que Arturo Moreno realizó en 1945. Después vendrían ‘El Capitán Blood’, ‘Robin de los Bosques’, y otras.
Pedro Aguaviva, cámara en trípode, en el rodaje de ‘Esencias de Nada’ (1995) (Fotos: Pedro Aguaviva)
Tu contacto profesional con el cine fue trabajando como proyeccionista ¿qué nos puedes contar de aquellos años y en qué cines proyectaste?
Comencé en La Salle donde me enseñó el oficio un operador de cinematógrafo ya retirado. Más tarde, y tras obtener el carnet necesario, estuve en los cines Dux, Pax y Mola, en este último ya como jefe de cabina.
En una época en la que era difícil acceder a cursos o talleres de cine, ¿cómo te formaste para realizar tus propias películas? ¿En qué directores te fijabas?
La única forma de aprender era viendo cine y tratar de emular a los grandes maestros. Tenía la ventaja de que si una secuencia me interesaba podía verla varias veces hasta descifrar las claves del lenguaje cinematográfico. Scorsese y Truffaut estaban entre mis directores preferidos.
El cineclub Gandaya, del que formé parte junto con Alberto Sánchez, fue otra fuente importante en la que beber, pues se programaban películas que no era fácil de ver en las salas comerciales.
Perteneciste al grupo Sefilma, de la Agrupación Artística Aragonesa. ¿De qué trataba este grupo y qué significó en tu carrera?
En los años 80 pertenecía a la Tertulia Aragonesa del Café Levante y allí aparecieron miembros de la Agrupación Artística Aragonesa con la idea de formar un grupo de cine en su sede, y poco a poco me integré en lo que se llamó SEFILMA (Sección Filmográfica Audiovisual de la Agrupación Artística).
El grupo Sefilma lo crearon en 1989 Enrique Susín, Patxi García, Chema Novoa, y otros jóvenes cinéfilos de la Agrupación Artística. Este colectivo, además de la producción de cortometrajes, organizaba cursos de formación en el lenguaje audiovisual y concursos de guiones. Más tarde comenzó a organizar las primeras muestras de cine independiente, que personalmente impulsé como coordinador y que fueron preámbulo de lo que hoy es el Festival Ciudad de Zaragoza (FCZ).
Tertulia cinematográfica en el Café Levante (1989)
También teníais un fanzine que se llamaba ‘Secuencias’, ¿en qué consistía?
‘Secuencias’ se inició en la tertulia del Levante y continuó en la Agrupación Artística donde siguió publicándose hasta su desaparición en 1995. Era reflejo de los rodajes que se realizaban y una forma de darnos a conocer en el ámbito cultural del cine independiente.
Tu primera realización fue ‘Este férreo mundo’ (1976). ¿Cómo surgió este proyecto?
En los años 70, el medio ambiente no preocupaba demasiado, solo algunas voces de alcance limitado se dejaban oír. El documental ‘Este férreo Mundo’, en 8 mm y 15 minutos de duración, plantea los problemas de la contaminación industrial. Le dieron el Gran Premio en el Festival Internacional de Zaragoza, que en 1976 organizó el cineclub Saracosta.
«Siempre me ha gustado crear desde el principio, desde el germen de la historia»
El 17 de Junio programan en la Filmoteca de Zaragoza varios de tus trabajos. A modo resumen, ¿qué nos puedes contar de estas obras?
Excepto ‘Las Cuevas del Flaco’, que el guión es de Javier Peña, en todas las demás el guión ha sido mío. Siempre me ha gustado crear desde el principio, desde la propia germinación de la historia y trabajar en aquellos temas que me interesaban, ha sido mi pequeña parcela de libertad donde he elegido lo que quería hacer hasta donde he podido. ‘Las cuevas del Flaco‘ (1988) está realizada en súper 8 mm. En ella, la labor de Javier Peña como actor y guionista es muy destacable y fue premiada en Pau (Francia) y en el VII Festival Internacional de Teruel, que se celebró en 1988.
‘Esencias de Nada’ (1995) supuso la transición del pase de la película analógica al vídeo. Es una obra muy divertida donde se enfrentan una desenfadada ama de llaves (Luz Gabás) y un estirado político (Alberto Sánchez). Se rodó en la torre de Santa Engracia, una señorial mansión que el Ayuntamiento de Zaragoza nos cedió en Movera.
Por su parte, ‘Me voy a Nueva York’ (1998) es la historia de un fracasado pintor de artes plásticas que decide ir a Nueva York en busca de nuevas oportunidades. En esta obra participaron un gran número de socios de la Agrupación Artística, marcando una interesante impronta del ambiente que entonces se vivía en esta entidad. ‘Farsantes’ (2000) es un trabajo del que estoy muy satisfecho, tanto en la realización como en el guión. El mundo del teatro siempre me ha atraído bastante, y aquí cuento en tono de comedia los apuros de un pequeño grupo de teatro para estrenar una obra. Se rodó en el salón de actos del Colegio Mayor Cerbuna y tuvo un interesante recorrido por varios festivales, incluido el de Huesca.
Por último, ‘Reciclando Basura’ (2002) es una comedia de humor negro, de producción y guión propios. Es la obra de ficción de la que estoy más satisfecho. Es la historia de dos mujeres que se confabulan para castigar a un maltratador. Pilar Aguirre, Jesús Pola y Teresa Lario forman un trío fuera de lo común. La labor de José Manuel Fandos como director de fotografía es muy destacable, como también el magnífico cartel de Oscar Sanmartín.
Una escena de ‘Las Cuevas del Flaco’ (1988)
¿Qué te parece que tus trabajos se vayan a volver a ver en una sala de cine? En tu época de proyeccionista ¿existía la Filmoteca de Zaragoza?
Es una gran satisfacción que se vuelvan a proyectar mis trabajos, siempre es agradable que se acuerden de uno de vez en cuando. Cuando se crea la Filmoteca en 1981, profesionalmente ya no trabajo en el medio de la exhibición, me muevo en el campo de la mecánica-electrónica. Es en mi tiempo libre cuando me dedico a la realización de cortometrajes.
«El humor es fundamental para entender la vida»
En tus trabajos utilizas bastante el humor negro
El humor me parece fundamental para entender un poco la vida. Siempre me ha gustado el humor sutil, un tanto sarcástico y rayano en el absurdo, no me gusta el humor de carcajada. Los humanos vivimos nuestras pequeñas tragedias, que muchas veces son ficticias, inventadas, creando nuestra propia película, y ahí es donde me gusta moverme, en ese filo cercano al ridículo donde no somos conscientes por donde nos movemos.
¿Cuál ha sido tu último trabajo audiovisual? ¿Vamos a poder ver algo tuyo próximamente o que esté relacionado con el mundo audiovisual?
En YouTube tengo una parte importante de mis trabajos, entrando como Pedro Aguaviva aparecen fácilmente, ficción, documentales, reportajes,. A señalar un documental de carácter ferroviario, ‘El Ferrocarril del Puerto de Pajares’, realizado en 2006, de 50 minutos de duración, y otro sobre las grullas, ‘Laguna de Gallocanta Paraíso de las Grullas’. Ahora estoy trabajando sobre un hecho muy significativo de la Guerra de la Independencia en Zaragoza, ‘La Batalla de las Eras’, sucedida el primer día del primer sitio, y que habría de significar mucho en todo lo que sucedió después.
¿Sigues el audiovisual aragonés? ¿Qué opinión te merece?
La creación de la Academia de Cineastas Aragoneses ha supuesto un paso muy importante en el resurgir del cine en Aragón. Han sido los propios cineastas quienes, agrupándose, han conseguido hacer saber a las instituciones de nuestra existencia, instituciones que no sabían muy bien qué hacer con el cine en Aragón. Los cineastas han puesto en valor sus trabajos sin necesidad de agradecérselo a nadie, demostrando de lo que somos capaces cuando nos proponemos algo. Solo hay que asistir a las galas de la Academia para ver la evolución que año tras año muestran las producciones, con unos niveles que están a la altura de cualquier otro lugar.
Una compañía de teatro en apuros en ‘Farsantes’ (2000)
En una época en la que, desgraciadamente, están desapareciendo los cines, ¿cómo consumes tú cine? ¿Te sigues desplazando a las salas o eres fan de alguna plataforma?
Vivimos una época donde las opciones son diversas e interesantes y hay que saber aprovecharlas, creo que no está reñido ir a una sala con los últimos adelantos técnicos, con visionar cine clásico en casa. En cuanto a las series, creo que hay tratarlas con medida y sin adicción.
¿Cómo recibiste la noticia de ser el Simón de Honor de este año?
Al principio con sorpresa e incredulidad, después te vas haciendo a la idea y al final aceptas. ¿Por qué no?
Fuiste uno de los socios fundadores de la Asamblea de Cineastas Aragoneses, actual Academia de Cine Aragonés. ¿Cómo recuerdas esa época? ¿En qué año fue y quiénes estabais? ¿Aún eres socio?
Desde aquella asamblea fundacional en 1999 ha pasado más de veinte años y, según su manifiesto, fue creada para reivindicar y difundir el audiovisual aragonés. Los nombres de sus fundadores siguen estando en la palestra: José Ángel Delgado, Jorge Nebra, Ana Esteban, Jorge Blas, Pablo Aragüés y muchos otros. Creo que en su pervivencia se mantiene la ilusión y el mismo espíritu apasionante e inspirador que teníamos cuando se fundó. Desde luego que sigo siendo socio y lo voy a seguir siendo. Siempre he pensado que en este oficio no te retiras nunca pues forma parte de tu propia vida, y hay que morir con las botas puestas, no queda otra.