Una historia de luces y sombras

Una historia de luces y sombras

Tiempo de lectura: 6 minutos

Antonio Martínez del Castillo (1894-1962), Florián Rey, marcó estilo propio y logró dejar su huella en la historia del cine. A pesar de ello, el director es una figura aún desconocida para muchos. La gestora cultural y documentalista, Vicky Calavia, recupera ahora su historia en el documental ‘Florián Rey. De luz y de sombra’. El trabajo se ha estrenado en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) y también se ha presentado en la localidad natal del cineasta, en La Almunia de Doña Godina (Zaragoza). 

Directora y entrevistada disfrutan en el móvil de ‘Nobleza baturra’. ¡Cómo cantaba Imperio!

Conozco a Florián Rey prácticamente desde siempre a través de la historia del cine, del libro de Agustín Sánchez Vidal (‘El cine de Florián Rey’), y de las películas que hizo, sobre todo de las musicales con Imperio Argentina que vi de pequeña”, explica Vicky Calavia a Secuenciadas. La dire comenzó a profundizar en su figura cuando el Ayuntamiento de La Almunia la llamó para iniciar un proyecto para impulsar el eslogan ‘La Almunia, de cine’, lo que llevó a poner en marcha una recreación y una ruta basada en el cine de Florián Rey. 

En ese momento constató “su alcance como director, su valía, su puesta en escena, su trabajo como director de actores y cómo aplicó lo que había estudiado sobre el sonido y la planificación” y comenzó a tener este proyecto de documental “en mente”. Como buena aragonesa, ese empeño se convirtió en 2016 en los primeros pasos de este trabajo que le ha llevado a rodar desde entonces, aunque con un parón por la pandemia, en Zaragoza, Madrid y La Almunia. El docu recopila entrevistas con expertos y personas vinculadas a la figura de Florián Rey, como su sobrina; quien fuera su director de fotografía, Juan Mariné; el actor Antonio Resines; o José María Pemán, de la Asociación Cultural Florián Rey.

“Queríamos mostrar al Florián Rey director” y el título es tanto un guiño a la proyección de cine, a la luz en un lugar de sombras, como a la propia personalidad del director y a su carrera, en la que tuvo grandes éxitos, pero también fracasos. En lo personal, “era arrollador y enérgico, pero también autoritario y complicado para quien tenía cerca y en su trabajo”, señala Calavia. Su deseo era “mostrar a un personaje de carne y hueso” y al cineasta que logró con ‘La aldea maldita’ ser “uno de los mejores directores de comienzos del XX, que es evidente cuando lo ves, pero que ha sido olvidado y hay mucha gente, incluso del cine, que no sabe que existe”. 

El docu recoge testimonios de expertos y personas vinculadas a la trayectoria de Florián Rey.

CANCELADO 

Fue falangista, mantuvo una tormentosa relación con Imperio Argentina y fue a la Alemania de Hitler a grabar y dar a conocer su fórmula de éxito. “Después viene a España y se da por hecho que será el gran director del franquismo, pero es lo contrario, no le dan presupuestos, rueda cosas que no le gustan y, con 60 años, abandona el cine y se retira a regentar un restaurante en La Cala de Finestrat, donde sigue hablando de cine y en proyectos relacionados con el cine, pero nunca desarrollará esas iniciativas porque fallece pronto”. 

Vicky centra sus esfuerzos en rescatar a personajes aragoneses y a Florián Rey “había que hacerle justicia”, porque películas como ‘La aldea maldita’ son “un hito, un cine adelantado, vanguardista, muy pegado a Europa”; porque Florián conocía lo que se hacía en otros países gracias a su pasión por el cine, a sus viajes y por haberlo estudiado. 

Las siguientes cintas del director siguen el camino del cine musical, más comercial, pero siempre con los mismos temas del éxodo del campo a la ciudad, de las relaciones entre hombres y mujeres, de la pérdida de la honra de la mujer (ya sabéis, la preocupación absurda de algunos señoros en aquella época) o de las relaciones entre personas de diferentes razas, clases sociales, económicas y culturas. 

Es un cine de integración que gustaba mucho en los tiempos de la II República y que tiene éxito en la Guerra Civil entre ambos bandos. Por ello, Hitler quiere imitar su estilo para difundir el cine hecho desde Alemania en el resto del mundo. “Florián Rey marca estilo y deja una huella importantísima en ese momento”, logrando un éxito internacional y de taquilla que consiguieron pocos cineastas de la época, gracias a un cine muy popular, pegado a las raíces de España. También en Iberoamérica triunfan sus cintas. Sin embargo, esos temas costumbristas lastran su cine en los años 50, cuando otros directores ya proponen una renovación, a pesar de la gran calidad de los trabajos de Rey.  

Presentación del docu en La Almunia. Say cheese!

RELACIÓN CON IMPERIO 

En una de sus visitas a Andalucía, Florián Rey conoce a una jovencísima Imperio Argentina “y se queda fascinado con ella” e inicia una relación laboral y personal muy cercana, en la que Imperio cuida del hijo de Florián, fruto de su primer matrimonio. Se establece una relación entre ellos y acaban casándose. Graban ‘Nobleza baturra’, que consigue un éxito sin precedentes, ‘Carmen, la de Triana’, que graban en la Alemania nazi, y ‘Morena clara’. Este será el “triunvirato de su cine, su máximo juntos”, unas películas que reflejan “la unión perfecta entre director y actriz” y que demuestran el don que Imperio tenía en su voz. 

No obstante, como estamos hablando de cine y nos gustan las emociones fuertes, su relación fue “bastante tormentosa”. Florián era un director muy exigente y perfeccionista y esa exigencia provocaba conflictos con su equipo. Además, en la grabación de ‘Carmen, la de Triana’, Imperio se enamora de su compañero de reparto, Rafael Rivelles, y en este punto comienza la escisión del tándem Florián-Imperio. Su dramática historia “crea una brecha emocional tremenda”. Ninguno de los dos volverá a hacer cine de tanta calidad por separado, “ni a Imperio la dirigieron después tan bien y acertó tanto con sus papeles, ni Florián encontró a su musa”. 

El docu, gracias a un profundo trabajo de documentación, relata esta historia a través de testimonios y del propio cine de Florián Rey, así como con alguna representación protagonizada por el actor, David Moreno, que ha participado en las recreaciones de La Almunia encarnando a Florián. Intervienen en este docu: Luis Alegre, Javier Barreiro, Antón Castro, Ángeles Castro Martínez del Castillo, Marta Gracia, Carlos Gurpegui, Javier Hernández, José Manuel Latorre, Juan Mariné, Amparo Martínez, Ángeles Martínez, Carmen Pemán, José María Pemán, Antonio Resines y Agustín Sánchez Vidal. 

Nuestro particular Florián Rey tomando un café bien cargado antes de rodar con Imperio.

EL EQUIPO 

Con guion y dirección de Vicky Calavia, la acompañan en esta aventura Carlos Navarro, como cámara y director de fotografía; Álvaro Mazarrasa, en la edición y postproducción de imagen; Carlos Estella y José Manuel Huerta, y el Laboratorio Audiovisual de Zaragoza en la producción de sonido; Virginia Maza, en maquillaje; Óscar Baiges, en el diseño gráfico; y como productor delegado de Aragón TV participó en el proyecto Jaime Fontán, fallecido el pasado año, a quien está dedicado el documental.

Con sus luces y sus sombras, Vicky Calavia admira al director “en cuanto a técnica y dirección, porque amo el cine y me parece muy interesante lo que he descubierto al hacer este trabajo, aunque en lo personal no es una figura cercana a mi sensibilidad”. Como en todos sus trabajos, trata al protagonista del documental con objetividad, contando lo mejor y lo peor, en el que es el docu más largo de su trayectoria, con 98 minutos

Como Vicky no para nunca, ya está en fase de montaje del documental que dedicará a la cantante, cupletista y actriz turiasonense Raquel Meller; también se encuentra preparando la novena edición del festival ‘La mirada tabú’ y está en proceso de rodaje de un documental “muy distinto”, sobre la Zaragoza de los años 70 y su arquitectura. Son sus proyectos más cercanos, pero vendrán muchos más y ¡los seguiremos con atención!

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«Cuando vi ‘Ciudad de Dios’ supe que quería hacer algo así, contar una historia que hiciese flipar a la gente»

«Cuando vi ‘Ciudad de Dios’ supe que quería hacer algo así, contar una historia que hiciese flipar a la gente»

Tiempo de lectura: 15 minutos

Alex Rodrigo, director, El Embarcadero, El último show, guionista, La casa de papel, series, televisión, Veneno, Vis a vis

Director y guionista, el zaragozano Alex Rodrigo (1988) desborda creatividad, buena intuición para los proyectos y talento. Asistimos en CaixaForum Zaragoza a una charla en la que desgranaba cómo ha evolucionado el panorama audiovisual nacional y aprovechamos la ocasión para repasar también su trayectoria. 

Os hacemos un spoiler nada más empezar: también le pedimos que posara en una foto como si fuera un vampiro (cosas nuestras) y accedió de buen grado y con una amplia sonrisa. Estamos seguras de que si le hubiéramos pedido atracar la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre también hubiera accedido de buen grado. Director de éxitos de series como ‘El partido’, ‘Vis a vis’, la archiconocida ‘La casa de papel’, ‘El embarcadero’ o ‘Veneno’, ha creado y combinado su labor de director con la de guionista en la primera ficción televisiva aragonesa, ‘El último show’. Pasen, lean y descubran a Alex en este nuevo Secuenciando a. 

¿Cómo eras de niño? 

Mi infancia se ha marcado mucho porque la persona que más me ha criado ha sido mi abuela. Mis padres se divorciaron teniendo yo cinco años y, por circunstancias de la vida, ha sido mi abuela la que se encargó un poco más de mi. En esa crianza con mis abuelos me han marcado mucho mis salidas al pueblo, a Broto, que está en el Pirineo. Íbamos todo lo que podíamos y había algo como muy de descubrimiento, fascinante, en ir al pueblo con mi abuelo. Un poco más mayor también mi pueblo ha sido el lugar del primer amor, de la primera pandilla de amigos, el primer beso que te das escondido en el río, esos momentos del crecimiento. 

Aprendí a hablar antes que a andar, me empezaba a inventar historietas y eso sí que me lo recuerdan mucho. También recuerdo mucho el nacimiento de mi hermana como un bofetón de volverme adulto sin transición, de tener responsabilidades. Me flipaba quedarme cuidándola. 

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Además de esta fascinación por crear tus propias historias, ¿cuándo se inicia tu vinculación con el audiovisual? ¿cuándo te das cuenta de que quieres ser director?  

Primero quería ser escritor, porque se me daba muy bien escribir. En quinto de Primaria un profesor me dijo que podía ser escritor y me voló la cabeza porque no tengo un referente en el mundo de las letras ni de las artes en mi familia como para entender que eso era un oficio. Eso me motivó muchísimo, me puse a escribir más y luego fue con 14 o 15 años que descubrí el lenguaje cinematográfico como una forma de narrar igual que el escrito. Me di cuenta de que las historias que tenía en mi cabeza eran más audiovisuales que de literatura. 

Descubrí que hay un oficio que es director de cine, de guionista, y flipé porque el universo audiovisual en ese sentido es mucho más amplio, en cuanto a los distintos departamentos, al equipo, cómo se trabaja. Vi la película ‘Ciudad de Dios’, y además de flipar con la historia, porque entonces se estaba gestando mi identidad política, a nivel de narrativa audiovisual también fue increíble ver cómo trabaja con las líneas temporales, el montaje, que era una locura en ese momento, te volaba la cabeza. Con esa dije: “yo quiero hacer algo así, no se cómo, ni el camino, ni los años que tardaré, pero quiero contar una historia que haga flipar a la gente como acabo de flipar yo”.

«La primera vez que me sentí director fue en unos campamentos en Villanúa. Éramos cincuenta chavales y rodamos tres cortos»

A los 18 años te fuiste a estudiar a Madrid, ¿cuál fue tu primer trabajo, en el que te sentiste director? 

Por una parte, me puse a grabar a una compañera que hacía danza del vientre sus vídeos de fin del curso y siempre le intentaba sacar jugo, quedarme con las miradas que tenían entre ellas, con sus historias. En esos pequeños curros alimenticios, porque era puramente para pagar el alquiler, puedes encontrar mucho brillo a nivel creativo si le pones el foco y lo quieres ver desde ahí. 

La primera vez que me sentí director fue en unos campamentos que hacía el Gobierno de Aragón, ‘Vacaciones de cine’, que te llevaban a Villanúa y tenías que hacer un corto. Recuerdo que éramos como cincuenta chavales aragoneses y gallegos y se rodaban tres cortos, todo el mundo que tenía una idea la tenía que contar en público y luego se elegían solo tres. Tenía 15 o 16 años y me marcó mucho ese campamento, convencer a la peña de que rodaran conmigo y todo el proceso de aprender por qué funciona un plano y por qué no. 

¿Qué parte de intuición hay en tu carrera, de saber qué funciona y qué no?

Para bien o para mal, el hecho de no ir a una escuela de cine, que era un sueño mío, hace que surjan soluciones creativas o una identidad más fuerte, a pesar de que tiene muchas carencias. Estaba en Madrid con una beca de renta baja, que me permitía casi el 80 por ciento de mis ingresos y el otro 20 por ciento venían de las danzas del vientre y bodas, bautizos y comuniones. Envidiaba un poco cuando los finalistas de festivales de cortos eran todos alumnos de grandes escuelas y pensaba que yo no estaba en esa liga. De ahí surgió que un grupo de chavales formáramos una pseudoproductora, que en realidad no lo era: éramos cuatro mataos de 18 años que no teníamos ni cámara propia y luego se la teníamos que pedir a alguien. Hay algo en el no haber tenido profesores académicos con reglas claras que igual te hace más ecléctico, aunque en las artes tener buenos formadores es enriquecedor, hay tutores que son padres artísticos y yo no lo tuve. 

Estaba en la Complutense (estudiando Comunicación Audiovisual) con gente que no había pisado un rodaje, no había prácticas, no tocamos una cámara prácticamente en toda la carrera, tuvimos que ponernos a rodar por nuestra cuenta, buscar un par de libros del tema e ir cruzando la información que tenías con lo que grababas y lo que veías que funcionaba o no funcionaba. De pronto un día te saltabas el eje y pensabas que molaba.

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¿La webserie ‘Libres’ te cambió la vida? 

Hay dos proyectos que me marcaron la vida. Uno es ‘Los ojos de Laia’ (2011), un cortometraje que hicimos en una maratón de 36 horas de supervivencia fílmica. Íbamos equipos de chavales de toda España a Donosti y hacías un corto en 24 horas y lo montabas en 12. Lo hicimos el grupo de la facultad y ganamos el primer premio y el de mejor actriz. El primer premio eran 5.000 pavos y éramos seis personas; de pronto veías que habíamos contado una historia de 6 minutos y volvíamos con 900 pavos, que es es un salario de puta madre. Vimos que se podía vivir del cine. 

Los jóvenes de mi generación nos comimos la crisis de 2008, hemos salido al mercado laboral ya de por sí con una carrera (Comunicación Audiovisual) que no tiene salidas y teníamos una sensación de que si a lo que nos dedicábamos para pagar el alquiler tenía que ver con cámaras o con escribir, ya nos dábamos con un canto en los dientes si no teníamos que acabar en otro sector o en el paro o fuera de España. El logro era dedicarte a algo que tuviera que ver con el audiovisual y conseguir un salario haciendo un corto fue como ¡hostia! 

Después, con ‘Libres’ (2012) la movida fue conseguir financiar la serie. Estábamos orgullosos del contenido final y técnico, la levantamos con un crowdfunding por internet y sentimos que había un público al que le interesaba mucho lo que le contabas, por eso me cambio la vida, porque más allá del circuito de festivales sentimos que con el teaser se había movido gente interesada en la serie, que la apoyaba con el crowdfunding y, encima, empezamos a ganar premios fuera de España y surgieron entrevistas en medios nacionales. La suma de ello, de estos dos trabajos, fue mi toma de consciencia de que se podía dedicar uno a esto y con un curro creativo. A nivel mental, con ‘Los ojos de Laia’ y ‘Libres’ rompí esas barreras. 

«El primer día de rodaje en Vis a Vis pregunté cuánto costaba el capítulo y entré temblando»

¿Cómo llegas a la televisión y a dirigir capítulos de ‘Vis a Vis’? ¿Esa fue tu gran oportunidad? 

Sin duda. Ha habido como un camino doble para llegar a ‘Vis a Vis’. Por un lado, estábamos haciendo ‘El partido’ (2005), que era una webserie que estaba ya dentro de Atresmedia, estábamos en Flooxer haciendo ficción online y de corta duración; y por otro lado, porque hice un cortometraje (Un millón) con Miguel Amoedo como director de fotografía. Había visto de Amoedo su trabajo en ‘De tu ventana a la mía’, de Paula Ortiz, me flipaba y pensé que igual tenía buen rollo con los maños y que le podría entrar. Me acerqué, le moló el guión y fuimos a rodarlo y fue una suerte que él, cuando ya estaba tan consolidado, aceptara hacer un corto con un chaval poco conocido. 

Después, en la segunda temporada de ‘Vis a Vis’ necesitaban un director más y ya surgió el debate de si llamar a alguien con más recorrido en la tele o abrir la puerta a sangre fresca y joven. Yo estaba bien posicionado porque ya conocía a Miguel, él me recomendaba, ‘El partido’ estaba funcionando muy bien en Flooxer y me colé. 

¿Qué sentiste el primer día de rodaje en ‘Vis a Vis: emoción, temor? 

El impacto más grande fue que pregunté cuánto costaba el capítulo y casi me caigo al suelo y entré con las piernas temblando, no lo debería de haber preguntado justo el día que empezaba a rodar, tuve bastante pánico. Lo bueno, que me empecé a comunicar con el equipo, dirigiendo a actores y hablando con el equipo técnico vi que era gente con la misma pasión y motivación, aunque me sacaran veinte años, que tenían esa chispa en las ganas de hacerlo bien y conecté con ellos. Fue primero pánico y, cuando vi que nos entendíamos, después me sentí a gusto. 

¿Cómo es dirigir una gran producción televisiva?  

Si destilas todo, te quedas con el grano y quitas la paja, es igual que hacer una webserie. Hay mil condicionantes, si tienes ochenta figurantes, un rappel por no se dónde y una explosión con un especialista que sale volando, pues lo que necesitas para este tipo de secuencias, que técnicamente son tan complejas, es exprimir muchísimo cada segundo de rodaje, porque cada segundo de rodaje es carísimo. Cuanto más caro y menos puedes perder el tiempo, más trabajo requiere en preproducción. 

En la quinta temporada de ‘La casa de papel’ ha habido un capítulo que era especialmente complejo por la acción y por primera vez he contratado a un dibujante de storyboards, por no hacerlos yo. Esto no lo haría en una serie más sencilla. Luego hay que hablar mucho con el equipo de cámara para saber si un plano es mejor con un tipo de grúa o con otra, si se hace con dron, o mil movidas que cuanto más caro es todo, más responsabilidad tienes en no perder ni un segundo de tiempo. Por lo demás, hay que intentar que toda esta carcasa de dimensión, presupuesto y técnica no te quite energía para dirigir actores, eso es algo que me intento autoimponer mucho en estos rodajes tan complejos, solucionar todo antes del set, de dar acción, y luego dedicarte a los actores

En ‘La casa de papel’ los guiones están vivos, se escriben conforme transcurre el rodaje. ¿Con qué margen disponéis de los guiones para trabajarlos? ¿Es un proyecto muy colaborativo entre directores y guionistas?

Los propios guionistas, más en la primera temporada, cuando los capítulos eran más sencillos, veían cómo se montaban las secuencias y hablábamos de qué trama era guapa y darle pie, por la química entre personajes, o al revés. Es cierto que conforme la serie se vuelve más compleja eso se puede hacer menos, porque el plan de rodaje es mucho más complejo, las secuencias son mucho más difíciles de montar, hay más planos, más técnica, hay que integrar más VFX. 

Tenemos los guiones con semanas de antelación en plural y, a veces, con una semana en singular y te tienes que pegar una semana encerrado. Yo planifico las secuencias con música, cada capítulo me hago mi selección en Spotify y cada secuencia la trabajo con mis cascos. Igual dos semanas me encierro en mi cuarto o en la oficina del plató de Vancouver, me pongo mis cascos y de ahí no salgo hasta que no tengo los dibujos de las plantas, me apunto las emociones de cada momento de la secuencia, la subrayo con colores, indico si lo quiero llevar más a tensión, a drama intimista o a comedia. Me hago una especie de mapa de tramas por capítulo, con una línea temporal del minuto 1 al 45, y veo qué tono le quiero dar tanto a nivel actoral como de cámara, de encuadres, de arte. Voy viendo si un capítulo queda demasiado intenso en cuanto a tensión o si tiene demasiada comedia y se pierde el espíritu adrenalínico de la serie y voy modificando en base a eso; aunque cuando salen los guiones más pegados a rodaje lo haces todo más rápido y te frustras más o te pegas una semana sin dormir. 

«Lo mejor de este oficio es estar rodeado de gente apasionada»

Tienes proyectos para dar el salto al cine. ¿Te gustaría que formara parte activa de tu futuro?

Sí, pero para ya forma parte, lo rodaría igual que ruedo una serie, trabajaría el guión igual que trabajo en una serie, ensayaría con los actores igual, preproduciría con el equipo técnico igual, montaría de la misma forma porque seguramente llamaría a los montadores con los que ya he currado y tengo una química increíble y trabajaría todo igual, excepto la emisión final, dado que el tipo de pantalla sería distinto. Me gustaría sacar la idea que tengo de largometraje como largometraje, pero en sí el cine ya forma parte de mi vida. 

Oye, ¿pero a qué se dedica un director exactamente? 

Separando el director del guionista: te llega guión, te reúnes después de la lectura para proponer las cosas que no te encajan o posibles cambios que se te ocurren a nivel estructura o diálogos. Luego pides ensayos con actores, las localizaciones técnicas con las características que crees que tienen que tener, hablas mucho con el departamento de arte y vestuario para ver cómo configuras visualmente y cómo hablas de los personajes a través de elementos externos. Con el director de fotografía también, y vas dando pasos y tomando decisiones, que esto es algo que al principio llevaba muy mal y que ahora ya he asimilado y es que cada paso que das tienes que tomártelo como que no hay marcha atrás, ser consciente del peso que tiene cada una de las decisiones, que es una de las cosas que más vértigo da de dirigir. Una vez que entra el chorro de desembolso presupuestario de por medio, ahí cada paso es un paso hacia adelante. 

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Una vez que tienes los ensayos, has trabajado bien el tono, sabes la puesta en escena, cómo vas a colocar a los actores dentro de la secuencia, o si has pedido materiales a arte, llegas al día de rodaje que es un día de curro en el que cada departamento sabe lo que tiene que hacer, lo habéis hablado en la preproducción y llegas y ejecutas los planos, la puesta en escena y todo lo que tenías en la cabeza. Previamente tu has dibujado una planta, que es, como a vista de pájaro, dónde están los personajes y las cámaras, los elementos de atrezzo que intervienen y demás y, según como sea el proyecto, también dibujas un storyboard para que cada plano vaya acompañado de una viñeta. En las secuencias complejas lo hago, en las sencillas, con un equipo congeniado, no es necesario.   

Y con eso te pones a rodar, toma a toma, todo lo que te falta tanto técnico como interpretativo lo vas matizando; para dirigir a actores tienes que conocerlos y saber cómo reconducir su interpretación para que acabe teniendo la secuencia el sentido que querías. 

Una vez que tienes esto te vas a montaje, primero el montador hace un premontaje suyo, que llamamos en broma un ‘premonster’, porque es un monstruo que asusta y generalmente en ese primer visionado piensas: “mierda, no valgo para esto, he engañado durante toda mi trayectoria a los productores para que pensaran que valgo, pero esto es una puta mierda”. Te pones a trabajar en el tempo, en la interpretación por tomas, en la música, en lo que se te ocurre viéndolo, hay muchísimo debate y diálogo con el montador y de ahí sacas el montaje del director y lo presentas a los productores ejecutivos, que mandan cambios, algunos más rígidos e incontestables y otros debatibles, y de ahí sale el corte que se lleva a la plataforma o a la cadena y ellos vuelven a dar sus notas de cambios, que generalmente son poquita cosa, matices. 

¿Qué es lo mejor y lo más complicado de tu trabajo?  

Lo más complicado, en algo práctico, es cuando crees que hay mucho potencial en lo que estás haciendo, pero no tienes el tiempo suficiente para exprimirlo. La falta de presupuesto es una condición dada y no hay nada que hacer, pero cuando no se ha organizado bien la producción y tienes menos tiempo del que deberías para hacerlo bien y sabes que no va a quedar todo lo bien que podría por falta de tiempo, es muy frustrante y gestionar eso puede que sea lo más complicado. Y el miedo a que tu futuro laboral siempre depende de lo bien que salga lo que estás haciendo ahora; depender de eso a veces es complicado a la hora de gestionar la autoestima.

Lo más bonito es estar en un trabajo en el que estás rodeado de gente muy apasionada, que está ahí porque desde una edad muy temprana han tenido una vocación y que disfrutan haciéndolo, a pesar de que con las tensiones hay broncas y con las diferencias de opiniones hay tensiones, pero es una industria en la que te rodeas de gente con mucha pasión. De las artes, junto con la música, es una de las más colectivas y me parece muy bonito la energía que desprende, el debate creativo que genera y como al final es algo como muy de comuna: parimos, criamos y cuidamos a una criatura, que es la serie, entre un grupo muy heterogéneo de personas, de distintos departamentos. Obviamente el director tiene la voz final y dirige como es su rol, pero somos como una comuna de gente que está dando vida a algo entre todos. 

En tu labor como guionista, ¿cómo te planteas la escritura de un guión?

Lo normal es que tengas una idea más o menos vaga, que evalúes si tiene salida o no con las necesidades actuales de plataformas y teles, y a la que ves que tiene potencial, aunque no sea comercial, te lo curras más y lo presentas. También verbalmente lo peloteo con la gente que conozco y me voy fijando en las caras de la gente que la recibe y, en base a eso, me motivo o me desmotivo, que puede ser algo infantil por mi parte, pero voy apostando más por unas ideas o menos por otras muchas veces porque las voy contando a mis colegas y me fijo en sus caras

Ahora estoy en desarrollo de una idea con una plataforma y la idea en sí misma surgió del confinamiento. Tenía unos insomnios brutales, habíamos parado de rodar ‘Veneno’ y no sabíamos cuándo íbamos a volver y en esos insomnios cogí cosas de mi infancia, una obsesión que tengo desde entonces, con referentes que había visto en pelis últimamente y fui cuajando una movida que luego le conté a mis representantes y ellos me dan feedback de si a eso en el mercado le ven salida o no. Era una locura personal, pero me dijeron: “dale caña que sueña muy bien”. La primera plataforma que recibió la idea me dijo que la quería y ahora estoy escribiendo con otro guionista, poniendo negro sobre blanco, porque el dossier era un tratamiento global y estamos haciendo el guión puro y duro. En cuanto acabe ‘La casa de papel’ nos pondremos a desarrollarla. 

Por otro lado ha ocurrido al revés, que una persona que ha tenido una idea se la ha comprado una tele y me ha llamado a mí. Sobre una idea de una chica de Valencia nos hemos puesto a escribir los dos. Coescribir es muy bonito, no tienes estrés de tiempo como en un rodaje, hay más ensayo error y es guay y tienes toda la libertad para soltar barbaridades y ya te dirá otro que no funciona. 

«Si había algún lugar en el que podía hacer ‘El último show’ era en Aragón»

Si no fueras director y guionista, ¿qué serías? 

Siempre me ha gustado mucho la música, he tocado el saxofón con varias bandas durante muchos años y en la carrera me salió más curro de músico que de realizador, hacía música para publicidad. Al final me reconduje, le metí más tiempo a dirigir que era lo que más me gustaba, pero el mundo de la música me fascina porque tiene algo que no tiene la escritura y es que utiliza un código que no tiene que ver con el lenguaje humano, el lenguaje musical genera emociones sin ser tan literal, me parece superior.

Has liderado la primera ficción de la televisión autonómica de Aragón, ‘El último show’, una idea fruto de tu encuentro cuando eras pequeño con el humorista Marianico el Corto. ¿Cómo fue ese momento de decirle a la tele quiero que Marianico sea Buñuel?

Lo primero fue hablar con Miguel Ángel Tirado para contarle la idea, que le fascinó porque a su personaje le vio enseguida la dimensión dramática. Conociéndole, vi la dimensión dramática que tenía él y la ternura que despertaba y con él a favor pensé en intentarlo. En la reunión (con la tele) se que no esperaban que les fuese a presentar algo así, creo que toda la gente de la tele a la que dije que quería hacer esta serie interpretó muy bien el papel de no decir “qué coño nos has traído” (ríe). Me escucharon, se leyeron el dossier y sentí que si había algún lugar en el que podía hacer esa serie era aquí y era también la oportunidad de darle la vuelta a una tele autonómica, que bajo el disfraz de tele regional había hecho algo muy moderno. Creo que ellos lo entendieron, cuando otra gente en lugares mucho más grandes no entienden algo así. 

¿Fue un orgullo llevar a cabo esta idea en tu tierra, sientes que tiene algo de reconocimiento? 

Es una forma poética del destino, justo cuando lo ha megapetado ‘La casa de papel’ a nivel internacional, el siguiente paso lógico es tocar Hollywood y precisamente lo bonito era que lo que me tocaba hacer era esta serie. 

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¿Has pensado en dar ese salto a Hollywood?

No puedo avanzar mucho, pero estoy escribiendo, en desarrollo, ahora dos series, una de ellas estamos negociando en EE.UU. porque la propia historia tiene que transcurrir allí. Apunta bien y esperemos que se llegue a materializar. Es una comedia, de 30 minutos. 

¿Sigues el panorama audiovisual aragonés?

Dentro de Aragón igual sigo más a la gente con la que he compartido experiencias y conozco más, o que han estado en ‘El último show’, a ellos sí que los sigo más de cerca. Estoy ahora con los dientes largos de que Miguel Casanova me enseñe el primer montaje del corto que va a hacer (‘No te verán correr’), porque el guión me pareció putoincreíble, y también estoy salivando con las pelis de Paula Ortiz y la que va a empezar Pilar Palomero

¿En qué estarán próximamente?

Ahora mismo me espera por delante un año de escribir, tengo apalabrados dos desarrollos con plataformas, son dos ideas en las que estoy como creador, que voy a estar desarrollando, pero que no quiere decir que se lleguen a rodar. Todo esto es un proceso de ir superando pantalla a pantalla, impredecible. Uno de ellos seguramente rodemos parte de la historia en Aragón, el otro es de época y transcurre en EE.UU., son súper distintos, uno es un thriller de 50 minutos con algo de comedia negra, y el otro es comedia pura, de época y al otro lado del charco. Iremos escribiendo, teniendo feedback de la plataforma y viendo cómo encaja luego si se llegan a rodar los dos o solo uno. Este año he dicho que no a muchos rodajes para poder concentrarme en esto, siempre me pide el cuerpo cuando estoy en una etapa muy larga rodando el escribir y viceversa, soy un culo inquieto. 

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«Siempre estoy feliz de volver a mi tierra a trabajar»

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Armando del Río
El último show
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Festival de cine de Zaragoza

Quedamos con Armando del Río durante su estancia en Zaragoza con motivo de la grabación de la serie ‘El último show’ de Aragón TV. Seguimos su trayectoria desde su inicio, por lo que secuenciar a Armando (Zaragoza, 1970) es como hablar con un viejo amigo que se ha ido a vivir a otro lugar, pero al que sigues sus pasos de cerca y te alegras de cada uno de sus éxitos.

Un actor de gran talento que ha trabajado en Aragón, en su casa, y “más allá de Fraga” y que ha dado el paso también a la dirección y producción. Recientemente ha ganado el Augusto a Mejor Cortometraje Aragonés en el Festival de Cine de Zaragoza con ‘Karma’ su primer corto como director y de su productora Cromagnon Producciones.

Cantante del Kronen, Suso de Compañeros, policía, experto en vinos y recientemente médico. Es un buen resumen de una vida ligada a los escenarios y a la pequeña y gran pantalla. ¿Qué te llevó a ser actor?

No hubo una razón exacta. Siempre me gustó el cine, me hacía soñar, imaginar, y quería hacer lo que hacían los actores en la pantalla, o lo que creía entonces que hacían.

Armando del Río
El último show
Aragón TV
Cromañón producciones
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Secuenciadas
Festival de cine de Zaragoza

¿Con cuántos años abandonas Zaragoza? ¿Qué recuerdos tienes de aquella época y del inicio de tu carrera? 

Me fui a Madrid con 18 años. En el inicio intenté entrar en la escuela oficial, pero no me cogieron los dos años que hice las pruebas, así que me metí en una escuela privada y más tarde acabaría en la escuela de Cristina Rota. Los inicios eran muy emocionantes. Estabas en una ciudad solo por primera vez, haciendo lo que te gustaba, conociendo gente nueva, con los mismos intereses.

Realmente los años en las escuelas de interpretación han sido los mejores, aprendías y disfrutabas a partes iguales. Aprendimos a conocernos como personas a base de indagar en nosotros para crear los personajes.

¿Cómo fueron esos primeros papeles? ¿Y tu paso por series como ‘Compañeros’?

Mi primer papel serio fue en ‘Jamón, jamón’. Hice pruebas para los personajes principales, pero finalmente me dieron un secundario. Mientras, estaba en la escuela de interpretación y empezamos a montar el grupo ‘Nuevo repertorio’ con Cristina Rota al trasladarnos a la Sala Mirador. 

Allí empezamos a llevar un negocio, un teatro, aunque la responsabilidad y la dueña era Cristina. Pero nosotros hacíamos allí de todo. Llevábamos el bar, limpiábamos, pegábamos carteles, hacíamos funciones, íbamos a clase, era un non-stop. 

Armando del Río
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Antes de ‘Compañeros’ ya había hecho alguna otra serie como ‘Más que amigos’, así que ya entré sabiendo de qué iba la cosa. Ya no era el más joven, sino un profe enrollado y, claro, me relacionaba más con los profesores más mayores.

Ahora participas en la serie ‘El último show’, la ficción de Aragón TV. ¿Cómo está siendo el rodaje y la relación con el director, Alex Rodrigo?

Alex, el director, sabe muy bien lo que quiere y sabe analizar las escenas y dar clases a los actores, lo cual no es nada fácil de ver entre los directores jóvenes. Tiene mucho talento. Hemos estado rodando en la plaza de los Sitios, en el Plata. El rodaje está siendo divertido, al menos para mí.

¿Qué supone para ti este trabajo en tu tierra? No es la primera vez que podemos verte en un proyecto aragonés, también te recordamos en ‘La magia de viajar’ en una faceta distinta, como presentador .

Sí, ya había colaborado en Aragón TV, pero esta es la primera ficción que hace la cadena y es un paso adelante, hacer ficción es más caro y complicado. Pero yo siempre estoy feliz de volver a mi tierra para trabajar.

¿Qué opinión te merece que una autonómica, como Aragón Televisión, apueste por la ficción?

El momento es ahora. Puedes hacer una ficción desde una televisión pequeña y sabes que si sale bien se puede vender a plataformas digitales, a otras cadenas. Los costes de rodaje son asumibles y las posibilidades de que sea a nivel global han crecido mucho. Merece la pena arriesgar. Además es un tema muy local, pero con una historia muy universal. Rodar en Zaragoza con equipo técnico y artístico de aquí es un logro.

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¿Cuándo sientes que quieres pasar a dirigir tus propios trabajos?

Estamos en ello. He dirigido varios cortometrajes y estamos trabajando en el proyecto de varios largometrajes. Hemos montado una productora con mi pareja, Cromagnon Producciones, y desde ahí estamos intentando crear nuestros propios proyectos.

Tu último cortometraje, ‘Karma’, deja sin aliento. Cuenta con un reparto excepcional para la primera pieza de un proyecto mucho más ambicioso. 

Sí, acabamos de terminar la quinta versión del guión del largo y empezamos a moverlo ya. Tenemos una productora ecuatoriana interesada y esperamos poder llevarlo a cabo. Hemos tenido la suerte de contar con Alejandra Lorente, Unax Ugalde, Fernando Ramallo y Laia Alemany. Un casting potente y que nos está dando muchas alegrías en los festivales a los que estamos acudiendo.

Reencarnación, vida elegida, violencia contra las mujeres, aprendizaje, errores. ¿Todos acabamos tropezando irremediablemente con la misma piedra?

La vida es un aprendizaje continuo. Las vidas… Hay que ir experimentando el mundo físico y crecer como almas.

¿Qué historias te interesa narrar como director?

Muchas, pero me gusta el genero fantástico. cosas imposibles en mundos reales.

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¿Qué tipo de trabajos impulsas desde Cromagnon Producciones?

Con Cromagnon estamos creando nuestros propios proyectos audiovisuales, pero también estamos montando una obra de teatro que ha escrito Agustí Franch, el escritor que me está ayudando con el guión del largometraje de ‘Karma’. Es una comedia y tenemos un gran casting, así que esperamos poder ponerla en pie en 2020.También desarrollamos vídeos corporativos para marcas y productos, videoclips. Estamos abiertos a todo ahora mismo.

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Barrena y Barcelona desatan el terror en Flooxer

Barrena y Barcelona desatan el terror en Flooxer

Tiempo de lectura: 6 minutos
Terror.app
Rubén Pérez Barrena
Adrián Barcelona
María de Nati
Guiomar Puerta
Carla Campra
Mireia Oriol 
Carmen Climent
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Adrián Barcelona y Rubén Pérez Barrena se asustan viendo su propia serie ‘Terror.app’

Te descargas una aplicación, te pide que vayas sola a una nave abandonada y, una vez allí, que cuentes una historia de terror que hayas vivido, o que sea cercana a ti, ante otras cuatro desconocidas. Si no cumples habrá consecuencias. Así que, como es normal, te apuntas al planazo desde el principio porque, oye, ¿qué podría salir mal?.

El zaragozano Rubén Pérez Barrena dirige la serie ‘Terror.app’, una apuesta de Atresmedia y Flooxer por el público joven, que relata historias de miedo actual, sin elementos paranormales, en cinco capítulos autoconclusivos y un sexto que… ¡no te vamos a espoilear! Con una estética ochentera, cada capítulo tiene una duración de unos quince o veinte minutos. Sin darte cuenta te ves la serie completa y te quedas con ganas de más.  

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Rubén Pérez Barrena, el dire, enseña como coger el smartphone para que quede bien en cámara a las actrices Giomar Puerta y Carla Campra. Foto de Roberto Sastre

El cineasta, Rubén Pérez Barrena, y el director de fotografía de este trabajo, también aragonés (de Tarazona), Adrián Barcelona, cuentan a Secuenciadas cómo ha sido dar el salto a esta producción nacional, trabajar desde el audiovisual aragonés, pero “más allá de Fraga” y algunos detalles del rodaje de esta serie protagonizada por las jovencísimas María de Nati, Guiomar Puerta, Carla Campra, Mireia Oriol y Carmen Climent.

Adrián Barcelona, el DOP, con su amiga, la cámara. Foto de Roberto Sastre

“Un día recibí un correo electrónico de Atresmedia y Flooxer. Habían visto algunos de mis cortos y les habían llamado la atención; querían tener una reunión conmigo, fui a Madrid y me contaron el proyecto”, relata el director, Rubén Pérez Barrena, al recordar que, de este modo, se embarcó en el rodaje de esta serie. 

Rebobinemos al pasado, Rubén Pérez Barrena tiene a sus espaldas dos cortometrajes de gran éxito ‘Rewind’(2017), el último, que ha conseguido numerosos premios y el thriller con el debutó ‘Walkie Talkie’ (2012), dos historias con tintes terroríficos también, que le han valido para que una gran empresa de producción audiovisual se fije en él.

Rubén Pérez Barrena repasando las facturas de la luz, no entiende nada. Foto de Roberto Sastre

Terror.app se basa en la experiencia de este grupo de chicas usuarias de la aplicación, que escoge a cinco personas al azar para que vayan a un lugar desconocido a contar historias de miedo. “Tiene un cierto aire a ‘Historias para no dormir’”, explica Pérez Barrena. En todos los casos son relatos de terror que no incluyen elementos fantásticos, sino aspectos actuales de la vida. 

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A Adrián Barcelona le toco meterse en un coche en el capítulo 5 de ‘Terror.app’ Foto de Roberto Sastre

Entre ellos, el mundo ‘instagrammer’ que en la serie se refleja en la app ‘Photostorie’ o el uso de un servicio de vehículo con conductor. Los cinco relatos llevan a un último capítulo que los engloba a todos.

RODAJE EN MADRID

El rodaje se realizó en Madrid en el mes de junio de este año, durante tres semanas. “Estuvimos otras tres semanas de preproducción y tres más de postproducción, aunque luego se alargó, pero fue más para que chequeara cosas”, señala el director, al advertir de que los tiempos de grabación “fueron muy ajustados”. 

No sabemos si fue porque tenían el miedo metido en el cuerpo con tanto susto, pero el rodaje fue “muy apretado”, intenso, y en dos días grababan un capítulo y pasaban a la siguiente historia, con muchas jornadas de trabajo nocturnas.  

No obstante, Rubén ya venía entrenado de casa. “El rodaje de un corto suele ser más intenso y aquí era unir historias que, al final, son como seis cortos”, comenta el director. En algunas jornadas de junio rodaron entre veinte y treinta planos “y en alguna noche hicimos hasta 89 tomas”. Estos datos sí que son para asustarse, ¡qué cracks!

Y apretada fue también las convivencia de estos dos compañeros del gremio ya que, sin tiempo para buscarse un piso en la capital, además de compartir intensas jornadas de rodaje también compartieron habitación, así que podríamos decir que vivieron su ‘Gran Hermano’ particular, nos confiesan entre risas.

ROLLO OCHENTERO 

El dire de fotografía, Adrián Barcelona ganó el premio Simón este 2019 por la película ‘MIAU’ de Ignacio Estaregui. Trabaja en este proyecto a petición de Rubén –que no podía haber pensado en mejor profesional– y ha intentado crear una fotografía de terror “bastante clásica, rollo ochentero, con bastante contraste y color, a veces un poco casi saturado, pero sin llegar a molestar”, siguiendo el ejemplo de trabajos de terror independiente. 

Carla Campra, María de Nati, Carmen Climent, Mireia Oriol y Guiomar Puerta, reunidas por ‘Terror.app’ Foto de Roberto Sastre

Coincide en destacar que el rodaje conllevaba “bastantes páginas de guión al día”, a lo que se sumó el hecho de que rodar durante la noche en el mes de junio “hace que tengas menos tiempo”. En su opinión, la serie trata temas “muy actuales” y lo mejor del proyecto es “la duración y la estética que tiene. Son pequeñas píldoras con las que enseguida entras en la historia, con el personaje y lo sigues”, afirma Barcelona. 

El personaje que interpreta la actriz Guiomar Puerta en un momento de la serie. Ha visto algo ¿o no? Foto de Roberto Sastre

De los 15 profesionales que han trabajado en el rodaje, completan el equipo aragonés en este terrorífico proyecto, junto a Barrena y Barcelona, las ayudantes de cámara (foquistas) Andrea Canalis e Irene Solanas. 

Presentada en el festival de Sitges y grabada en 4K con ARRI Amira con ópticas Zeiss, ya podéis disfrutar de esta serie de Flooxer en Atresplayer de manera gratuita. “Espero que lo paséis bien, pero también un poquito mal”, desea el cineasta zaragozano Rubén Pérez Barrena. 

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Rubén Pérez Barrena
Adrián Barcelona
María de Nati
Guiomar Puerta
Carla Campra
Mireia Oriol 
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Nerea Camacho
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Nerea Camacho también aparece en el capítulo 5 de ‘Terror.app’ Foto de Roberto Sastre

Nosotras os aconsejamos ver los capítulos de noche, a solas –para darle mayor dramatismo– y con una buena ración de palomitas. Y os lanzamos un reto: encontrar todas las coincidencias entre capítulos, las referencias y, especialmente, buscar a la Virgen del Pilar que aparece en un plano, estad atentos. Aquí podéis ver la serie completa en abierto y gratis.

Las protas de ‘Terror.app’, probecitas…

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