Eugenio Monesma, Simón de Honor 2022

Eugenio Monesma, Simón de Honor 2022

Tiempo de lectura: 7 minutos

Especializado en el documental etnográfico desde 1979, Eugenio Monesma continúa, cámara en mano, mostrando los oficios perdidos, fiestas, tradiciones, leyendas, la gastronomía tradicional y las costumbres y rituales de nuestra historia. Tiene un archivo de los más importantes de España, con más de tres mil documentales etnográficos y compite con ‘Cuéntame cómo paso’ con uno de los programas más longevos de la televisión ‘Fogones tradicionales’, de Canal Cocina, que lleva 22 temporadas. Lo suyo fue amor a primera vista, desde que se fue de trashumancia con un pastor con solo 18 años y comenzó a grabar con una Super 8 para el Instituto Aragonés de Antropología. Charlamos con Eugenio Monesma, para que nos haga una breve sinopsis de todas las temporadas de su vida profesional.

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Eugenio Monesma, previusly…

¿Cómo recibes el premio Simón de honor de este año de los Premios Simón del Cine Aragonés?

Con una gran satisfacción, llevando más de 40 años en la producción audiovisual, es un honor para mí que los profesionales, entre los que también hay bastante joven, hayan pensado en mí para darme este premio. Lo recibiré con mucha alegría y muy contento.

¿Cómo empezaste en el mundo audiovisual?

Empecé en el año 79 realizando varios cortos vinculados a temas pacifistas, antibelicistas… Algunos de ellos eran cortos de animación como fue ‘Jaque de Reyes’ (1980) que era sobre un tablero de ajedrez. Daba a entender cómo se organizaban las guerras y sus consecuencias. Cómo morían todos los peones y los reyes celebraban la fiesta sobre la sangre de los peones. Ese documental a mí me dio bastantes premios y seguí haciendo algunos de esa temática y también con animación, con dibujos animados o muñecos de plastilina.

En el año 81 me vinculé al Instituto Aragonés de Antropología, con Ángel Gari y Manuel Benito, y ya surgió la necesidad de recoger todas aquellas tradiciones, viejos oficios, rituales, que se estaban perdiendo. Empecé a hacer documentales en Super 8, sobre herreros, carboneros, alfareros, aquellos oficios que en ese momento se estaban perdiendo. Hasta el año 83 que hice la peli de ‘Navateros’, que fue la que me abrió todo un mundo de posibilidades dentro de lo que era el cine etnográfico en España.

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Monesma, temporada 31, grabando ‘Maderas en el Pirineo’ (2010), estrenado en Espiello, fuera de concurso

¿Por qué has centrado tu trabajo en el documental etnográfico? 

Tenía bastante vocación por el tema de nuestros pueblos y las raíces populares. Ya con 18 años me fui con un pastor a la Sierra de Guara, justo en las fiestas de San Lorenzo de Huesca, a pasar una semana y a conocer el mundo pastoril. Cuando me meto en el Instituto veo que se estaban perdiendo muchos oficios y algunos rituales. Principalmente los oficios, me interesaban todos los oficios o que estaban a punto de desaparecer o que habían desaparecido ya. En el caso de que hubieran desaparecido, me ponía en contacto con la gente que había practicado ese oficio, por ejemplo en San Juan de Plan el cáñamo o Hilario Artigas con una carbonera o una calera etc. Les proponía conseguir la financiación para que ellos pudieran cultivar, por ejemplo, un campo de cáñamo y hacer todo el proceso, desde la siembra, hasta convertir esas fibras en unos tejidos. Eso era lo que en un principio me motivaba bastante, esto es como el que se colecciona cerámicas, monedas… este oficio me falta, pues hay que conseguirlo. Ahora creo que tengo más de mil oficios recogidos por toda España.

¿Alguna vez te ha tentado dirigir ficción?

No no, nunca. Bueno, hice un corto en el año 82 que lo titulé ‘Caputelos y Montescos’. Formaba parte del grupo de teatro la Tartana de aquí de Huesca y con los compañeros de la Tartana, los amigos del Instituto Ramón y Cajal y algunos otros amigos montamos ahí una parodia muy extraña, pero nunca me ha apetecido dirigir ficción.

Has realizado más de 3.200 documentales, que es una pasada. ¿Si tuvieras que nombrarnos tres trabajos cuáles serían y qué destacarías de ellos?

Una historia muy bonita es que estábamos grabando con el equipo en Quintanal de la Sierra en Burgos y una tarde que no teníamos nada que hacer nos dicen, pues aquí en el pueblo hay un taller de carretería que está idéntico, como si lo hubieran dejado de trabajar esta tarde. Fuimos a verlo y nos dijeron “si quieres os hacemos un carro” y les dije “con que me hagan una rueda vale, porque es un trabajo doble de carpintero y herrero y con mucha precisión”. Hicieron la rueda, le mandamos el vídeo para que lo vieran y se quedaron tan contentos que dijeron “venga, vamos a hacer el carro entero”.

Ahora recientemente he estado acabando el guion de un documental que estoy haciendo con el Gobierno de Navarra, ‘Contrabando y evasión en el Pirineo navarro’, en el que he recogido testimonios de contrabandistas de los valles de Salazar y Aezkoa . Contrabandistas que estuvieron hasta hace 18 años y también sobre la evasión de los judíos en Francia cuando la Segunda Guerra Mundial o los maquis después, en la lucha y la resistencia contra Franco. Eran los que pasaban a todas estas gentes mediante redes de paso que ya tenían formadas, clandestinas, para evadir tanto para un lado como para otro.

He hecho varias cabañeras, pero la última fue hace dos años, que bajé andando con los ganaderos desde el Pirineo navarro hasta las Bárdenas, durante 8 días. Fruto de esa convivencia con los pastores, hice un documental de 90 minutos bastante interesante y que lo tengo subido en el canal de YouTube.

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Eugenio Monesma, con 18 años, cambia el Tubo de Huesca por una ruta pastoril

En 2020, creaste un canal de YouTube en el que empezaste a subir tus documentales y con él, has alcanzado más de 625.000 suscriptores y más de 165 millones de visualizaciones. ¿Por qué crees que ha tenido tanto éxito?

Lo manejan más mis hijos porque yo estas cosas tecnológicas me desbordan. Es curioso porque cuando lo pusimos, yo no pensaba que le fuera a interesar a tanta gente y pensaba que el público sería gente mayor, sin embargo lo que nos está sorprendiendo es que la franja de edad ronda entre los 25 y los 40 años, la mayoría es gente joven. Por la mañana contesto a todos los comentarios porque para mí es una satisfacción que todavía la gente aprecie estos valores de los campesinos.

Llevas más de 40 años haciendo cine. ¿Cómo has vivido la evolución tecnológica a la hora de grabar, editar, capturar sonido… ?

Es que estamos hablando del año 79 que empecé a grabar en Super 8, la calidad era bastante regular, mala. Luego grabé cinco documentales etnográficos en 16 mm que los vendí a Televisión Española y era la calidad mínima que exigían.

Luego ya pasé al Umatic, que había que ir dos personas, una llevaba la mochila con la grabadora y otra con la cámara al hombro, con eso hice mi primera trashumancia. Comparado con ahora que puedes ir perfectamente con una cámara pequeñísima y que no pesa, con muy pocas baterías y con unas memorias que te caben a lo mejor 4 o 5 horas. Antes una tarjeta te duraba 20 minutos, las baterías pesaban un montón y había que pensar en que había que cargar las baterías.

Luego ya la Betacam SP, que era ya más manejable y luego ya a lo digital, a la cámara digital, con memoria, sin cita y eso es una maravilla. Luego tengo una serie en canal cocina, que llevo 22 años con ella y la grabó yo toda, recorro los pueblos de España, está ya todo preparado, pero yo me ilumino, yo tomo el sonido, yo grabo, voy solo, no llevo a nadie.

Así que ¿también te pones detrás de la cámara? 

Además es que disfruto. Hubo unos años entre finales de los 90 hasta el 2010 que prácticamente no tocaba la cámara para nada, porque estaba dirigiendo tres equipo de producción, grabando por toda España, tres mesas de edición, tres ayudantes elaborando los guiones y demás. Éramos un equipo de 20 personas y yo tenía que estar dedicándome a eso. Ahora estoy disfrutando porque me cojo la cámara y me voy a grabar.

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Eugenio Monesma editando con Betacam ¡Viva lo analógico!

Del audiovisual aragonés, ¿a quién sigue Eugenio Monesma?

No veo la tele casi, porque mi mundo va sobre el tema de investigación de piedras rituales y piedras funcionales, hoy mismo he estado en el monte viendo piedras rituales que estoy estudiando. Ya prácticamente me desvinculo hace tiempo del mundo audiovisual, no he seguido a nadie en particular. Se que hay gente muy buena, pero no veo prácticamente televisión ni cine. Veo un poco el informativo y luego me pongo a leer porque normalmente llevo varios temas en marcha.

¿Cuáles son tus próximos proyectos? 

Ahora mismo estoy terminando el documental ‘Contrabando y evasión en el Pirineo Navarro’, que lo estrenarán en la Filmoteca de Pamplona en septiembre u octubre. He comenzado a grabar el del Bocal de Tudela, la casa de compuertas y todo el poblado que hubo allí en Torlo y el palacio que construyó Carlos V donde arranca el Canal Imperial de Aragón. Y por supuesto los ‘Fogones Tradicionales’ de Canal Cocina. Ahora he estado 15 días por toda la parte de Andalucía, Extremadura y Zamora grabando 18 capítulos y luego en septiembre tengo que ir a grabar a Elche y Galicia. Es el programa más longevo que hay de cocina en una misma cadena.

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Eugenio Monema celebrando la navidad con uno de sus programas favoritos, ‘Fogones tradicionales’ de Canal Cocina

Para conocer algunos de sus trabajos podéis visitar su canal de YouTube. Si sois más exigentes y os gusta disfrutar del cine en pantalla grande, acercaros a la Filmoteca de Zaragoza el 17 y 23 de junio, donde se proyectarán a las 20:00 horas sus docus ‘Homenaje a Hilario Artigas y su familia’ y ‘La cañada de los Roncaleses’. El 25 de junio recogerá el Simón de Honor de los Premios Simón del Cine aragonés en su ciudad natal, Huesca, en el Palacio de Congresos.

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Y el Simón de Honor es para…

Y el Simón de Honor es para…

Tiempo de lectura: 7 minutos

La décima edición de los Premios Simón del Cine Aragonés está a punto de celebrarse y en Secuenciadas estamos living pensando ya en la gala, que este año se traslada a Andorra, para convertirla en una localidad de cine. A la emoción del viaje hacia el corazón turolense, sumamos los nervios de los nominados y la felicidad del Premio Simón de Honor que este año es para el cineasta zaragozano Pedro Aguaviva (1942). 

Proyeccionista en sus inicios, el realizador siempre ha estado vinculado al cine, un oficio del que, según reconoce, “no te retiras nunca, pues forma parte de tu propia vida”. Gracias a la concesión por parte de la Academia del Cine Aragonés de este reconocimiento, podremos disfrutar de su filmografía en la Filmoteca de Zaragoza el próximo 17 de junio, a partir de las 18.00 horas, en una sesión especial en la que se proyectarán ‘Las cuevas del flaco’, ‘Esencias de Nada’, ‘Me voy a Nueva York’, ‘Farsantes’ y ‘Reciclando basura’. Pero antes os invitamos a conocerlo a través de esta entrevista que ha concedido a Secuenciadas. 

¿Dónde naciste y dónde has vivido?

Soy zaragozano, nacido en la plaza de la Magdalena, en aquel entonces un bello rincón enmarcado por la antigua universidad.

¿Cómo empezó tu amor por el cine?

Probablemente influyó el que mi padre, a los seis años, me comprara un pequeño proyector de cine de 35 mm a manivela con películas de Tom Mix y el gato Félix, y así me acostumbré a ver películas de celuloide por casa desde pequeño.

¿Recuerdas la primera vez que fuiste al cine?

Sí, era una película de dibujos animados: ‘Garbancito de la mancha’, que Arturo Moreno realizó en 1945. Después vendrían ‘El Capitán Blood’, ‘Robin de los Bosques’, y otras.

Pedro Aguaviva, cámara en trípode, en el rodaje de ‘Esencias de Nada’ (1995) (Fotos: Pedro Aguaviva)

Tu contacto profesional con el cine fue trabajando como proyeccionista ¿qué nos puedes contar de aquellos años y en qué cines proyectaste?

Comencé en La Salle donde me enseñó el oficio un operador de cinematógrafo ya retirado. Más tarde, y tras obtener el carnet necesario, estuve en los cines Dux, Pax y Mola, en este último ya como jefe de cabina.

En una época en la que era difícil acceder a cursos o talleres de cine, ¿cómo te formaste para realizar tus propias películas? ¿En qué directores te fijabas?

La única forma de aprender era viendo cine y tratar de emular a los grandes maestros. Tenía la ventaja de que si una secuencia me interesaba podía verla varias veces hasta descifrar las claves del lenguaje cinematográfico. Scorsese y Truffaut estaban entre mis directores preferidos.

El cineclub Gandaya, del que formé parte junto con Alberto Sánchez, fue otra fuente importante en la que beber, pues se programaban películas que no era fácil de ver en las salas comerciales.

Perteneciste al grupo Sefilma, de la Agrupación Artística Aragonesa. ¿De qué trataba este grupo y qué significó en tu carrera?

En los años 80 pertenecía a la Tertulia Aragonesa del Café Levante y allí aparecieron miembros de la Agrupación Artística Aragonesa con la idea de formar un grupo de cine en su sede, y poco a poco me integré en lo que se llamó SEFILMA (Sección Filmográfica Audiovisual de la Agrupación Artística).

El grupo Sefilma lo crearon en 1989 Enrique Susín, Patxi García, Chema Novoa, y otros jóvenes cinéfilos de la Agrupación Artística. Este colectivo, además de la producción de cortometrajes, organizaba cursos de formación en el lenguaje audiovisual y concursos de guiones. Más tarde comenzó a organizar las primeras muestras de cine independiente, que personalmente impulsé como coordinador y que fueron preámbulo de lo que hoy es el Festival Ciudad de Zaragoza (FCZ).

Tertulia cinematográfica en el Café Levante (1989)

También teníais un fanzine que se llamaba ‘Secuencias’, ¿en qué consistía?

‘Secuencias’ se inició en la tertulia del Levante y continuó en la Agrupación Artística donde siguió publicándose hasta su desaparición en 1995. Era reflejo de los rodajes que se realizaban y una forma de darnos a conocer en el ámbito cultural del cine independiente.

Tu primera realización fue ‘Este férreo mundo’ (1976). ¿Cómo surgió este proyecto?

En los años 70, el medio ambiente no preocupaba demasiado, solo algunas voces de alcance limitado se dejaban oír. El documental ‘Este férreo Mundo’, en 8 mm y 15 minutos de duración, plantea los problemas de la contaminación industrial. Le dieron el Gran Premio en el Festival Internacional de Zaragoza, que en 1976 organizó el cineclub Saracosta.

«Siempre me ha gustado crear desde el principio, desde el germen de la historia»

El 17 de Junio programan en la Filmoteca de Zaragoza varios de tus trabajos. A modo resumen, ¿qué nos puedes contar de estas obras?

Excepto ‘Las Cuevas del Flaco’, que el guión es de Javier Peña, en todas las demás el guión ha sido mío. Siempre me ha gustado crear desde el principio, desde la propia germinación de la historia y trabajar en aquellos temas que me interesaban, ha sido mi pequeña parcela de libertad donde he elegido lo que quería hacer hasta donde he podido. ‘Las cuevas del Flaco‘ (1988) está realizada en súper 8 mm. En ella, la labor de Javier Peña como actor y guionista es muy destacable y fue premiada en Pau (Francia) y en el VII Festival Internacional de Teruel, que se celebró en 1988.

‘Esencias de Nada’ (1995) supuso la transición del pase de la película analógica al vídeo. Es una obra muy divertida donde se enfrentan una desenfadada ama de llaves (Luz Gabás) y un estirado político (Alberto Sánchez). Se rodó en la torre de Santa Engracia, una señorial mansión que el Ayuntamiento de Zaragoza nos cedió en Movera. 

Por su parte, ‘Me voy a Nueva York’ (1998) es la historia de un fracasado pintor de artes plásticas que decide ir a Nueva York en busca de nuevas oportunidades. En esta obra participaron un gran número de socios de la Agrupación Artística, marcando una interesante impronta del ambiente que entonces se vivía en esta entidad. ‘Farsantes’ (2000) es un trabajo del que estoy muy satisfecho, tanto en la realización como en el guión. El mundo del teatro siempre me ha atraído bastante, y aquí cuento en tono de comedia los apuros de un pequeño grupo de teatro para estrenar una obra. Se rodó en el salón de actos del Colegio Mayor Cerbuna y tuvo un interesante recorrido por varios festivales, incluido el de Huesca.

Por último, ‘Reciclando Basura’ (2002) es una comedia de humor negro, de producción y guión propios. Es la obra de ficción de la que estoy más  satisfecho. Es la historia de dos mujeres que se confabulan para castigar a un maltratador. Pilar Aguirre, Jesús Pola y Teresa Lario forman un trío fuera de lo común. La labor de José Manuel Fandos como director de fotografía es muy destacable, como también el magnífico cartel de Oscar Sanmartín.

Una escena de ‘Las Cuevas del Flaco’ (1988)

¿Qué te parece que tus trabajos se vayan a volver a ver en una sala de cine? En tu época de proyeccionista ¿existía la Filmoteca de Zaragoza?

Es una gran satisfacción que se vuelvan a proyectar mis trabajos, siempre es agradable que se acuerden de uno de vez en cuando. Cuando se crea la Filmoteca en 1981, profesionalmente ya no trabajo en el medio de la exhibición, me muevo en el campo de la mecánica-electrónica. Es en mi tiempo libre cuando me dedico a la realización de cortometrajes.

«El humor es fundamental para entender la vida»

En tus trabajos utilizas bastante el humor negro

El humor me parece fundamental para entender un poco la vida. Siempre me ha gustado el humor sutil, un tanto sarcástico y rayano en el absurdo, no me gusta el humor de carcajada. Los humanos vivimos nuestras pequeñas tragedias, que muchas veces son ficticias, inventadas, creando nuestra propia película, y ahí es donde me gusta moverme, en ese filo cercano al ridículo donde no somos conscientes por donde nos movemos. 

¿Cuál ha sido tu último trabajo audiovisual? ¿Vamos a poder ver algo tuyo próximamente o que esté relacionado con el mundo audiovisual?

En YouTube tengo una parte importante de mis trabajos, entrando como Pedro Aguaviva aparecen fácilmente,  ficción, documentales, reportajes,. A señalar un documental de carácter ferroviario, ‘El Ferrocarril del Puerto de Pajares’, realizado en 2006, de 50 minutos de duración, y otro sobre las grullas, ‘Laguna de Gallocanta Paraíso de las Grullas’. Ahora estoy trabajando sobre un hecho muy significativo de la Guerra de la Independencia en Zaragoza, ‘La Batalla de las Eras’, sucedida el primer día del primer sitio, y que habría de significar mucho en todo lo que sucedió después.

¿Sigues el audiovisual aragonés? ¿Qué opinión te merece?

La creación de la Academia de Cineastas Aragoneses ha supuesto un paso muy importante en el resurgir del cine en Aragón. Han sido los propios cineastas quienes, agrupándose, han conseguido hacer saber a las instituciones de nuestra existencia, instituciones que no sabían muy bien qué hacer con el cine en Aragón. Los cineastas han puesto en valor sus trabajos sin necesidad de agradecérselo a nadie, demostrando de lo que somos capaces cuando nos proponemos algo. Solo hay que asistir a las galas de la Academia para ver la evolución que año tras año muestran las producciones, con unos niveles que están a la altura de cualquier otro lugar.


Una compañía de teatro en apuros en ‘Farsantes’ (2000)

En una época en la que, desgraciadamente, están desapareciendo los cines, ¿cómo consumes tú cine? ¿Te sigues desplazando a las salas o eres fan de alguna plataforma?

Vivimos una época donde las opciones son diversas e interesantes y hay que saber aprovecharlas, creo que no está reñido ir a una sala con los últimos adelantos técnicos, con visionar cine clásico en casa. En cuanto a las series, creo que hay tratarlas con medida y sin adicción.

¿Cómo recibiste la noticia de ser el Simón de Honor de este año?

Al principio con sorpresa e incredulidad, después te vas haciendo a la idea y al final aceptas. ¿Por qué no? 

Fuiste uno de los socios fundadores de la Asamblea de Cineastas Aragoneses, actual Academia de Cine Aragonés. ¿Cómo recuerdas esa época? ¿En qué año fue y quiénes estabais? ¿Aún eres socio?

Desde aquella asamblea fundacional en 1999 ha pasado más de veinte años y, según su manifiesto, fue creada para reivindicar y difundir el audiovisual aragonés. Los nombres de sus fundadores siguen estando en la palestra: José Ángel Delgado, Jorge Nebra, Ana Esteban, Jorge Blas, Pablo Aragüés y muchos otros. Creo que en su pervivencia se mantiene la ilusión y el mismo espíritu apasionante e inspirador que teníamos cuando se fundó. Desde luego que sigo siendo socio y lo voy a seguir siendo. Siempre he pensado que en este oficio no te retiras nunca pues forma parte de tu propia vida, y hay que morir con las botas puestas, no queda otra

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«Actuar es el oficio más bello, ser otras sin dejar de ser tú»

«Actuar es el oficio más bello, ser otras sin dejar de ser tú»

Tiempo de lectura: 12 minutos
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Divertida, inteligente, fuerte, generosa, emotiva, paciente y libre. Estos, y otros muchos rasgos, transmite Luisa Gavasa a quien tiene la fortuna de pasar un rato junto a ella para conocer su historia y su trayectoria. Multipremiada, y bien merecidamente, lleva a Aragón y a su Zaragoza natal en el alma y expresa su amor hacia esta tierra siempre que puede. 

Aunque estudió filología, siempre quiso ser actriz y desde muy joven comenzó a trabajar de manera profesional en un oficio que considera a veces “duro y cruel”, pero que es para ella el trabajo “más bello”, ya que le permite ser otras, sin dejar de ser ella misma. 

Reivindica Aragón como tierra de cine y se felicita de que cada vez más mujeres lleven una cámara al hombro y pasen a realizar largos, cortos, series y documentales. “Ya era hora de que nos tomaran en serio”, recalca.

Vamos con el ‘Secuenciando a… Luisa Gavasa’

Luisa, has recibido este año el Simón de Honor de la Academia del Cine Aragonés, ¿qué sientes al recibir este premio de tus compañeros?

Aunque parezca una redundancia, siento honor, que es una palabra muy bonita porque se usa poco, el honor, así que estoy muy agradecida. No es el primero que tengo, tengo dos, por actriz por las películas de Paula Ortiz, ‘De tu ventana a la mía’ y ‘La novia’, y siempre estoy recibiendo premios de mi ciudad y este es muy importante porque es el premio de la Academia aragonesa y es un honor. 

No es el primer premio que recibes de la ACA ni la primera vez que te sientes reconocida en tu ciudad, también has sido pregonera y has podido sentir en otros momentos plenamente el cariño de los tuyos 

Sí, yo creo que no hay una actriz aragonesa, y lo digo no desde la vanidad, sino desde la certeza, con más premios en Aragón, me han dado premios en todos los festivales de Aragón y yo creo que de las tres provincias, soy Hija Predilecta, que es otro honor, he sido pregonera y también he dado las campanadas, que ahora pienso que para darle la bienvenida a un año tan tremendo si lo se me quedo en mi casa, pero bueno en ese momento no podía prever la que se nos venía encima. Soy profeta en mi tierra, pero es verdad que ya no son los reconocimientos oficiales, que está muy bien, lo que me gusta es la calle y se cómo me tratan, cómo me quieren y cómo me regalan y me abrazan y eso no hay premio que lo equipare. 

¿Cómo fue tu infancia y tu vida en Zaragoza?

La Luisa de la infancia era una niña profundamente feliz, vinculadísima a mi único hermano, vivíamos en una casa en el paseo de Echegaray, en una casa con entrada de carruajes, enorme, con un patio dentro donde jugábamos. Mi abuelo tenía un conserje que tenía un nieto y estábamos Joaquinito, mi hermano y yo, los tres que éramos como la pandilla. He sido una niña muy feliz, muy querida y muy deseada; primera hija, primera nieta, primera sobrina, en un entorno socioeconómico bueno, con lo cual afortunadamente no se lo que es privarme de no poder acceder a algo o no poder estudiar lo que quería.

La vida ha sido generosísima conmigo desde el minuto cero, desde que me da un lugar de nacimiento en el que hay una librería y una biblioteca donde puedo acceder a todo, nadie me dice este libro no se lee o tienes que hacer esto. Tuve un padre que venía de la República y que me enseñó a amar la paz y la justicia por encima de todas las cosas, una madre universitaria, culta y deportista que me enseñó a ser libre y a que una mujer era libre cuando se mantenía por ella misma, que me habló de amor y de sexo, de cuando un hijo se quiere tener y cuando no se quiere tener.

Todo ha sido una consecución, más la suerte añadida de vivir con unos abuelos, como mi hermano y yo éramos chico y chica, para mi abuela y mi madre mi hermano era el favorito y para mi padre y mi abuelo yo era el ojito derecho. Era una casa muy abierta, mis padres era gente que le gustaba que los amigos vinieran, en mi casa nunca se ha hecho distinción ni por sexualidad, ni por color, ni por nada. Todo el mundo era recibido y esos valores te marcan para toda la vida, te dan una seguridad y cuando dije que quería ser actriz y que la filología ahí la dejaba, ellos me dijeron que ahí estaban para apoyarme. Cuando tienes todo eso vas muy segura por la vida, yo lo he ido siempre, incluso en los momentos difíciles de no tener trabajo o de no tener dinero, que también me ha pasado, pero he ido siempre con esa seguridad de haber tenido esos padres-roca, siempre les doy las gracias

¿Hasta qué edad viviste en Zaragoza y dónde fuiste luego?

Hasta los 23, me fui a Barcelona porque me salió trabajo como actriz profesional por primera vez en mi vida. Yo venía de la mano de Mariano Cariñena, que siempre lo nombraré porque me abrió la mano para el teatro, un ser maravilloso, que solamente los que hemos trabajado con él sabemos el honor de haberle conocido. Me fui a Barcelona a hacer teatro universitario, aprendí catalán, que es un idioma hermosísimo, y de ahí me fui a Madrid llorando porque yo no quería dejar el mar, pero tenía que ir a Castilla, aunque quería quedarme en esa Barcelona de los 70, que era Europa, mientras Madrid era un pueblo y Zaragoza entonces ya ni te digo, era provincia, la Academia General Militar y el Pilar, era entonces una ciudad muy reducida, con todos mis respetos a ambas cosas. 

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¿Estudiaste Filología? 

La filología viene por mi amor a las letras, a las palabras y a los libros. De hecho, yo hubiera estudiado literatura pura, pero en ese momento mi hermano se iba a estudiar económicas a Valencia y podría haber preguntado, pero pensé que sería demasiado para mis padres los dos hijos que se van de golpe, y me quedé en Zaragoza. Trabajaba en radio, hacia teatro, y estudié filología inglesa, aunque empecé con hispánicas, pero era muy árida, y pasé a inglés. Solo doce acabamos la promoción y en el 74, que fue cuando terminé, me fui a vivir a Barcelona dos años, en el 76 ya estaba en Madrid

Además, me matriculé en primero de Periodismo, pero en ese intervalo me fui a Barcelona, conocí a Ricard Salvat y a su familia, me ofreció trabajo como profesora de teatro y lo dejé. En todas partes pone que he estudiado periodismo y no es cierto; también se dice que fui a estudiar a Nueva York y tampoco es cierto, allí he ido de turista. 

¿Cuáles fueron tus primeros trabajos?, ¿cómo empieza tu carrera?

Por la puerta grande, siempre he tenido mucha suerte. Con Miguel Narros en el Teatro María Guerrero, un montaje precioso, después Marsillach con ‘Las arrecogías’, de ahí viene mi amistad con María Luisa Ponte, con Pilar Bardem, somos amigas desde entonces. Era entrar en un mundo que seguro que desconocen los chicos ahora de veinte años que se creen muy actores porque salen en una serie de éxito, que encuentras cada tontería por ahí, pero la vida se encarga de espabilarnos a todos. Concha Velasco era la protagonista y ahora cuando nos encontramos le digo “Conchita” y ella me dice “ay cariño, eres de las pocas que me llaman Conchita”, pero yo la conocí así con 26 años. Hacíamos doce funciones por semana, allí conocí también a Carmen Linares, que entonces era una chica que cantaba. 

Marsillach hizo un montaje espectacular y yo salía todos los días tarde y noche a ver a María Luisa Ponte. ‘Las arrecogías’ era un beaterio donde estaban metidas prostitutas, políticas, monjas, y María Luisa Ponte hacía de una puta que se llamaba ‘Chirrina la de la cuesta’ y Marsillach había hecho una escenografía maravillosa, había un pilón y ahí estaban las presas y María Luisa y de pronto sonaba un tiro y se hacía un silencio y María Luisa pasaba de la comedia al drama en un plis plas y en todo un teatro lleno que estaba a carcajada se hacía un silencio y yo pensaba que tenía que aprender a hacer eso. Ella me preguntaba que qué hacía y yo le decía que aprender, porque así se aprende. De ahí nació una amistad que duró hasta que se murió. 

Te hemos visto en muy distintos papeles, en todos los géneros, teatro, televisión y cine, ¿te sientes especialmente cómoda en algún género o formato?, ¿qué te aporta cada uno? 

Es un tema de personaje, si el personaje es bueno me da igual que sea en televisión que en cine. Teatro ahora hago menos porque me están llamando más para audiovisual, pero yo creo que la clave es el personaje, a veces hay un secundario que tiene muchísimo más peso que un protagonista, que tiene más carne, que te deja huella. Yo tengo un armario donde hay ciertos personajes puestos. 

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Háblanos de algunos de esos personajes

Siempre sale la madre de ‘La novia’, es el personaje más duro de mi vida, el más difícil el rodaje, en el que más puse y el que más me ha dado; pero hay más. La Loreto de ‘Amar en tiempos revueltos’; la dama del mar de Ibsen; el teatro con Mariano Cariñena, en el que había una obra en la que tenía que salir a cantar con La Bullonera, pero ellos tenían exámenes y no vinieron, lo grabaron en un casete y como entonces era una inconsciente de 22 años, ahora no lo haría ni loca, plantada en medio del escenario cantaba a pelo con la música que salía del hilo musical. 

Cuando uno elige una profesión, cuando eres muy jovencito no eres consciente de que es tu vida o va a ser tu vida, creo que elegir lo que tu amas por encima de todo, aunque te arriesgues porque este oficio es duro, es cruel y no siempre sale bien, pero al menos hay que intentarlo, porque para mi es el oficio más bello, ser otras sin dejar de ser tú. Yo he sido reina, puta, loca, monja, buena, mala, asesina, qué suerte que encima me pagan, me aplauden, me paran y me piden autógrafos. Es muy gratificante. 

Mencionas el personaje de la madre en ‘La novia’ con el que ganaste un Goya…

Un Goya, un Feroz, el premio de la Unión de Actores, dos Simones… Me lo dijo Luis Alegre, que yo no lo sabía, que era la primera actriz española que se había llevado los cuarto premios de cine en la misma temporada. 

¿Qué supuso ese año para ti?

Que el mundo del cine me abría la puerta y eso se lo debo a Paula Ortiz. Yo era una actriz que trabajaba, pero la puerta grande me la abre Paula con ‘La novia’ y de ahí paso a trabajar con Medem, con Garci, con Fesser, con Villaronga que ya habíamos trabajado. 

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¿Hay algún rodaje que recuerdes especialmente? 

Por risas ‘Miau’ porque con Manuel Manquiña, Álvaro de Luna y José Luis Gil me lo pasé… bueno, bueno… Era la única chica, me llevaban en palmitas y nos lo pasábamos los cuatro… Y Manquiña está como las maracas, es uno de los seres más maravillosos que yo me he encontrado. 

En ese rodaje me lo pasé muy bien y el que peor lo he pasado en mi vida fue ‘La novia’ porque se nos iba todo: tenía que llover, hacía calor; tenía que hacer calor, llovía; tenía que llover, hacía un aire de la leche; se cortó el rodaje en mitad de la película; se mató Alex Angulo; tuve una secuencia tremenda, que era ver a mi hijo muerto y como hubo que cortar el rodaje una parte estoy con el hijo muerto y en la otra estoy mirando una piedra y volver a retomar una situación emocional tan alta, después de un mes, con una piedra… ¡Cómo no me van a dar un Goya! Me lo gané (ríe).

Cuando Paula me mandó el guión me pidió que no lo leyera hasta que ella me dijera y yo lo tenía en la mesilla y me preguntaba ¿y no lo leíste?, y no, yo soy muy disciplinada y Paula me dijo que no leyera y ahí estaba hasta el día que me dijo que empezara a memorizar y así lo hice, memorizaba todo menos el final, cuando llega la novia con mi hijo, que era como si me pasaran una goma de borrar, no podía y pasando el texto me puse a llorar como una loca y decía “¡mi hijo, mi hijo!”. Me di cuenta de que ese personaje me sacaba el temor atávico que tenemos todas las madres sobre nuestros hijos, no hay nada más horroroso para una madre que la muerte de su hijo y cuando me di cuenta me pude aprender el texto. Fue asumir que lo que me producía el espanto de que a mi hijo Pablo le pasara algo y a partir de ahí pude aprenderme el texto. 

¿Qué esperabas de este segundo trabajo de Paula? 

Ya sabía que iba a hacer la madre, pero esperaba conseguir un sueño, porque Lorca es universal y la madre, es la madre, estamos hablando de literatura universal, de un arquetipo que todo el mundo se ha hecho una idea; todos teníamos mucho miedo, un sentimiento de responsabilidad y al mismo tiempo un concepto de equipo de sacar el trabajo hacia adelante y se sacó contra viento y marea. Nos dejamos la piel todos, la primera Paula, fue un rodaje duro; también nos reímos mucho; fue el último rodaje de mi queridísimo amigo Carlos Álvarez Novoa, que no pudo ni ver la película. Me ha pasado con dos, con Álvaro de Luna que no pudo ver ‘Miau’ y con Carlos Álvarez Novoa que no pudo ver ‘La novia’. Fue un palo, eran actores maravillosos, gente maravillosa. 

Te vemos trabajar mucho en Aragón, después de haberte tenido que marchar a trabajar fuera en tu juventud, ¿qué sientes al poder volver y rodar en Aragón y en tu ciudad? 

Es una gratificación porque estaba un poco harta de que hubiera ETB, con todos mis respetos, TV3, las del Sur, Canal Nou y que en Aragón no tuviéramos nunca una televisión que hiciera ficción. Por fin, es volver a casa, a los padres, al río, a las jotas, a todo lo que antes no me importaba y ahora me doy cuenta del peso tan profundo que tienen en mi memoria y en mi alma. 

¿Sueles volver muchas veces al año a Zaragoza, no solo por motivos de trabajo?

Ahora menos, porque solo me quedan unos primos y una gran amiga, pero como me llaman para tantas cosas. En octubre vuelvo porque se presentan unas películas mías en la Filmoteca y vengo a presentarlas. Mi representante, Alberto Bongiorno, siempre me decía: “ya has oído Aragón TV, ya has perdido el culo” y yo le decía: “pues chico, sí” (ríe). Falleció hace unos meses y fue un palo muy grande, ha sido un compañero de vida profesional maravilloso, llevábamos casi 25 años y era el tío de mis nietos, el hermano, el confidente, el cómplice, el amigo y un ser maravilloso, que amaba la vida por encima de todas las cosas. Y en 26 días falleció por un tumor cerebral, le pude acompañar y recuerdo que siempre me tomaba el pelo con que perdía el culo si me llamaban de Aragón

“Un corto, que no te van a pagar, pero claro, como es de Aragón te da igual”, me decía, y es verdad. Me llamaron hace poco para hacer un vídeo de turismo de Teruel, les dije que no pensaba cobrar en estos momentos en que está pasando lo que está pasando, que me negaba a cobrar, es un tema de solidaridad con mi tierra. Luego la vida siempre te devuelve, además, y me llamaron también para que leyese el texto en el acto de homenaje a las víctimas del Covid y fue un orgullo que me eligieran para ello. Amor con amor se paga. 

Esta semana vuelvo a Zaragoza porque se proyecta en la Filmoteca, tras el Simón de Honor’, ‘La novia’, ‘De tu ventana a la mía’ y ‘Miau’ está organizado por la Academia del Cine Aragonés y son los días 14, 15 y 16 de octubre. También así daré la “tetadica” y con mi hijo vemos que al cruzar la frontera en Aragón nos vienen palabras que en Madrid ni se nos ocurren: chipiada, espesa, palabras que en Madrid no me salen habitualmente y las salmueras que en Zaragoza me apetecen. 

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¿Has actuado alguna vez en inglés? 

Hice una prueba para una serie no hace mucho, estando aquí trabajando en ‘El último show’, que no salió, pero al menos me llamaron desde Hollywood para hacer un casting en inglés, creo que para una serie de Bayona. He trabajado en francés y he hecho teatro en catalán.  

¿Cómo ves el panorama audiovisual aragonés en la actualidad? 

Mal, pero mal porque estamos en un momento en que no se puede ver nada bien. El Covid ha paralizado todo, todos los proyectos que tenía este año se han ido, se han caído, se han pospuesto. Yo ahora tengo dos cosas, de apoyo a la Casa de la Mujer en Zaragoza contra la violencia de género, que está pospuesta, ruedo una película en noviembre en Barcelona. Teóricamente el panorama está bien, lo que no está bien son las circunstancias que rodean al panorama, se están dando cambios de guión para que la gente mantenga las distancias, es muy complicado. La que ha organizado este virus es muy gorda, el dinero que está costando en todos los campos. Hay gente que se ha arruinado, si ya tienes una profesión que solamente vivimos de ella el 9 por ciento, el resto sobrevive, viene una cosa de estas y hay gente que se ha arruinado, que no tiene ni para pagar el alquiler. 

El audiovisual aragonés sí estaba viviendo un buen momento, con muchos proyectos y calidad…

Yo puedo hablar de lo que he hecho, que fue ‘El último show’, una realización por parte de Alex (Rodrigo) y del equipo de plató extraordinaria, el tema de arte, maquillaje, peluquería, muy bien. Nada que envidiar a lo que se hace en Madrid. Aragón es tierra de cine y una cosa que me gusta mucho es que cada vez hay más mujeres con una cámara al hombro y realizando; ya no solamente las chicas son maquillaje y peluquería; ya era hora de que se nos tomara en serio

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