“Cuando hay proyectos en Aragón vengo con el doble de ganas porque es hacer lo que me gusta y en casa”

“Cuando hay proyectos en Aragón vengo con el doble de ganas porque es hacer lo que me gusta y en casa”

Tiempo de lectura: 13 minutos
Rubén Martinéz, actor guapo, actor aragonés, cine aragonés, cine español, personajes élite, élite, padre esther expósito élite

El actor zaragozano Rubén Martínez estaba destinado a ser una estrella, aunque de pequeño se resistiera a interpretar ese papel en una función navideña de la escuela (sííí, luego os explicamos). El interprete dejó su trabajo como profesor para apostar por la actuación y afirma que, en este tiempo, ha sido como una hormiguita, un incansable trabajador que ha logrado crecer en su carrera

‘Élite’, ‘Antidisturbios’, ‘El último show’, ‘Planeta 5000’, ‘Nosotros’, ‘Grupo 2: Homicidios’. Su nombre forma parte de un sinfín de obras en televisión, teatro y cine. Firme defensor de sus personajes y de dar lo mejor de sí mismo en cada papel, es también coach de actores. Amable, paciente y divertido (es un amor, eso es así), nos transmite su pasión por la profesión mientras paseamos junto a la ribera del Ebro, y convertimos nuestra charla en esta entrevista sobre su vocación como actor y su trayectoria profesional. 

¿Cómo surgió tu vocación, ya de pequeño querías ser actor?

Surge de cuando iba al cine, cuando hacía teatro en el colegio, el típico festival de Navidad, y veía que era algo que me gustaba, me lo pasaba bien, me despertaba curiosidad, y de alguna manera siempre que había oportunidad me apuntaba. 

Recuerdo en el colegio que, en el festival de Navidad, me tocó hacer de pastorcillo 3. Mi madre me preguntó si en la función hablaría y cuando fui al reparto de personajes, como era rubito, me dijeron que iba a ser la estrella. Yo me imaginaba que iba a estar toda la función de medio lado encima del portal y decía: “¿pero la estrella habla?” y me decían “no, la estrella no habla, pero es la protagonista”. Entonces les dije que no quería ser la estrella y las monitoras flipaban porque la estrella de Belén es a quien todos buscaban, pero yo pensaba “si no habla, no quiero” y pensaba en la bronca que me echaría mi madre si venía a verme y se quedaba en los ensayos y luego no abría la boca en la función. 

Me ofrecieron ser pastorcillo y me acuerdo que me dieron un papelito mecanografiado y mi texto era: ‘queremos que nos ayudes a buscar la estrella’. Nos dijeron que teníamos que hablar claro y alto para que nos entendiera el público en el salón de actos. 

Llegó el día de la función, me tocaba salir y, milagrosamente, había un micrófono aquel día; yo me quedé con que había que hablar alto y claro y dije: “¡¡QUEREMOS QUE NOS AYUDES A BUSCAR LA ESTRELLA!!” (gritando). Creo que mi madre debió de pensar: “para qué le diría yo que hablara”. Reventé el tímpano de todos los asistentes y me quedé a gusto pensando que se me había oído. Y vaya si se me oyó (ríe). 

Eras profesor, pero ¿cuándo decides dar ese cambio, irte a Madrid y apostar por la actuación?

Me había dedicado a nadar, una actividad que requiere mucho tiempo y dedicación, y cuando me retiro de nadar tengo tiempo y digo, ahora voy a ser actor. Empecé en un grupo de teatro universitario que se llamaba ACME Teatro, que lo dirigía María Ángeles Pueo, actual directora de Teatro Che y Moche. 

Acabé magisterio de educación física, era también entrenador de natación y durante un momento compaginaba el trabajo de educación física con el teatro, de una manera amateur, pero veía que me servía para jugar, para divertirme, para evadirme y seguir aprendiendo. 

En clase tenía que poner yo las actividades, corregir, pero en el teatro era abandonarte y decir qué hay que hacer. Me lo pasaba bien, disfrutaba y llegó un momento que sentía que quería profundizar más en la interpretación y me dije “date la oportunidad” porque veía que pasaba el último tren y era “o coge y súbete o lo pierdes”. Decidí correr y hasta el día de hoy; me fui para un año a Madrid y van a ser ya veinte años. 

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«He sido una hormiguita que ha ido subiendo escalones; sentía que iba siempre en camino ascendente, que cada trabajo sumaba y aportaba»

En Madrid seguiste formándote 

Allí estuve en la escuela de interpretación de Antonio Malonda, en Bululu2120, y luego he complementado mi formación con cursos, con canto, con danza, y también aprendes mucho trabajando. 

¿Cuándo comienzas a trabajar como profesional?

En teatro empecé haciendo alguna cosa aquí en Zaragoza y como de alguna manera en ese momento yo me estaba ganando la vida con otro trabajo, no era mi prioridad. Para mí, la mayor de las recompensas era actuar, aunque luego llega un momento en que dices “esta es mi apuesta profesional”, pero al principio no lo consideraba ni trabajo, era un placer pagado, una maravilla. 

¿Qué recuerdas de aquella etapa?

La historia era que era llegar a Madrid y comenzar a construir desde un solar enorme, porque no conoces a nadie, nadie te conoce, no sabes por dónde empezar. Y ahora echo la vista atrás y pienso en todo lo que he conseguido, sin pegar un petardazo, ni hacer una carrera explosiva, pero en veinte años he sido una hormiguita que ha ido subiendo escalones, que ha ido consiguiendo logros pequeños, pero firmes; sentía que iba siempre en camino ascendente, que cada trabajo sumaba y aportaba y que de un trabajo salía otro. 

Y ahora soy consciente y me pregunto: “¿a día de hoy tendrías fuerza para empezar algo así como en aquel momento?” y piensas “no lo se”. Pero no me ha parecido que haya sido costoso ni duro, echo la vista atrás y me fui con nada, sin conocer a nadie ni tener ningún contacto y no me puedo quejar porque no he parado de trabajar en teatro, cine, televisión, ahora también como coach. Qué suerte, qué afortunado soy que sigo aprendiendo y sigo creciendo y estoy muy contento. 

Si no fueras actor, ¿qué serías ahora? 

Seguramente seguiría siendo profesor. 

¿Te lo has planteado alguna vez?

Estaba en un colegio dando clases y en una piscina, y si tuviera que volver a la enseñanza creo que lo llevaría bien porque me gusta. Pero después de haber estado veinte años como actor y dedicado también a la enseñanza, pero más enfocada en el tema de la interpretación, después de probarlo sería como más duro. Pero no me importaría volver, me encanta, prefiero ser actor, pero si tuviera que volver no sería una tortura. 

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«‘Grupo 2: Homicidios’ fue un master en el audiovisual, aprendimos mucho y tengo un buen recuerdo»

¿Cuál crees que fue el proyecto que te dio esa oportunidad en el mundo del audiovisual? 

He ido sumando pequeños trabajos, cortometrajes, en televisión, pero ‘Grupo 2: Homicidios’ fue como el master que hice de audiovisual, porque poder estar siete capítulos coprotagonizando con Jorge Usón, y aprendiendo mucho de Jorge, haciéndote con la parte externa de la interpretación en el audiovisual, que hay que tener en cuenta cámaras, focos, marcas, y fue tan intensivo y tan gratificante. 

Aprendimos mucho y fue de una manera divertida, relajada y tengo un buen recuerdo. Ese fue un máster y siento que en los trabajos que he hecho después esa experiencia está ahí. Me pesa a favor, es una mochila cargada de buenas herramientas. 

Te hemos visto en cine, en televisión y en teatro, ¿qué te aporta cada uno? 

Me encantan los tres medios, tienen sus matices. El teatro es la magia del directo, el riesgo, la adrenalina del pase lo que pase hay que seguir y esto ni se tiene que notar ni se puede parar y es maravilloso, además del contacto con el público, porque hay un diálogo evidente, aunque no hables directamente con el público, lo sientes, lo percibes y compartes la función con ellos. 

Eso en audiovisual no lo puedes sentir, en el teatro sí, y es mágico y precioso. En audiovisual, la tele requiere de una inmediatez y un tiempo y eso también te permite ser ágil y tienes el reto de hacer creíble algo que no es nada creíble.

El cine te permite construir de una manera más profunda, que los personajes tengan capas, darle más tiempo al proceso de creación del personaje, al trabajo con el director. Es el que menos tengo trabajado como actor a día de hoy, pero cuando me ha tocado hacer algo me ha gustado mucho. 

¿Cómo construyes tus personajes? 

Me gusta mucho investigar los entornos. En ‘Grupo 2’ tuve la suerte de poder tomar un café cada capítulo con el personaje real que interpretaba, y eso era maravilloso. Otras veces desde lo corporal, ves personajes que tienen una actitud, o el vestuario ayuda mucho y te coloca. Aprovechar los elementos de caracterización, vestuario, peluquería, maquillaje, arte. Porque de repente arte te pone un vestidor lleno de relojes y de trajes y ya no tienes que apretar en la interpretación porque lo cuenta el entorno. 

Observando mucho, en la calle hay unos personajes maravillosos. Me encanta observar porque sacas cosas y matices de personajes y te los quedas. A veces también me gusta hacer un homenaje a personas de mi entorno a través de un personaje. Por ejemplo, mi trabajo de fin de carrera en la escuela, que era ‘El enfermo imaginario’ y yo interpretaba a Argan, era un homenaje a mi abuela Emiliana, que era la mejor enferma imaginaria que te podías encontrar, porque siempre estaba mala y se iba a morir, y se murió a los cien años. 

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«Construyo a los personajes para que no haya un juicio desde el actor, que sea el espectador el que los etiquete o valore»

¿Recuerdas algún personaje especialmente? 

Cuando me confirmaron el personaje de ‘Élite’ le dije a mi madre: “mamá, voy a tener una vida que nunca he tenido y nunca tendré”. De repente era decir qué guay jugar a ser rico, que es algo que yo no busco porque no creo que la riqueza me vaya a dar la felicidad, pero jugar a ser rico, a tener poder y ser malo, poderte permitir tener licencia para hacer maldad. Además, me encanta no juzgar a los personajes, sino defenderlos a tope, y para mí Teo en ‘Élite’ no es malo. Se por qué hace las cosas, y construyo para que no haya un juicio desde el actor, que sea el espectador el que le de una etiqueta o lo valore, pero personaje que haga siempre lo voy a defender a muerte y le voy a dar dignidad. 

Me gustó mucho ponerme en el lugar de Teo porque era divertido. Y también me está ayudando en mi carrera, para posicionarte en la profesión, como una referencia, que no eres ni mejor ni peor actor, pero de cara al escaparate estar en una serie que ha sido de las más vistas a nivel mundial en su estreno, un productor que no te conoce ya te coloca en un sitio que le das confianza. Sin ser ni mejor ni peor actor que antes, pero te ayuda de cara a la profesión. 

¿Cómo es el trabajo en una serie como ‘Élite’?

Pues está muy cuidado en todos los aspectos, a nivel de foto, vestuario, arte, peluquería, maquillaje, guion, y sientes que estás muy protegido, trabajas de manera muy relajada, trabajas con varios directores, entre todos vas sumando cosas y construyendo el personaje y ha sido una experiencia muy agradable. 

Tuve la suerte en la primera temporada de trabajar con Ramón Salazar, que es un excelente director de actores, y el primer día en el set de rodaje estábamos la familia y dijo una frase que me ayudó a colocar al personaje: “me encanta esta familia porque sois perfectos por fuera y estáis podridos por dentro”, y con eso ya sabía que es todo fachada, apariencia y aunque por dentro sienta que hay cosas que huelen mal, no tienen que salir, no se tienen que notar. Los buenos directores con poquitas palabras te abren un mundo como actor y te dirigen. Ha sido un gustazo poder trabajar con muchos directores en ‘Élite’ y con Ramón empezar a construir a Teo. 

Es muy importante la dirección de actores

Muy importante. Un buen director puede salvar a un mal actor y un buen actor puede salvar una mala dirección. Cuando esas dos cosas son buenas, la magia se da y el resultado es evidente. Cuando a un director le encanta trabajar con actores, le encanta escucharlos y crea un clima de confianza en el proyecto. 

En eso recuerdo a Rodrigo Sorogoyen. Yo tenía una secuencia pequeñita en ‘Antidisturbios’, tuvimos un día de ensayo con él y con los compañeros y allí miraba a mi alrededor y pensaba “aquí hay más Goyas que en el Prado”. Rodrigo escucha a los actores, no le importa cambiar el guion, tachar, corregir, poner notas nuevas, cambiar las líneas de orden cuando ve que suma a la historia, a lo que quiere contar. Si el actor le vende la propuesta y él la entiende y cree que aporta, no tiene ningún problema en ajustarla, no va a considerar que es una debilidad del director. Eso sí, una vez trabajado, hablado, dado forma y todos de acuerdo, el día del rodaje no nos ponemos creativos. Y el día del rodaje ya teníamos todos los deberes muy bien hechos, sabíamos lo que quería transmitir y contar, sabíamos cómo teníamos que intervenir, él operaba cámara en mano. Todo el mundo tiene claro lo que tiene que hacer y por qué lo hace y es genial. 

«No entiendo el trabajo del actor como un sufrimiento, tiene que ser siempre como un juego»

Deseas hacer un papel dramático, algo que todavía no hayas hecho, ¿qué te gustaría? 

Me gustaría un personaje que tuviera una referencia en un momento histórico concreto por hacer el trabajo también de documentarme; Edad Media, Guerra Civil, Guerra Mundial. Estos regalos como actor que tienes que hacer tus deberes, documentarte, leer, y que haya una carga emocional interesante, que al personaje le pasen cosas, que haya conflicto, sufrimiento, aunque me encanta la comedia. 

María Ángeles Pueo me dijo que con esta cara no iba a hacer drama en mi vida y ahora lo que no hago es comedia, ¡será posible! (ríe). 

Me apetece hacer como comedia en teatro y en audiovisual algo muy potente, un poco lo que hice en el corto ‘Nosotros’ (dirigido por Silvia Pradas), pero poder disfrutar ese trabajo más tiempo, porque lo rodamos en un fin de semana a tope y fue como muy duro. 

Me gustaría hacer un trabajo con profundidad, con peso, porque además creo que bajaría a los infiernos y lo trataría de hacer de una manera saludable. No entiendo el trabajo del actor como un sufrimiento, tiene que ser siempre como un juego porque si no puede ser muy peligroso, se te puede ir la pinza. 

¿Cuál ha sido tu último trabajo?

El último fue en julio, en ‘Desaparecidos’. Era un personaje pequeño, hacía de sospechoso y tenía dos escenas. Fui dos días, tenía una secuencia cada día y eran dos interrogatorios, pero tuve la suerte de trabajar con una directora maravillosa, Begoña Álvarez Rojas. A veces es muy difícil que en tele se dedique tiempo al actor y ella lo hacía, siempre apoyando, te decía anotaciones para ir afinando la interpretación. Un poco como yo hacía con Miguel Ángel Tirado (Marianico el Corto) en ‘El último show’, donde yo era coach. Cuando ya lo teníamos me acercaba, le decía que ya lo teníamos y que íbamos a por el doble tirabuzón. 

Cuando ves que el actor ya está tranquilo porque está a lo que el director quiere, se puede seguir arriesgando, jugando y por eso disfruté mucho también. El trabajo con el actor Chani Martín (en ‘Desaparecidos’) también fue muy guay y lo rodamos en una hora, pero fue una sensación muy bonita. 

No hay personaje pequeño, a veces vas a una serie y haces dos secuencias, pero las disfrutas y luego luce el trabajo en pantalla. 

¿En qué momento de tu carrera surge tu trabajo como coach de actores?

De una manera natural, en Madrid ayudaba a compañeros a preparar pruebas de casting y me decían que se me daba muy bien, pero no le daba valor. 

Pilar (Palomero) empieza ‘Las Niñas’ y aunque siempre se dice “no trabajes con animales, ni con niños”, pues ella en su primera película como directora novel se mete con un reparto de niñas. Se acordó de mí y me dijo si me gustaría ayudarla con la interpretación de las niñas. Por varios factores: porque yo era profe, había conocido la Zaragoza del año 92, había estudiado en un colegio de curas, donde éramos todo niños, y ella y yo nos conocíamos de hace tiempo. 

Me lo dijo y me pareció fascinante. Estuve de coach y mientras hacía el rodaje de la película hice casting para la serie ‘El último show’, con Alex Rodrigo, que fue muy divertido, me cogieron y vieron que haría falta un coach también y me ofrecieron esa doble función

De una manera natural he ido enlazando lo que mis amigos decían y yo de alguna manera no les creía, parece que era una posibilidad que se está dando. 

¿Cuál es tu método para trabajar como coach? 

Como coach me gusta trabajar siempre con el director, porque mi labor es ser el canal de comunicación entre director y actor. Primero tengo que saber qué quiere el director y después ayudar al actor a conseguir lo que el director necesita. Si como coach trabajo solo con el actor, vamos al set y el director dice que eso no es lo que quiere habría mareado al actor y hecho una propuesta de dirección cuando no es mi película. 

Me gusta trabajar bien con el director y cuando me transmite qué quiere de los personajes, del tono de la interpretación, voy a ayudar al actor a conseguir eso. Es como un acompañamiento del actor, pero teniendo muy claro que no es lo que yo considero como director, sino lo que el director necesita y qué herramientas te doy para conseguir llegar a lo que pide.

Si es naturalidad, si es energía, el estado emocional que necesite el personaje, si tienes problemas para memorizar el texto qué consejos te puedo dar, si tienes problemas porque el texto te canta cómo lo podemos matar de ritmo y darle naturalidad. Darles herramientas que les ayuden.

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¿Cómo ves el panorama audiovisual aragonés? 

Afortunadamente en los últimos años hay un antes y un después aquí en Aragón, creo que se están haciendo las cosas muy bien. Vamos a echar mucho de menos a Jaime Fontán (jefe de producción de Aragón TV), que ha hecho mucho por el audiovisual aragonés, y cada trabajo y éxito de estos años estaba esa firma discreta de Jaime, porque era un hombre de una discreción maravillosa y que siempre estaba dispuesto a escuchar a todo el mundo.

Espero que se siga en esa línea, en apostar por darle cabida a todo el mundo, por apoyar los trabajos y hacer que el talento que hay en la tierra sea mejor, más visible y que sigamos creyendo en lo que tenemos en casa porque es muy grande, tanto a nivel técnico como artístico. 

Los últimos años han sido muy buenos y hay que seguir apostando. Y esto también lo dice la industria, tenemos directoras como Paula Ortiz, Nata Moreno, Pilar Palomero, Elena Cid o Silvia Pradas que están teniendo repercusión con sus trabajos a nivel nacional. En Aragón hay unas directoras estupendas. 

Eres un actor de trayectoria nacional, pero cuando puedes vienes a trabajar a Aragón. ¿Te sientes profeta en tu tierra y sientes ese cariño de los aragoneses? 

Me siento muy querido y es una suerte, me siento privilegiado porque podría haber gente que piensa que reniegas de tu tierra porque te vas, pero no, no es eso. Es seguir aprendiendo, creciendo como actor, pero se de dónde vengo y tengo claro a dónde quiero volver siempre que me necesiten. Cuando la agenda lo permite, cuando hay proyectos interesantes que se hacen aquí en casa yo vengo con el doble de satisfacción y de ganas, porque es hacer algo que te gusta y, encima, en casa.

 

¿Dónde te podremos ver próximamente? 

El mes que viene se estrena ‘Historias para no dormir’ (Amazon Prime Video) y tengo una pequeña participación en el capítulo ‘El asfalto’, que ha dirigido Paula Ortiz. También la segunda temporada de ‘Desaparecidos’ (Amazon Prime Video) irá en breve y en ‘Fuerzas de paz’ (TVE), que es lo último que he hecho en julio. Y hay un proyecto dentro de poco, después de la pandemia vamos retomando el ritmo, y este proyecto para los próximos meses me apetece mucho. 

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«Descubrí que el escenario era un lugar en el que me sentía libre y no me bajé nunca más»

«Descubrí que el escenario era un lugar en el que me sentía libre y no me bajé nunca más»

Tiempo de lectura: 13 minutos

El actor zaragozano José Luis Esteban se define a sí mismo como un vehículo diésel, que ha ido cogiendo velocidad de crucero en su carrera profesional y está en continua reinvención, un “culo de mal asiento” que mantiene intacta su pasión por aprender. 

Nosotras lo vemos como un fórmula 1, en el que todas las piezas encajan como un reloj para cumplir con sus metas. Tenaz, persistente, apasionado. Actor, dramaturgo y poeta, pero por encima de todo actor, de larga trayectoria en teatro y, después, en televisión y cine. Entre sus últimos trabajos en el audiovisual, sus apariciones en las series ‘Servir y proteger’, de TVE, y ‘El último show’, de Aragón TV. 

Charlamos con él sobre los inicios de su carrera, sobre la necesidad de entender el mundo para explicarlo en los escenarios o en las letras de sus textos. Admirador de Berlanga y orgulloso vecino, en su juventud, del barrio de San José de Zaragoza, os invitamos a conocer a José Luis Esteban en este ‘Secuenciando a’.     

¿Qué te llevó a ser actor?

Surgió en el último curso de Bachillerato, en el instituto, convocaron un taller de teatro, un profesor de francés, para montar ‘La cantante calva’, una obra de Eugène Ionesco. Jamás había pensado en el teatro ni remotamente, me parecía una de esas cosas absurdas en el mundo, que existían no se sabía muy bien por qué. Pero entonces, haciendo el taller en el instituto, me subí al escenario y ahí hubo un click brutal, porque yo era un crío muy tímido, con muchos problemas para entablar una relación cordial con el mundo, con mis compañeros y conmigo mismo y, de repente, el escenario era un lugar en el que yo me sentía libre. Y encima sentía que con lo que hacía la gente se lo pasaba bien; el escenario contribuyó a mejorar mi autoestima y entonces ya no me bajé nunca más. 

A partir de ahí montamos un grupo aficionado de teatro, fuimos por los pueblos, en los años 80, íbamos en tren o en autobús, con la maleta al hombro, nos pagaban lo que nos pagasen, ni me acuerdo. Luego me puse a estudiar Filología enseguida, la literatura me salvó la vida, y me matriculé en la escuela de teatro y con 22 años me monté una compañía de teatro con colegas. Y pasamos directamente de que nos gustara mucho el teatro a deber un huevo de pasta, y allí empezó la cosa. 

¿En ese momento comienza tu carrera profesional? 

Sí, estando en la escuela de teatro, en primero, hay una compañía, el Teatro de la Ribera, que buscaba gente para un espectáculo y me hacen el primer casting de mi vida y, sorprendentemente, me cogen. Ese fue el verano del 85, mi primera gira cobrando dinero, 3.000 pesetas por función. Me quedaba afónico después de estar cantando en la furgoneta, después de seis horas seguidas de viaje, todas las canciones que sabíamos porque aquello era una fiesta. 

Si no fueras actor, ¿dónde te encontraríamos actualmente?

En la universidad, dando clase. Al acabar la carrera, acabé a la vez Filología y la escuela de teatro, enseguida montamos la compañía, pero simultáneamente hubo un concurso público en la Facultad de Educación, me presenté, me lo dieron y estuve trabajando tres años en la universidad, dando clase. Salí espantado, porque el escenario era una competencia muy dura, pero estuvo bien y me permitió ganar dinero en un momento raro de mi vida, en que era todavía muy jovencito. 

«El oficio ha sido muy generoso conmigo»

Empezaste en el teatro, pero ¿cómo diste el salto a la tele? 

La tele vino muchísimo, muchísimo después. De hecho, todos los días me levanto, abro los ojos y pienso “gracias azar, cosmos, Paulo Coelho”, porque he hecho muchas cosas que no imaginaba ni en mis mejores sueños. En ese sentido, el oficio ha sido muy guay, muy generoso conmigo.

Empecé a hacer televisión en serio en el año 2004, hace cuatro días en comparación con los años que llevo en el oficio y fue porque fui a Madrid a trabajar, con un montaje del Centro de Arte Dramático de Aragón, que se titulaba ‘Misiles melódicos’, estuvimos en el Teatro Español de Madrid y entonces yo dije: “esta es mi oportunidad”. Venía de hacer una serie de trabajos muy buenos con el Centro de Arte Dramático de Aragón, Ricardo III, que había tenido mucha repercusión, me habían dado un par de premios de interpretación y sentía algo que nunca había sentido, que estaba en una situación distinta y que necesitaba dar un paso más allá. Así encontré mi primera representante, empecé a hacer mis primeros episódicos, teniendo en cuenta que yo no había hecho nunca tele, lo que quiere decir que lo hacía muy mal, era muy distinto, sobre todo la manera de trabajar. 

Aunque los fundamentos son los mismos, cuando te has educado en un ecosistema donde lo único que existe es determinada manera de hacer el teatro, que no digo que sea buena, además, descubrí que tenía que desaprender todo lo que había aprendido y cuando llegué y me puse delante de una cámara me di cuenta de que tenía que volver a desaprender todo lo que había aprendido después de desaprender por primera vez. Veo, aunque no los veo nunca, mis primeros trabajos en ‘Siete vidas’, en ‘Matrimonio con hijos’ y pienso: “eras un pringadillo, chiquillo, no sabías de qué iba el oficio realmente”. En ese sentido creo que mi carrera es como yo, un poco diesel. Luego la aparición del cine fue ya el summum porque adoro el cine. Y todo nos lleva al ahora, un momento de una ilusión tremenda porque veo que tantos años de oficio me ponen en situación de aprender de verdad

¿Cómo fue el aterrizaje en el cine?   

En cine he hecho papeles secundarios, media docena de películas, he hecho muy poco cine en realidad. Con el primero que hice cine, aunque fue un mediometraje, fue con mi amigo José Miguel Iranzo, que falleció el verano pasado. Él rodó en 1996 un mediometraje en 16mm, titulado ‘Tempora y Violeta’, que fue un hito en el audiovisual aragonés porque era la primera vez que un realizador de aquí se metía en un pollo como aquel. A mi amigo Iranzo le debo que fue el primero que confió en mí para algo que no fuera teatro. Luego fue Paula (Ortiz), en ‘De tu ventana a la mía’ (2011) me hizo un pequeño regalo que luego por cosas de montaje quedó muy disminuido, pero yo siempre se lo he agradecido muchísimo a Paula. 

Luego vino la película que más me ha dado, no por el trabajo en sí mismo sino por lo que supuso, que fue ‘Altamira’ (2016), por el hecho de trabajar en inglés, con un grupo de actores ingleses a quienes admiro mogollón y allí había tres o cuatro de los que a mi me molan mogollón, Rupert Everett, Henry Goodman, Antonio Banderas que es un tipo genial, y eso me dio un plus de confianza, porque ya el casting lo hice en inglés con Hugh Hudson. Nunca pierdo de vista de dónde vengo, dónde empecé y yo empecé prácticamente en los carromatos, en las eras, en los campos, y este tipo de oportunidades me han dado un corpus, un bagaje que para mi es muy valioso y un empuje muy grande para seguir trabajando. 

Después hice ‘La higuera de los bastardos’ (2017), con Ana Murugarren, que fue también una cosa de estas extrañísimas porque a Ana, que es una de las personas más punkis que he conocido en mi vida, yo no la conocía de nada. Fui a trabajar a Bilbao, a una cosa de teatro a casa de Ramón Barea, que es mi maestro, y me llaman y me dicen que había una directora que me había visto en una foto en Facebook y que me quería para su próxima película porque necesitaba mi careto. Pues vamos para allá y allí fuimos a grabar ‘La higuera de los bastardos’ que fue otra escuela, con un rodaje durísimo, que nunca había hecho, de noche prácticamente entero, con el tiempo vasco, frío, lluvia, unas condiciones durísimas, haciendo un personaje que era un secundario, pero con presencia. Y trabajar con Karra Elejalde que es una escuela en sí mismo, un tipo fascinante. Fue muy grato, y ahí andamos. 

Has hecho cine, teatro, tele, eres poeta, dramaturgo, ¿qué te aporta cada una de esas facetas?

Entender el mundo, entender lo que pasa, intentar explicarlo, ese es mi oficio como actor. Yo siempre digo que soy un actor que escribe, que publica libros de vez en cuando, que de vez en cuando da una clase de hablar en público, pero siempre es el actor el que está detrás y un actor que necesita entender, aunque todo sea incomprensible, pero necesito entender algo para poderlo contar después en el escenario. Porque además pienso que estamos en un momento flipante a nivel cósmico, terrenal, cultural, artístico, teatral, es un momento flipante.

Hay una frase de Antonio Gramsci, que era un pensador marxista italiano, que decía: cuando lo viejo todavía no se ha muerto del todo y lo nuevo todavía no ha terminado de nacer del todo, en ese periodo incierto es donde surgen los monstruos y yo creo que estamos en un momento de esos. Los antiguos paradigmas, a todos los niveles, están en cuestión, hay una nueva realidad y explicación de la realidad, un nuevo humanismo, hay un cambio brutal y el cine, el teatro, la novela, la literatura, la moda, todo tiene que explicar eso que está pasando, contarlo.

«En estos últimos veinte años mi gran proyecto personal ha sido la poesía en el escenario»

Además de la pasión por el teatro, conocemos tu pasión por escribir

Esa pasión llegó más tarde, son cosas que han ido surgiendo con el tiempo. No pude escribir nada hasta que no me compré mi primer ordenador. Y se podrá pensar: “pues vaya pijada”, pues es que es verdad. En el año 2000 me compré mi primer ordenador y empecé a escribir. ¿Por qué? No lo se. Buñuel decía que somos básicamente un 80 por ciento de química y un 20 por ciento de misterio, pero lo que realmente detona las cosas es el misterio y eso me ha pasado, se han ido detonando pequeñas cosas ahí. 

¿Empezaste a escribir obras teatrales o poesía?

Empecé haciendo una obra de teatro, escribiendo teatro. Soy culo de mal asiento, me gusta trabajar, pero siempre me ha costado permanecer en un sitio mucho tiempo, periódicamente necesito conocer gente distinta, modos de trabajar distintos, visiones distintas, puntos de vista diferentes, necesito salir de mi zona de confort casi constantemente porque es lo que me mantiene vivo, en forma, alerta. 

¿Y cómo empezaste en la poesía?

El actor una vez hubo un momento en que descubrió la poesía, una cosa que no me interesaba nada en absoluto, como a otros jóvenes, pero en un momento de mi vida determinado cae en mis manos un libro de Allen Ginsberg, que se titula ‘Aullido’, y me pega una patada en la frente tan descomunal que me doy cuenta de que no puedo seguir viviendo si no hago eso en un escenario, no se cómo ni con quién, pero tenía que hacerlo ya. Entonces me junté con un músico amigo, José Javier Gracia, un maravilloso guitarrista de rock, él con su guitarra eléctrica y yo con el libreto de ‘Aullidos’. Nos emborrachamos juntos una noche pensando en lo que íbamos a hacer y a la mañana siguiente pasó algo mágico, y es que realmente nos juntamos, con una resaca del siete, pero los dos acudimos a la cita que teníamos y creamos ‘Territorio beat’.

Y la poesía empieza a formar parte de mi actividad de manera constante, porque funciona de puta madre en el escenario, porque la poesía tiene un poder escénico que es algo que fue para mí completamente inesperado, pero en lo que me volqué y en estos últimos veinte años mi gran proyecto personal ha sido la poesía en el escenario, que me ha permitido conocer a mogollón de músicos, trabajar con ellos, descubrir la relación maravillosa que hay entre la palabra, la música, el gesto, el movimiento, la cámara, porque hemos hecho experimentos con televisión y seguimos, me flipa. 

Empecé a leer la poesía que me gusta a mí, no con la que nos han torturado durante años en el colegio y nos han hecho que nos alejemos de la poesía, sino la poesía que se está haciendo ahora, la mayoría de mujeres, que escriben una poesía que es la rehostia. Pero hay versos que no he leído y esos modestos versos que no he leído los tengo que escribir yo y por eso publiqué ‘Big Bang’ hace año y medio. 

En ‘Don Quijote somos todos’, con Teatro del Temple, además de interpretar un papel en la obra, con la que estás nominado en el Teatro Rojas de Toledo, eres autor del texto. ¿Cómo te enfrentas a esa escritura? Pones a Don Quijote a solucionar la despoblación

Para empezar a escribir siempre me hago preguntas, en este caso una pregunta: en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme. ¿Por qué, qué pasa en ese pueblo, por qué no te quieres acordar, dónde está, quiénes son, quiénes quedan hoy en día? Y de la respuesta a esa pregunta surge todo el texto. Yo estaba leyendo, además, ‘La España vacía’, de Sergio del Molino, que me había flipado, y eso sumado a la influencia de Berlanga, Azcona y Cuerda. No les conocí personalmente, pero es como si estuvieran muy cerquita de mí y no me explico por qué no han dejado más huella, por qué nadie sigue esa estela tan nuestra, ese humor cervantino. 

A raíz de todo eso surge y porque estoy muy interesado en cómo se funden cine y teatro, aunque a veces tienen problemas de relación. Pero yo no creo que deban tener problemas de relación, el cine es un hijo aventajado del teatro que en el siglo XX toma vida propia, aunque a veces se consideren que son dos fenómenos separados el uno del otro. Tanto en dramaturgias como en guiones hay esa sinergia en el tratamiento de diálogos, en el desarrollo de los personajes, en el uso de la elipsis y la economía expresiva. Fruto de todos estos movidones surge ‘Don Quijote somos todos’, una manera de dialogar, de replica contrarréplica que sea muy rápida, que trascienda el ritmo del teatro. 

Volvamos a tu faceta audiovisual, ¿cuál ha sido el último trabajo en el que has participado? 

‘Servir y proteger’, en TVE, como actor. Estoy muy ilusionado con la tele porque empecé mayor, mi carrera es incomparablemente más corta en la tele que en teatro, pero es que le pongo mucha ilusión y soy muy tozudo e insistente, persistente y cabezón, cuando quiero algo de veras no tengo prisa, y estoy acostumbrado a salirme con la mía. En este momento de mi carrera me gustaría mucho, y en ello estoy, espaciar un poco más el teatro y frecuentar un poco más los platós, que es una cosa que ahora, con 57 años, aunque me quedan muchos años buenos de carrera, siento que estoy en un momento muy bueno para reinventarme otra vez. Con esta pandemia esto nos está ocurriendo a todos, pero estoy muy  ilusionado con eso, y rodeado de gente estupenda, que me quiere mucho y me están apoyando mogollón y ahí vamos a estar. 

¿Cómo es trabajar en una serie diaria?

Encantador. He hecho dos series diarias, en ‘Servir y proteger’ he estado dos meses y en ‘Amar es para siempre’ estuve una temporada y estaba entonces haciendo teatro en Madrid. Yo descanso cuando trabajo, con ‘Servir y proteger’ estuve en diciembre y estaba haciendo ‘Don Quijote somos todos’, en Valencia y recuerdo el primer día de grabación en ‘Servir y proteger’, entraba en el primer turno de grabación del día, lo que significa que tenía que estar en maquillaje a las seis y media de la mañana. Me pasaban a buscar a las 5:45 horas del jueves. Pero yo estaba en Valencia haciendo teatro, la función empezaba a las ocho de la tarde y acababa a las nueve y media.

Me tuve que coger un coche de alquiler, algo de cena, y conducir pitando a Madrid; llegar, devolver el coche de alquiler, que parece una cosa sencillísima, pero que a las dos de la madrugada es una putada enorme; irme al hotel, dormir, pasar a buscarme, grabar hasta las dos y media de la tarde, ir a Atocha, coger un AVE y volver a Valencia para subir al escenario a las siete de la tarde. No digo esto como quien vive un vía crucis, no lo puedo decir, hubiera preferido que hubiera habido Aves por la noche, pero es que este oficio es así y me críe viendo como los grandes actores y actrices hacían un ‘Estudio 1’ que se pegaban diez horas grabando y luego se iban al teatro a dos funciones. Hay que currar. 

«El gran producto que Aragón exporta es cultura y lo que está pasando ahora en el audiovisual no es más que la cristalización de un talento oculto que ha estado ahí»

Has participado en otras series nacionales, ‘Los hombres de Paco’, ‘Cuéntame’, episódicos, ¿pero qué te han aportado esos papeles?

La necesidad de adaptarte enseguida a un equipo que funciona perfectamente, eso fue lo primero que aprendí en estos episódicos en que grabas un día y desapareces. Llegas a un ecosistema compuesto por ciento cincuenta millones de piezas que funcionan todas de puta madre y donde lo único que te exigen es hacer un ensayo con cámara y una toma. Siempre he pensado que una de las responsabilidades de los actores es, lo primero, no dar mal, lo segundo solucionar problemas y, lo tercero, adaptarse a los ritmos, a los estilos, a los modos de trabajar de cada equipo y ficción. 

Ese trabajo era la única manera de hacer tele porque ahora en casa, en Aragón, parece que empieza a moverse algo, pero hace diez años no podía pensar en hacer nada aquí en tele. La única manera que he sabido ha sido esta, empezar de muy abajo, que sigo estando ahí, e ir haciendo cosas y que me sirva para progresar. Luego pienso que de alguna manera las cosas cuadran, porque luego surge la oportunidad de ‘El último show’, con un personaje que no era para mí, que no estaba escrito para mí, que no era la primera opción, ni la segunda, seguramente tampoco la tercera, pero que al final hubo casting, convencí a Alex (el director) de que era yo. Y sin todo lo de antes, y el background del teatro… 

Te vimos en ‘El último show’ y en la película ‘Reset’, en la que participas en el corto de Nata Moreno, ¿qué piensas de esa apuesta de la tele por la ficción desde Aragón?

Qué os voy a decir, esto lo necesitábamos. Hay una cosa que me llena siempre de perplejidad y es que en Aragón, si echamos un vistazo a su historia y le decimos a cualquiera que nos diga cinco aragoneses ilustres, me juego el dinero que no tengo a que de los cinco nombres cuatro son de artistas. El gran producto que Aragón exporta es cultura, es arte, artistas, y lo que está pasando ahora en el audiovisual no es más que la cristalización de un talento oculto que ha estado ahí, como las lombrices de los terrarios que hacen el hueco en la tierra para que eso se oxigene, la tierra no se compacte y acabe aplastando la raíz; pues eso es lo que ha pasado. Lo que hace falta es que esa trayectoria continúe. 

Me hizo muchísima ilusión participar en ‘El último show’. La época dorada del audiovisual está por venir, todavía están los monstruos ahí, todavía lo nuevo no ha nacido del todo y todavía lo viejo no acaba de morir. Esta ciudad es un ecosistema muy complicado, pero tengo mucha ilusión por la gente joven, que algunos son los que nos están dando momentos de exaltación como ahora mismo Pilar Palomero, Javi Macipe, lo que está haciendo Paula Ortiz, no quiero reducirlo a ellos tres, pero es brutal, en una comunidad como esta. Yo trabajo mucho en Bilbao, que es una comunidad mucho más potente y con un concepto de lo propio mucho más desarrollado que el nuestro, un afán de intervenir y de proteger su fenómeno cultural que es indiscutible y que está plasmado en lo práctico, en la pasta, y mis colegas vascos me dicen: “pero por qué os queréis tan poco en Aragón si las cosas que vemos son de puta madre, pero no os queréis” y les digo que nos queremos mucho, pero que los que no nos quieren son los que podrían hacer esto más fácil, los políticos, los gestores, los funcionarios. 

Además de teatro con ‘Don Quijote’, ¿dónde te podremos ver ahora? 

Hay un proyecto muy bonito en el que llevo ya tres años con él, que es una versión de Macbeth de Shakespeare, he escrito una versión para cabaret y ese espectáculo debería haberse producido este año pasado en Madrid, pero por la pandemia no se pudo hacer, retrasamos el plan de producción y se va a hacer el año que viene. Estoy muerto de ilusión con ese trabajo porque llevo tres años peleando con él. 

En lo audiovisual, como soy un poco supersticioso, me vais a permitir que me calle. En cada una de las facetas en las que estoy intentando desarrollarme tengo proyectos estupendos, estoy ahora acabando mi segundo libro de poesía y estoy escribiendo un proyecto de serie de televisión a medias con Alberto Andrés Lacasta. 

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Javier Macipe vuelve a luchar por el Goya

Javier Macipe vuelve a luchar por el Goya

Tiempo de lectura: 5 minutos

Después de su primera vez con el cortometraje ‘Os meninos do río‘ (2016), Javier Macipe repite nominación a los Goya con ‘Gastos incluidos’, en una gala que se celebrará de manera telemática el sábado 6 de marzo. ¡Hay que reinventarse!

Venga chavales, que este año me llevo el cabezón sí o sí. Javier Macipe en el medio, Roberto Cabrera (izq) y Ramón Barea (dcha).

CLAÚSULA UNO: EL HABITANTE SE COMPROMETE A IGNORAR LA EXISTENCIA DEL OTRO

¿Firmaríais un contrato con esta cláusula? Sí. Imaginad, alquilas un piso, por el precio de uno compartido, pero sin tener que interactuar con la otra persona ¡un chollo! ¿no? «Se plantea un mundo distópico, pero en realidad es un futuro muy cercano que podría ocurrir mañana», explica el optimista director a Secuenciadas. Javier Macipe da ideas a la inmobiliarias y nos cuenta una historia en la que una empresa ofrece viviendas multidimensionales, en las que la gente firma una cláusula que le impide interactuar con su cohabitante, como si viviera cada uno en una dimensión diferente de ese piso. No descartamos que Matthew McConaughey haga una aparición interstellar.

Los dos protagonistas del corto viendo Eurovisión.

Javier Macipe coescribió este original guion junto al escritor y guionista salmantino David Manjón, una historia con la que querían denunciar el problema de la vivienda. Una escritura que el dire nos confiesa caótica, pero que les ha valido numerosas nominaciones y premios. «Lo primero que hicimos fue recoger anécdotas, cada uno por su lado, del entorno cercano para documentarnos» y así confiesa una de las más graciosas.

«Tenemos un amigo que convivió con una persona durante meses sin saber su nombre porque se lo había dicho al principio pero lo olvidó». El problema vino después: «tuvo que hacer un cuadrante de limpieza y no sabía que nombre poner, así que se arriesgó y se equivocó». Al director no le ha pasado nada de esa dimensión, pero reconoce: «sí que he vivido con gente de la que no sabía absolutamente nada. Al final te ves obligado a convivir con personas con la que no tienes ningún tipo de vínculo«.

CLÁUSULA DOS: SI HACES UN CORTO, ELIGE BIEN A LOS ACTORES

El cortometraje está narrado desde el punto de vista de Joaquín, que busca desesperadamente piso y se encuentra con esta situación tan extraña. El actor canario Roberto Cabrera interpreta a este personaje que tiene que ignorar a su no compañero de piso Ramón Barea, el otro.

«Para la elección del personaje de Joaquín hicimos un casting abierto y acabó siendo él, que yo ya lo conocía porque habíamos coincidido en una residencia juntos y es un actor buenísimo», recuerda Macipe. No sabemos si tuvieron mucho contacto en esa convivencia o si fue como los protagonistas del corto que nos ocupa. La elección de Ramón Barea la tenía clara porque «es un actor con una vis cómica tremenda pero sin estar encasillado en la comedia, hace gracia desde la seriedad» y es que no todas las convivencias son como ‘Friends’ en los 90 y ver a este actor en pantalla emociona a la vez que te ríes, es así de tragicómico. «La verdad que fue muy generoso y es una bellísima persona», asegura el director.

Javier Macipe jugando con Ramón Barea a piedra papel o tijera en un momento de descanso del rodaje.

La tercera en discordia es la pérfida mujer de la inmobiliaria que interpreta Nata Moreno. Nata es más conocida como directora y ganadora de un Goya por el docu ‘Ara Malikian, una vida entre las cuerdas’, pero aquí Macipe la sitúa delante de las cámaras: «tengo mucha cercanía con ella por el mundo aragonés y Amelia Hernández, mi socia (El pez amarillo), trabajó con ella en el docu y me apeteció proponerle volver a la actuación y lo hizo muy bien».

Nata Moreno poniéndole a Roberto Cabrera una canción de Ara Malikian en el móvil por cuarta vez.

CLAÚSULA TRES: SI ESTAMOS NOMINADOS LO CELEBRAMOS A MODO ZOOM

Parte del equipo y amigos varios, conectaron en una videollamada múltiple para recibir la gran noticia de la sensual voz de Ana Belén que leyó en directo los nominados mejor corto de ficción, Gastos incluidos. «Fue una alegría enorme», recuerda Macipe, y no se refiere a volver a ver a Ana Belén en el mundo del cine sino «una buena noticia en este tiempo que nos empuja a seguir». Y es que Javier Macipe y su equipo comenzaron a rodar la peli ‘La estrella azul’ en la capital aragonesa, pero debido al confinamiento el rodaje fue paralizado. Esperan volver a rodar a finales de este año en Argentina, pero todo está sujeto a las restricciones.

Premio a mejor corto en el Festival de Almería en corto, premio Simón del cine aragonés, mejor corto de ficción en el Festival de Fuentes de Ebro, premio de la prensa en el Festival de cine de Guadalajara y muchos más, pero esto de ganar premios, de estar nominado a los Goya ¿sirve para algo?  «Las productoras reciben tantas cosas, que al final necesitan algo que le des la seguridad de que ese tiempo que le van a dedicar les va a servir de algo». Y es que estar nominado a los Goya una vez puede ser suerte, pero estar dos ya es complicado y este realizador tiene estrella.

Javier Macipe operando la cámara él mismo para que no haya más gastos incluidos en el corto.

Este año los Goya se celebrarán en streaming, online o como queráis llamarlo, pero la verdad que va a ser una gala rara rara y nosotras no nos la queremos perder. Sobre todo este año que viene ¡muy aragonesa! con Pilar Palomero, Arantxa Ezquerro, Carlos Naya y el propio Javier Macipe.

Nuestro director, aún no sabe cómo ni con quién verá la gala, lo que sí que nos puede cotillear es que desde la Academia le han indicado que tiene que estar las tres horas que dura la gala o más frente a la pantalla del ordenador por si en algún momento quieren pincharle en plano. Aunque reconoce que a los cortometrajistas no es que les den mucho protagonismo, sería algo distópico Javier. Así que esperamos que Antonio Banderas y María Casado hagan una gala divertida que no duerma al personal en sus portátiles y que Antonio Resines no cante un rap.

Javier Macipe confiesa sus favoritas: la peli ‘Las niñas’ y el documental ‘El año del descubrimiento’. Nosotras ya tenemos cortometraje favorito, que Ramón Barea define como Black Mirror castizo, le copiamos la idea, así que os dejamos que queremos verlo otra vez en ‘Filmin’. Que sois más de Netflix y no tenéis suscripción a ‘Filmin’, no os preocupéis que Aragón TV emitirá el corto el viernes 5 de marzo a las 22:35 y le seguirá ‘La novia’ de Paula Ortiz ganadora de dos premios Goya. ¡A por el cabezón, Macipe y equipo!

¡Equipazo! en el rodaje que duró cinco días.

GASTOS INCLUIDOS

Productora:  EL PEZ AMARILLO S.L.

Producción:  AMELIA HERNÁNDEZ

Director:  JAVIER MACIPE

Guion:  JAVIER MACIPE Y DAVID MANJÓN

Fotografía:  ÁLVARO MEDINA

Dirección Artística:  VICTORIA PAZ

Sonido:  VÍCTOR PUERTAS

Montaje:  JAVIER MACIPE

Animación:  SERGIO DUCE

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Reseteando la pandemia

Reseteando la pandemia

Tiempo de lectura: 19 minutos
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Siete cineastas aragoneses y una pandemia mundial. Podría ser el inicio de una película taquillera, ¿verdad? Aragón TV lo tuvo muy claro y encargó a la directora Vicky Calavia que coordinara un largometraje en el que siete realizadores, siete caras muy conocidas del audiovisual aragonés, contaran al público su visión personal sobre el confinamiento, la pandemia y la nueva normalidad. 

Esta apuesta se ha convertido en la película ‘Reset’, en la que un hilo invisible une las historias de los muy grandes Pablo Aragüés, Alejandro Cortés, Ignacio Estaregui, Javier Macipe, Nata Moreno, Pilar Palomero y Gaizka Urresti. Un flechazo en los tiempos de la mascarilla y la distancia social; racismo en la época del covid; las andanzas de un titiritero que regresa a los escenarios; la importancia de vivir el presente; una compañía teatral que deberá decidir su futuro; cómo el distanciamiento ha afectado a las personas, especialmente a los mayores; y las vivencias de una familia saturada de compatibilizar teletrabajo y tele-estudiar. Os suena todo, ¿verdad? 

Y muchas sorpresas, con algunos directores que se atreven delante de las cámaras, cortos en blanco y negro, falsos docus, ficción. Un planazo atractivo desde el minuto uno que podremos ver este domingo, 11 de octubre, a partir de las 21:20 horas en Aragón TV, tras su preestreno este martes en los Cines Palafox de la capital aragonesa.  

Todo ello capitaneado por la directora Vicky Calavia que cuando recibió la llamada de Aragón TV se mostró “encantada” de coordinar este proyecto y de “poder ayudar de alguna manera” en esta peli. “Me ha gustado mucho hacer de agente cultural y que el público pueda ver todos los proyectos”, explica a Secuenciadas. 

“Estamos viviendo algo histórico y una nueva normalidad tan apabullante”, observa Calavia, destacando que este largometraje recupera la fórmula de ‘París, je t’aime’, convirtiéndose en una especie de ‘Aragón, je t’aime’ para hablar de lo que estamos viviendo en un año que, cuando termine, no pasará a estar entre nuestros cinco favoritos. Eso os lo aseguramos desde ya. 

Acompañándola en esta aventura encontramos también a Carlos Navarro, que se ha encargado del etalonaje final del largo, de darle un aspecto cinematográfico, pero manteniendo la esencia de cada corto, respetando la libertad que cada director tuvo a la hora de contar su historia. 

Pero, ¿de qué van los cortos y cómo han trabajado los realizadores? 

Pablo Aragüés – ‘Runners’ 

¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?

Es algo que nos propuso la propia televisión, me contó el proyecto y me pareció que era una cosa que estaba muy bien, era una muy buena idea contar una visión de la pandemia con un punto de vista aragonés y, sobre todo con un punto positivo, optimista, porque estábamos saturados de drama cotidiano. Nos dieron libertad para elegir qué contar y cómo contarlo y yo llevaba un tiempo queriendo hacer algo sin diálogos, de dos personas que se cruzan, se miran, pero no hablan. Quería contar la historia solo con imágenes y tan apenas diálogos

¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?

No, la verdad es que no. Durante la pandemia sí que he ido pensando cosas, trabajando en una serie que a ver si se puede desarrollar, pero es una cosa que nos ha pillado a todos tan de sopetón que no sabes tampoco como enfocarlo porque el problema es que a toro pasado es muy fácil contar las cosas, pero cuando no sabes cómo va a acabar tienes que tener mucho cuidado con qué contar y cómo contarlo.

¿Cuál es la historia de tu cortometraje?

Son dos runners que se cruzan todos los días en el Parque Grande de Zaragoza, un chico y una chica que van corriendo en tiempos de mantener la distancia social y de mascarillas. Se cruzan, pero no hablan y tan apenas se ven los ojos y es un poco cómo se relacionan dos personas así y si lograrán relacionarse más allá de las miradas y la distancia social o no.

¿Quiénes aparecen en el corto?

Los actores son Irene Ferrándiz y Rubén Martínez, hay alguna figuración, pero los protagonistas son ellos y llevan toda la historia. Como Aragón TV está detrás del proyecto tuvimos acceso al archivo universal de música y me pareció interesante poder contarlo con música clásica y que la música fuese también un personaje más. 

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Rubén Martínez e Irene Ferrándiz viven encuentros fortuitos en el Parque Grande de Zaragoza. Love is in the air.

¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?

-En el Parque Grande de Zaragoza, principalmente en el paseo de los Bearneses, y se rodó durante dos días y un par de mañanas más que estuvimos en el parque rodando a la gente cuando iba pronto a trabajar y a correr.

¿Cómo fue el rodaje?

Fue muy bien, es una pena porque queríamos haber metido algún vehículo en el parque para poder hacer algunos planos, pero no pudimos, no nos dejaron, pero nos apañamos. Tuneamos un cochecito de bicicletas del parque, lo apañamos para poder poner la cámara y demás y fue una experiencia curiosa, la verdad. Yo ya había rodado otras veces en el parque y en general siempre ha salido muy bien.

Yo operaba la cámara, lo llevo haciendo desde hace tiempo porque me permite estar un poco cerca del actor. En este caso, me parecía que aportaba mucho la manera de trabajar y también como los equipos ahora con lo del Covid tienen que ser pequeños, pues facilitaba el tema de que fuéramos pocos.

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Pablo Aragües improvisando un travelling out, graba al actor Rubén Martínez en su faceta de runner.

¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?

No lo he pensado, la verdad. Es una historia de comedia, con cierto punto de ironía. Es necesario normalizar estas cosas que hay en la nueva normalidad y verlas con un punto de humor, si ya es difícil relacionarnos de por sí de una manera normal, en un entorno normal, en esta nueva normalidad es más complicado, no te ves la cara, no te puedes acercar; creo que la clave está en eso, en darle un punto de comicidad.

Alejando Cortes – ‘La nueva normalidad’

¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?

Me llamaron para participar en el proyecto, me preguntaron si me gustaría dirigir un texto escrito por otra persona, en este caso Alex Rodrigo y me gusta mucho escribir para que dirijan otros y dirigir lo que escriben otros.

Alex y yo comenzamos a trabajar juntos con el intercambio de ideas iniciales: de qué queríamos hablar, qué temas nos interesaban y enseguida nos pusimos de acuerdo.

Alex empezó primero a mandarme sinopsis, luego la escaleta del guión y, conforme avanzábamos y corregíamos las versiones, encontramos un punto en común en el que yo me sentía súper cómodo para dirigir la historia. Los dos teníamos en mente hablar sobre los rebrotes de odio y de racismo como algo casi tan peligroso como los rebrotes de la enfermedad, de ahí partió todo. 

Teníamos la necesidad de contar también qué nos pasaba a nosotros que habíamos estado encerrados y sin poder trabajar en equipo y pensé que era el momento perfecto para este proyecto porque nos anima a hacer cine, que es un arte colectivo, y que es justamente lo que no habíamos podido hacer en casa. 

¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?

Tenía como ideas sueltas que no terminaban de tomar cuerpo porque la realidad evolucionaba tan rápido y cambiaba tanto, cada vez a peor, que muchas veces la realidad superaba las expectativas de la página en blanco. Lo que más me motivo a seguir adelante fue hablar sobre algo histórico como lo que nos está ocurriendo. Nos va a quedar algo chulo, diferente y cada punto de vista de las siete piezas será distinto e interesante, cada una en su estilo. 

¿Cuál es la historia de tu cortometraje?

Habla de un ambiente rural en una población imaginaria donde tiene lugar una infección de coronavirus dentro de un centro de menores extranjeros y de una niña que intenta huir en un contexto hostil. 

¿Quiénes aparecen en el corto?

Es un equipo casi todo aragonés, en el que hemos contado con tres personajes jóvenes, de los cuales los dos chicos son aragoneses (Luis Herbella y Hugo Grimalt), están Rubén Martínez, Laura Gómez-Lacueva, Salomé Jiménez y Habana Rubio, que interpreta a la niña extranjera. El resto son extras y figurantes también de la tierra. Además, Usha Jadhav, que fue premio nacional de cinematografía como mejor actriz en la India, colabora de manera especial. 

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La actriz Habana Rubio, en el corto, pasea por las calles de Fuentes de Ebro mientras se cruza con un perrete.

¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?

Se rodó en tres días en Zaragoza, Fuentes de Ebro y en otras localizaciones.

¿Cómo fue el rodaje?

Fue muy interesante porque aplicar los protocolos que se tienen que llevar a cabo en un rodaje por el Covid implica un 20 o 25 por ciento más de tiempo para cada toma y eso en una pieza como la nuestra que tiene tal cantidad de planos, llegamos a hacer 15 o 17 planos por día, es apurar muchísimo los tiempos. Intentamos hacer en las primeras tomas, con ensayos previos, el mejor resultado posible. Era como dirigir cuando hacía mis primeros cortos en 16 mm y en 35, como pensar que se te acababa la película, que tenías que hacerlo en las primeras tomas para poder llegar, como cuando el cine era analógico.

El equipo se redujo en lo posible, pero por la historia había un número de personas mínimo que tenía que estar, dirección, fotografía, sonido, producción, arte, vestuario, maquillaje y peluquería. Fue todo muy complejo y con el equipo indispensable para conseguir un resultado de calidad.

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Alejandro Cortés todo motivado en la vuelta a la nueva normalidad de un rodaje.

¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?

Creo que se van a sentir identificados, nuestra historia no va de buenos y malos, de blanco y negro, hay que darse cuenta de que no hacer nada implica ponerse del lado del intolerante, eso sí, y los personajes que aparecen en el corto son gente con la que te puedes identificar que puede tomar buenas o malas decisiones. Me parece que eso va a generar empatía, que a la gente le va a gustar mucho y creo que el ritmo de cómo lo contamos a la gente le va a enganchar. 

Ignacio Estaregui – ‘Astillas’

¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?

A principios de mayo, durante el confinamiento, nos llamó la televisión y nos presentó la propuesta a diferentes autores: participar en esa mirada sobre lo que estaba pasando, sobre el confinamiento y la nueva normalidad que se avecinaba de manera inmediata. Querían dejar una especie de legado, sobre cómo se vivió ese momento. Fui uno de los autores elegido y yo encantado, era un honor que me llamasen.  

Había que crear un corto de unos doce minutos, dando una visión, cada uno la suya personal, pero regida por un patrón de cierto optimismo y que reflejase la situación que se estaba viviendo. 

Yo estaba en mi casa escribiendo, no tenía un rodaje inminente, estaba moviendo otro corto y que me llamaran es un honor y una responsabilidad también. 

¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?

No, estaba escribiendo un largometraje que no tiene nada que ver y no pensaba hacer nada en concreto. Al principio me costaba un poco más centrarme y seguir escribiendo ese guión en el que estaba involucrado y cuando vi que otros artistas a nivel musical y audiovisual tomaban iniciativa de hablar sobre el tema yo no sentí esa necesidad, aunque en el momento en el que te llaman se genera y no hay quien la pare. 

El guión es mío, la historia es mía y viene un poco de la idea de contar que el momento en el que estábamos, recién terminado el confinamiento, era el de la incertidumbre de la vuelta de los espectáculos y de la cultura en general. Al mismo tiempo era conocedor del magnífico trabajo del actor y titiritero Javier Aranda, del que soy total fan, y vi la oportunidad de fusionarlo en esta historia que quería contar.

¿Cuál es la historia de tu cortometraje?

La historia sigue las andanzas de Javier, un titiritero que emprende una gira por pequeños pueblos durante la nueva normalidad. Él se enfrenta a los espectáculos de nuevo teniendo que llevar un gran vacío dentro que es el que le provoca la ausencia de un ser querido.

Fue curioso, porque preparando el personaje Javier tuvo como un ensayo general dado que actuó en la casa del circo justo antes de grabar el corto, el último fin de semana de junio. 

¿Quiénes aparecen en el corto?

Javier Aranda es el protagonista principal, es su historia, y se va encontrando en el corto con diferentes personajes: un guardia civil, el alcalde de un pueblo, la concejal de cultura, una espectadora. Todos son gente de Bujaraloz e interpretan a personajes muy próximos a ellos en la vida real. 

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Uno de los protagonistas de cartón del espectáculo ‘Parias’ de Javier Aranda que también tiene su propio papel en el corto ‘Astillas’.

¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?

Hemos rodado los exteriores de la furgoneta en Pedrola, pero después el grueso de la historia se desarrolla en la Comarca de Los Monegros, que es donde el personaje de Javier realiza esa gira por diferentes pueblos. Se rodó íntegramente en Bujaraloz, aunque se mencionan pueblos como La Almolda y Castejón. La asociación de cine y el Ayuntamiento de Bujaraloz se volcaron totalmente y a nivel logístico nos facilitó mucho las cosas rodar en una sola localización. Aparece el ayuntamiento, las plazas y calles del pueblo, el restaurante El Español. Fueron tres días de rodaje, sábado y domingo en Bujaraloz y al día siguiente, en rodaje nocturno, en Pedrola las tomas en las que Javier está con la furgoneta. 

¿Cómo fue el rodaje?

Fue un rodaje muy extraño, porque acabábamos de salir del confinamiento, la gente estaba como sin saber qué iba a pasar, con la incertidumbre de la propia situación en sí del rodaje, las mascarillas, el gel, mantener las distancias. Fue un buen rodaje porque fuimos un equipo muy pequeño, más de lo habitual, pero por pura precaución. En esos momentos una persona más en el equipo multiplicaba por cien las posibles conexiones y lo que hicimos es que fuera un equipo muy pequeñito, asumiendo a lo mejor más tareas de las que tocan. Tiene la parte positiva de que fue un rodaje muy llevadero, en el que estábamos muy compenetrados.  

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Equipazo del corto ‘Astillas’ con Javier Aranda en el centro e Ignacio Estaregui con calcetines azules de Zalando Moda.

¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?

Entiendo que la película se recibirá de una manera y a lo mejor los trabajos de los diferentes autores se pueden recibir de otra. Creo que el nuestro es un corto que al público le va a gustar mucho y tengo esa sensación por la propia historia y por la verdad que hay gracias al trabajo de Javier, él lleva el peso del corto en los hombros y creo que gustará mucho porque él está fantástico

Javier Macipe – ‘La tierra’

¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?

Es un orgullo que me lo propusieran y se dio la circunstancia de que la pandemia me dejó de repente sin trabajo, estaba rodando una película, La estrella azul y se tuvo que parar el tercer día de rodaje, con lo cual me vino genial porque pude trabajar en esta circunstancia en la que pensaba que iba a estar meses sin trabajar. También por el tema que nos toca a todos y me parece interesante mostrar mi visión particular del Covid. 

¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?

No, como estaba tan metido en otro proyecto, en mi película, toda la pandemia la pasé más bien con conversaciones para ver cuándo la podríamos retomar, adaptando todo, reorganizando. Me vino bien para sacarme de mi propio proyecto y poder tomar aire

¿Cuál es la historia de tu cortometraje?

Mi cortometraje habla de que la pandemia lo que nos ha hecho es, a muchos, replantearnos las prioridades en la vida, sobre todo el tener focalizada mucho la felicidad en el futuro y esto nos ha enseñado que todos los planes, todo lo que damos por hecho que se va a cumplir pues puede ocurrir algo como esto y caerse todo. Nos ha enseñado a vivir más el presente y a centrarnos en las cosas esenciales. 

Eso como concepto, en concreto lo que hicimos fue hacer un documental pasando varios días con Jaime González y Maribel Lardiés, que son dos músicos amigos míos que son un ejemplo de personas que antes de que llegara la pandemia ya tenían una vida centrada en lo esencial, una vida sabia, personas que viven mucho el presente.

¿Quiénes aparecen en el corto?

En el corto se incluye la metaficción y se nos ve a los técnicos, los que estamos detrás de las cámaras. Los protagonistas son Jaime González y Maribel Lardiés, aparecen Jaime Lapeña y Alicia Fernández y después los técnicos: Javier Macipe, el director de fotografía Álvaro Medina, Claudia Andrés y Amelia Hernández, de producción, y Adrián Barcelona.

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Jaime González, a la guitarra, formó parte del grupo Almagato junto al poeta y músico aragonés Mauricio Aznar (1964-2000).

¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?

Se ha rodado durante cinco días en casa de Jaime y Maribel y un poco en su barrio, en San Gregorio (Zaragoza), pero casi todo se centra en su rutina en su casa, porque pretendía mostrar en el corto cómo había sido su vida en el confinamiento, que en realidad es muy parecida a como es su vida normalmente. 

¿Cómo fue el rodaje?

El rodaje intentamos que fuera con el dispositivo mínimo e indispensable, por la situación del Covid, minimizamos el equipo, pero está justificado porque en el propio corto se habla de eso, decimos que preferimos rodar con más tiempo, en cinco días, disfrutarlo más. 

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Javier Macipe se atreve en ‘La Tierra’ con la guitarra y Jaime Lapeña le acompaña al violín, mientras esperan carne a la brasa.

¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?

Espero que de alguna manera pueda vivir con nosotros lo que fue pasar ese día con Jaime y Maribel. Lo que hemos intentado es un corto muy contemplativo, en el que hay escenas que respetan mucho el tiempo real, y que, de alguna forma, esa reflexión que hacemos de que vivir focalizados en el futuro nunca te lleva a ser feliz pueda calar en la gente.  

Nata Moreno – ‘El espacio vacío’

¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?

Cuando te llaman desde tu comunidad y te dicen que quieren apoyar a un sector al que uno pertenece, en el que cree y que además defiende para mi era prácticamente imposible decir no. Yo apoyo al sector y a Aragón, me siento muy aragonesa y de la tierra, me hacía especial ilusión y con Aragón TV tengo muy buena relación y me parecía que era preciosísimo generar un proyecto con muchos compañeros.

¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?

La verdad que no. Obviamente cuando estuve confinada me vinieron temas a la cabeza que tenían que ver con esto, porque hay un antes y un después a nivel histórico y uno piensa cómo a través del audiovisual se puede mostrar esta realidad, pero no tenía una idea muy clara. Estaba releyendo el texto de ‘La gaviota’, de Anton Chejov, y pensé que ese texto era muy actual con nuestra realidad y cuando me llamaron me pareció que era inspirador el texto de Chejov, de una compañía que vuelve a verse las caras tras estar encerrados cuatro meses. 

¿Cuál es la historia de tu cortometraje?

Es una compañía aragonesa que ha estado ensayando ‘La gaviota’ de Chejov, que no puede ahora estrenar porque ha habido una pandemia y nos han confinado a todos, han cerrado los teatros, lo que pasó a nivel real que ha pasado en muchas compañías de teatro, y después se juntan, cuando se puede volver a salir a la calle, para decidir si van a volver a actuar o van a matar el proyecto. Se cruza la realidad personal con la realidad de los personajes de ‘La gaviota’.  

¿Quiénes aparecen en el corto?

Laura Gómez-Lacueva, Carmen Barrantes, Jorge Usón y José Luis Esteban. Son compañeros de muchos años y era un proyecto que era un reto muy grande porque yo vivo en Madrid, no nos habíamos visto hacía meses y tenía que llegar y en el día, en una jornada, rodar con los actores sin ensayar. Necesitaba que nos conociéramos y que supiéramos todos de lo que estábamos hablando para poder hacerlo fácil y ellos son cuatro bestias y me lo pusieron facilísimo. Yo aparezco como parte de la compañía

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José Luis Esteban alucinando cuando le comunicaron que Marianico el Corto no estaba en el reparto de la compañía.

¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?

Solamente tengo una localización, he rodado en la sala Oasis (en Zaragoza), en una jornada.

¿Cómo fue el rodaje?

Fue maravilloso, fue una experiencia muy nueva, que yo quería probar, basada en la improvisación, con textos diferentes para cada uno, entre ellos no conocían los unos los textos de los otros y era un gran misterio para todos. Los iba a buscar ya con las cámaras, los microfonaba y ya grababa. Está planteado como un falso documental, pero también entramos dentro de la ficción.

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Nata Moreno explicando como sostuvo el Goya por ‘Ara Malikian: Una vida entre las cuerdas’, Laura Gómez-Lacueva, Jorge Usón y Carmen Barrantes ¡atentos!.

¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?

Nunca me lo planteo mucho, no me pongo una expectativa, yo quiero que lo disfruten, que les mueva algo en el corazón, que sientan algo bello, la parte que sea, la fotografía, la música, los textos; no tengo una expectativa muy clara, obviamente que todos queremos gustar. Lo hemos hecho con un equipo íntegramente aragonés, con unos actores fantásticos, hacemos un trabajo que nos chifla, con el que nos sentimos todos muy identificados y muy en la línea de lo que queremos contar, así que ahora dependerá del espectador.

Pilar Palomero – ‘A un metro y medio’ 

¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?

Me pareció un proyecto súper interesante por el hecho de que es el primer largo conjunto hecho en Aragón, por poder hacer una pieza en la que colaboremos directores que nos conocemos desde hace mucho, que hemos coincidido en festivales, y por hacerlo tras los meses de confinamiento y de falta de actividad. Era una propuesta bonita por el apoyo a la industria audiovisual por parte de Aragón TV; por trabajar con cineastas aragoneses y por retomar la actividad después del confinamiento y la historia que he propuesto me tocaba de cerca y me parecía que podía aportar algo al proyecto. 

¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?

La verdad que lo empece a reflexionar a raíz de la propuesta de la tele, había aprovechado en el confinamiento para escribir todo lo posible, pero de cara a un rodaje no me había planteado nada por lo incierto del momento. 

¿Cuál es la historia de tu cortometraje?

Sobre todo lo que quiero transmitir es la sensación que han vivido las familias de no poder reencontrarse durante este periodo de confinamiento y lo importante que es el contacto físico, sobre todo para las personas mayores. Abuelos y nietos no han podido verse y se necesitan mucho mutuamente, ese es el punto de partida.

¿Quiénes aparecen en el corto?

Son mi familia. Es un corto documental en el que mi madre es la protagonista, aparecen mis hermanos y sobrinos. He trabajado con ellos porque al ser un corto documental refleja la realidad que ha vivido mi madre y la necesidad que ha tenido de contacto físico de su familia. El confinamiento le ha producido ansiedad y depresión, lo ha pasado realmente mal y el corto es una manera de entenderla, de comprender algo que le ha pasado a mucha gente y de tratar de buscar la luz dentro de toda esa tristeza que ha producido el confinamiento a ella y a otras personas mayores. 

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La mama de Pilar Palomero prota total de ‘A un metro y medio’.

¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?

Se puede ver el Pilar desde el Puente de Hierro y varias calles de Zaragoza no tan reconocibles. Hemos grabado en casa de mi madre y varios días por el centro de Zaragoza. Estuvimos rodando una semana aproximadamente. Cuando grababa con mi madre, por protegerla y cuidarla, estábamos solamente la persona que me ha ayudado en todo y yo, manteniendo todos los protocolos de seguridad y grabamos menos horas al día, por lo que se extendió más en el tiempo. 

Con mi familia habíamos hecho ya alguna cosa, en los cortos ‘Horta’ (2017) y ‘Niño balcón’ (2009) aparecen como figurantes; siempre que he rodado han estado próximos y han participado de alguna manera, pero es la primera vez que protagonizan uno de los cortos. 

¿Cómo fue el rodaje?

Éramos un equipo reducido, tratando de cumplir las medidas de seguridad todo el tiempo porque trabajamos con niños, con mi sobrinos, y con una persona mayor, como mi madre. Fue muy familiar y con ilusión y ganas después de todo este tiempo de parón y a la vez difícil porque la situación es muy pesada y el shock de lo que todos hemos vivido estaba ahí, pero también muy bonito. Lo que ocurre en el corto ocurría de verdad, ese cariño entre mis familiares

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Pilar Palomero con vestido rayado dirigiendo a su propia familia y Carlos Naya en el sonido.

¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?

No lo he pensado mucho, me encantaría conseguir que la gente logre empatizar y producir alguna emoción en quien lo vea. 

Gaizka Urresti – ‘Sitiados’

¿Qué te animó a sumarte a este proyecto?

Primero que llevábamos muchos meses sin poder rodar en la circunstancia de la pandemia y era una oportunidad de salir y de intentar recuperar cierta normalidad. Luego, me parece muy bonito que sea un trabajo colectivo, siempre me han gustado este tipo de películas colectivas que tienen como escenario un sitio, como puede ser ‘París je t’aime’, y de hecho yo he fantaseado alguna vez con hacer en Zaragoza, si hubiera una financiación pública, entre varios directores historias sobre la ciudad. 

En este caso no es el tema, no era sobre la ciudad, pero sí que era un grupo de cineastas aragoneses sobre un tema y al final ahí está como obra colectiva y eso fue la máxima motivación, me parecía un proyecto bonito, una excusa para rodar e incluso para facturar también, para poder dar de comer a la máquina.

¿Ya habías pensado en hacer algo relacionado con la pandemia antes de esta propuesta?

No directamente, no tenía una idea muy clara, creo que estaba la idea germinando en la cabeza de lo que se podía contar, pero tampoco tenía yo mucho la cabeza para esto. Yo creo que ha sido el aliciente del encargo lo que me ha movido.

¿Cuál es la historia de tu cortometraje?

Con el telón de fondo del Covid, es la vivencia de una familia normal que tiene que convivir con el teletrabajo estando confinados y teniendo a un niño en casa que también está teleestudiando y los conflictos que ello genera. Aunque es dramático como lo hemos vivido muchos padres, lo he planteado como una comedia costumbrista, llevando las situaciones al exceso, estirándolas para llevarlas a la comicidad.

¿Quiénes aparecen en el corto?

Al ser una historia tan personal, que está ambientada en mi casa, con vivencias personales, pues me animé a poner a mi familia como protagonista. Mi mujer, mi hijo y yo somos los actores principales y luego se cuelan por internet otras historias, en algunas son personajes reales como mi madre y los problemas que tenía con la tecnología, y luego he cogido actores profesionales para hacer, por ejemplo, de una paciente de mi mujer, que es psicóloga, a Carmen Barrantes y como uno de los profesores de mi hijo, a Jorge Asín. Básicamente somos actores naturales, no somos profesionales, yo de hecho nunca había interpretado, además de dirigir. Es una autoficción.

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Jorge Asín interpretando a un profe entendiéndose con las nuevas tecnologías.

¿Dónde se ha rodado, en cuánto tiempo y qué localizaciones aparecen?

Se rodó en tres días, básicamente en mi casa, unos exteriores en Zaragoza, de madrugada y al amanecer que no había gente, y la escena final en la Plaza de los Sitios. Hubo planos recursos que se hicieron un cuarto día, pero lo que es con los actores en tres días. 

¿Cómo fue el rodaje?

Es complejo seguir la normativa de seguridad y la distancia social con un equipo de rodaje. Yo limité tanto por presupuesto como por seguridad el número de personas, fue un equipo reducido de un operador, un ayudante de cámara que se encargaba de las luces, un técnico de sonido, una directora de producción y un director de actores o coach, en total cinco personas, además de los actores.

Prescindimos de maquillaje, de peluquería, de dirección de arte, porque también la historia lo permitía, al ser nuestra propia casa ejercíamos también de maquillaje y vestuario, nos encargábamos de seguir el racord y de mover los muebles si era necesario. 

No había interpretado y es muy difícil estar encargándote de todo, de que el equipo esté preparado, dar acción y de repente ser tú el que tienes que empezar a decir las frases. Fue una experiencia muy interesante, pero no se si la repetiré porque es agotadora, si antes respetaba a los directores-actores ahora ya me parece que es dificilísimo estar siendo consciente de lo que estás haciendo y mirando a los demás estando tú en escena.

En cuanto a las interpretaciones, la mía creo que es correcta, me sabía el texto, lo había escrito yo, pero me quedé muy contento con la interpretación de mi mujer y de mi hijo. Estamos en general bastante bien y naturales.

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Mamá, ¿si un tren va a 180km por hora desde Bilbao…?, pregúntaselo a tu padre.

¿Qué recibimiento esperas por parte del espectador?

La comedia es un género puro, espero que la gente se ría con esta historia y que, de alguna forma, mucha gente se sienta identificada con esta vivencia que hemos tenido y que quedará como testimonio de lo que hemos vivido. Igual en diez o veinte años no nos acordamos y la gente que no lo vivió viendo el corto verá en parte esas situaciones emocionales, las noticias que había en la prensa, los balcones, la policía en la calle, las calles solitarias; eso quiero reflejar pensando en el futuro, en dejar un legado de todo eso.

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Y el premio Simón es para…

Y el premio Simón es para…

Tiempo de lectura: 6 minutos

Este año se han hecho esperar, debían celebrarse en mayo y el bicho lo impidió. Pero el coronavirus no sabe bien con quién se mete, porque al audiovisual aragonés no hay quien lo pare. Así, todos con ganas de fiesta y de reconocer el talento, este domingo 20 de septiembre se celebró la novena gala de los Premios Simón que concede la Academia del Cine Aragonés. Una ceremonia en la que brilló la actriz Luisa Gavasa, Simón de Honor por su trayectoria profesional. ¡¡Olé tú, maña!!

Luisa Gavasa, estrella aragonesa en la gala de los premios Simón 2020. Foto de Isabel Aparicio

A los mandos de la nave estuvo Alejandro Aísa, quien comenzó recordando a los profesionales sanitarios que combaten el COVID, a las administraciones que trabajan cada día para recuperar la normalidad y a todas las familias que lo están pasando mal. Desplegó durante la noche todo su buen hacer y talento, recordó las protestas del mundo del espectáculo y su Alerta Roja, citó los filmes de Luis Buñuel como si estuviera en la EGB hasta detenerse en Simón del Desierto y ofreció buenas dosis de humor en su guión. Alex, nosotras te contrataríamos para la próxima comedia de Nacho García Velilla, ¡ahí dejamos el poso! 

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Alejandro Aisa, con su chaqueta de alerta roja derrochando buen humor durante la entrega de premios. Foto de Lorenzo Izquierdo.

Otra sorpresa magnífica fue escuchar a Viky (Lafuente) and the wild, abriendo la gala con su potente voz y sus pies descalzos para iniciar una noche en la que hubo emoción, risas, y un momento Oscar: qué sería de una entrega de premios sin equivocación en los sobres de nominados. Ana Bruned supo con antelación que lograría su Simón en maquillaje y peluquería al mencionarse su nombre cuando era el turno de la tarjeta de vestuario, pero se lo tomó con humor y desparpajo. Fue un momentazo y nos alegramos millones por el premio a su trabajo en ‘Leonardo muere’

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Ana Bruned recogiendo entre risas el galardón por el maquillaje de ‘Leonardo Muere’. Foto de Lorenzo Izquierdo

“El cine es vida”, subrayó Luisa Gavasa en su discurso tras recibir el Simón de Honor 2020, para agradecer a la Academia del Cine Aragonés su esfuerzo por organizar este acto en tiempos difíciles para la cultura y el arte. Este premio, según dijo, “te obliga a mirar hacia atrás” aunque ella es más “de mirar hacia adelante”. «He llegado hasta aquí con una carrera profesional y nunca nadie me ha regalado nada, lo he hecho con trabajo y estoy muy orgullosa”, resaltó, indicando que, además, en ese trabajo no ha estado sola. 

Recordó entonces al director de teatro aragonés Mariano Cariñena, quien inculcó en Luisa Gavasa el amor por el teatro, pero también a su manager Alberto Bongiorno, que le ha llevado “de la mano” durante 25 años, convirtiéndose en su “hermano, confidente, complice, amigo y amor” y que “se ha ido de manera rápida y cruel”, dijo muy emocionada, para dedicarle este premio a su amigo porque “seguro que desde algún lugar del universo me sigue apoyando”. La Sala Mozart en pie dio a la actriz una sonora y merecida ovación.

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Luisa Gavasa alzando al aire su merecido premio Simón, el tercero, pero esta vez el de honor. Foto de Lorenzo Izquierdo

SELLO DE CALIDAD 

Por su parte el presidente de la ACA, Jesús Marco, consideró que “algo estaremos haciendo bien cuando están aquí los cuatro pilares que hacen que el cine aragonés suene cada vez más” y se descubra que en esta comunidad “hacemos un cine que merece el sello de denominación de origen”. 

Esos cuatro pilares, enumeró, son la cantera y el talento de los profesionales; las academias, institutos y escuelas que promueven la formación; las instituciones que “poco a poco se creen que en Aragón tenemos un gran talento y gente capaz de hacer lo que estamos haciendo”, como la directora Pilar Palomero que ha ganado la Biznaga en Málaga con su primera película; y, por último, las empresas que han comprobado que “invertir en cine es invertir en riqueza”. Apostó por trabajar todos unidos y finalizó su discurso citando a Calderón de la Barca. ¡Qué tiemblen en los Nobel!

PREMIADOS 

Y una gala de entrega de premios no es nada sin sus premiados, así que vamos al lío. El mejor largometraje este año es ‘Planeta 5000’, del director Carlos Val y producido por José Ángel Delgado, película que también ganó el premio a mejor sonido para Vicente Bordonaba y Steve Miller. Ya sabéis lo que dice la peli: unos quieren entrar y otros salir, pero está claro que en los Simón todos nos quedamos a vivir en este planeta.

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José Ángel Delgado, productor y Carlos Val, director, disfrutando del premio Simón a mejor largo por ‘Planeta 5000’. Foto de Lorenzo Izquierdo

Como mejor documental encontramos ‘Aute Retrato’, el trabajo de Gaizka Urresti sobre Luis Eduardo Aute; mientras que el mejor corto de los Simón 2020 es ‘Gastos incluidos’, de Javier Macipe. Como mejor directora, la reivindicativa Nata Moreno por su trabajo detrás de las cámaras en ‘Una vida entre las cuerdas’

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Nata Moreno, felicísima, con su premio SImón a mejor dirección. Foto de Lorenzo Izquierdo

Carla Pérez de Albéniz se llevó el Simón a mejor dirección de producción por la peli ‘Mientras dure la guerra’, de Alejandro Amenábar; Javier Macipe repitió en el escenario al recoger el galardón a mejor guión por ‘Gastos incluidos’; Carmen Barrantes ganó en la categoría de mejor actriz por ‘Cardelinas’ y Alfonso Desentre logró su estatuilla como mejor actor por ‘Intimidad’

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Alfonso Desentre saltó al escenario a agarrar su premio Simón a mejor actor. Foto de Lorenzo Izquierdo

La mejor fotografía fue para los dos cracks Beltrán García Valiente y Adrián Barcelona por el docu ‘The rise of de synths’, un trabajo que también consiguió el premio a mejor montaje, para Iván Castell, su director . ¡Arriba esos sintetizadores!

La mejor banda sonora original se la llevó La Ronda de Boltaña por el corto ‘Mermelada de moras’; el Simón a mejor dirección artística fue para el gran Pablo Lagartos por ‘Leonardo muere’, un corto que, como ya os hemos avanzado, también consiguió el reconocimiento a maquillaje y peluquería, para nuestra (la de todos) querida @Abrumada, y el galardón de vestuario, para Ana Sanasgustín

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Pablo Largatos con chaleco de Emidio Tuzzi sostiene su Simón a mejor dirección artística por ‘Leonardo muere’. Foto de Lorenzo Izquierdo

El Simón a mejores efectos especiales fue para Juan Remacha por su labor en ‘Ofra & Khalil’ y en la categoría de mejor obra por su contribución social arrasó ‘Esta no soy yo. Autorretrato de una anoréxica’, de Mónica Callejo, quien emocionó al público al recoger este premio y desear que esta dura experiencia personal pueda servir de ayuda a personas que están pasando por lo mismo. ¡Brava Mónica!

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Una emocionada Mónica Callejo, directora de ‘Esta no soy yo’, sostiene su premio a mejor obra por su contribución social. Foto de Isabel Aparicio.

En un año complicado, los Simón han podido realizar de nuevo con éxito su travesía por el desierto. Enhorabuena a la organización de la gala por esta noche emocionante y de reencuentros para el audiovisual aragonés. Nosotras ya estamos esperando con ansia viva la próxima edición… 

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